Carlos Bonfil
Una visita a un balneario donde no deja de llover torrencialmente. En Tanta agua,
cinta intimista de las realizadoras uruguayas Ana Guevara y Leticia
Jorge, un padre de familia recién divorciado debe ingeniárselas para
educar, corregir, entender y disciplinar en lo posible a sus dos hijos
adolescentes, Lucía (estupenda Malú Chouza), de 14 años, y su hermano
menor Federico (Joaquín Castiglioni). Cualquier cosa que haga el padre
(Néstor Guzzini) parece haberlo hecho mejor antes la madre, al menos no
deja de repetirlo una díscola y muy difícil de satisfacer Lucía. Las
relaciones son tensas en la breve salida vacacional y, aunque no hay
animadversión de la hija, su indiferencia llega a ser desesperante.
Las
realizadoras, también guionistas, capturan con acierto esta
imperturbable abulia adolescente. La contraponen al monótono ruido de
la lluvia que no cesa y con ello crean una de esas atmósferas
opresivas, cargadas de humorismo negro, que son el contexto ideal para
narrar una historia de amor tan trunca y fallida como las vacaciones de
la familia.
Tanta agua, comedia centrada en la educación sentimental de
Lucía, observa con malicia las dificultades del padre para comunicar
con una hija de la que todo parece separarlo. Sus esfuerzos por hacerse
respetar e imponer un poco de disciplina se topan no con las protestas
habituales de una adolescente rebelde, sino con un dique de
inexpresividad emocional ante el cual no tiene preparada él respuesta
alguna.Entre la hija y el hermano menor hay un mejor entendimiento, pero el universo de Lucía sigue siendo con todo impenetrable. La sacudida vendrá cuando la joven conozca su primer entusiasmo amoroso; ahí es donde el tono de la comedia se torna un tanto agridulce, como en esas historias de adolescentes que maduran velozmente de una secuencia a otra, para desconcierto propio y ajeno, y que con tanta sencillez ha sabido contar Fernando Eimbcke en las cintas Temporada de patos y Lake Tahoe.
El
desencuentro generacional entre padres absortos en sus crisis
emocionales e hijos a su vez ensimismados en sus infranqueables mundos
solitarios, pocas veces ha podido mostrarse con tanta generosidad
emocional y sobriedad artística como en este nuevo gran acierto de la
comedia uruguaya. Los personajes viven su temporada de lluvias con la
ecuanimidad serena de quienes soportan diluvios semejantes en alguna
cinta de Tsai Ming Liang. Hay menos gravedad aquí, es cierto, dado el
tratamiento humorístico del tema, pero es notable la equivalencia entre
la monotonía de ese mundo exterior cargado de tanta agua y el
impenetrable estado de ánimo de la protagonista, cargado a su vez de
tantas emociones reprimidas. Una película original y tierna, entre las
mejores sorpresas de este Foro. Se exhibe en la sala 7 de la Cineteca
Nacional (15 y 17 horas).
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