Adrián Ramírez López*
Advertencia: el uso del lenguaje
irónico aquí expresado atiende a la sociología de nuestra idiosincrasia
como mexicanos, y de ninguna manera pretende faltar al respeto o causar
ningún daño moral a nadie.
Causa penal: 00/2014
Acusado:
Delito: robo calificado
Juez de primera instancia en materia penal del Distrito Federal
Xico aceptó desde el primer momento haber cometido el delito de robo, pero no ejerció violencia.
Hechos:
El 3 de marzo de 2014, aproximadamente a las 23 horas, un joven llamado Xico
fue detenido por una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública al
ser asegurado, aparentemente, en un forcejeo entre él y dos empleados
de la cadena comercial Oxxo. Ante el Ministerio Público en el Distrito
Federal, los empleados del Oxxo, Elver, quien se desempeña como encargado de turno, junto con Aurora, cajera de la sucursal, señalaron que Xico,
junto con otra persona, ingresó a la tienda, se dirigió a los
refrigeradores, tomó dos cervezas y las metió al morral de su amigo;
luego tomó dos cervezas más, las metió a su mochila y caminó
apresuradamente para salir de la tienda. La cajera, que en ese momento
se hallaba junto a los refrigeradores, le dijo al encargado que se
estaban robando las cervezas, y entre ambos enfrentaron supuestamente a
Xico para pedirle que pagara la mercancía. Sin embargo, aparentemente el acusado empujó primero a Leticia y luego a Elver para intentar darse a la fuga, arribando inmediatamente la patrulla.
Asimismo, los remitentes Brayan y Carl mencionan en su declaración ministerial que reconocen a Xico
como la misma persona que estaba forcejeando con el personal del Oxxo.
Sus declaraciones son idénticas y parecieran hechas a modo de ser
coincidentes con los denunciantes. Además concuerdan en afirmar que no
les constan los hechos relacionados con el robo.
Por otro lado, Xico declara ante
el ministerio público, y reitera en su declaración preparatoria, que
acepta su responsabilidad en el hecho de tomar las botellas y que fue
golpeado por personas conocidas como “franeleros” al pretender darse a
la fuga, y segundos después, es decir, inmediatamente, arribó al lugar
una patrulla. Él afirma que en ningún momento entró en confrontación
con el personal del Oxxo.
La Liga Mexicana por la Defensa de los
Derechos Humanos (Limeddh), con una experiencia de casi 30 años en esta
materia, afirma que la corrupción, la ineficiencia, la intolerancia y
la discriminación son factores que generan la fabricación de presuntos
culpables. Con el pretexto de que los presuntos pueden ser puestos en
libertad, se recurre al chantaje emocional a las víctimas y testigos;
se les induce o coacciona a reconocer o falsear las declaraciones para
pervertir los hechos y favorecer el agravamiento de los delitos, como
en el caso que nos ocupa, para así negar la libertad bajo fianza en un
delito no grave como lo es el robo.
Lejos de resolver este problema de justicia, se aplica una legalidad pervertida o pervertible,
que no busca reparar el daño y una pena acorde con la cuantía y la
conducta. Se propicia una pena desproporcionada y trascendental: al
calificar el delito como grave, se evita la libertad bajo fianza y que
el inculpado pueda seguir su proceso en libertad.
¿Para qué pensar en juicios abreviados
encaminados a reparar daños y en penas alternativas o substitutivas a
la prisión, si la procuración y administración de justicia, al igual
que las prisiones, son un gran negocio?
Sin hacer apología del delito y sin
soslayar que el hecho quede impune, con visión criminológica tenemos
que si una persona tuviera los recursos para comprar una cerveza, no
intentaría robarla, exponiéndose así al riesgo de perder su libertad.
De la misma manera, en este caso subyace la falta de alternativas para
los jóvenes. Se propicia la estigmatización y discriminación de
personas. Si este joven vistiera elegante y no usara rastas, tal vez
hubiera sido invitado a pagar las cervezas y no se le hubiera golpeado.
En la esencia del hecho está un patrón de pobreza y falta de
expectativa de vida. Y la motivación del robo de cerveza nos habla de
una de las enfermedades sicosociales: el alcoholismo.
Bien se puede decir que quien comienza
robando una cerveza, después será otra cosa y etcétera; pero la génesis
está en la falta de empleo con remuneración justa y prestaciones
sociales, educación con derecho a becas y otros beneficios, además del
derecho a la recreación que los jóvenes debieran tener. Es allí donde
radica la naturaleza del problema. Y no podemos hacer prevenciones
futuras de la comisión de un delito, porque hoy lo que se juzga es el
hecho de un robo de cuantía menor. El inculpado no sólo fue detenido,
sino golpeado por sus captores y, lo peor, se utilizó este hecho de
ejercer violencia en su contra para luego presentarlo como prueba de
que él intentó ejercer violencia para defender lo robado.
La pena debe ser justa. Para la empresa
afectada, lo importante es que se le pague lo robado y se evite que
esto siga sucediendo; y no será fabricando delitos graves mediante la
mentira como se logrará resolver este problema. De la misma manera,
para nosotros, como sociedad, nos resulta en un costo muy alto esta
perversión de la legalidad que se convierte en injusticia. Además, las
prisiones son consideradas como escuelas del crimen. De esta
manera, alguien que entra por un delito menor, puede perder el rumbo de
su vida e incorporarse a la vida delincuencial. De esta forma no se
ayuda a nadie, ni al individuo y mucho menos a la sociedad.
Cuánto cuesta llamar patrullas, detener
a una persona, pasarla al médico, llevarla a una galera… hacer todos
los trámites de registro y toma de declaraciones… traslado a un centro
de reclusión… Y todo el tiempo que nos cuesta mantenerlo en prisión en
tanto los costos del proceso penal, copias, impresiones, ministerios
públicos, peritos, traslados, gasolina, gastos en fotografías, análisis
de laboratorio. Todo esto durante varios meses hasta la sentencia o
hasta que llegue un magistrado federal, quien finalmente conceda en
amparo la reclasificación del delito y la libertad del inculpado.
¿Alguien puede calcular cuánto cuesta esto?
Por otro lado, para las familias, los
amigos, ¿qué significan estas penas trascendentales? ¿Cuánto tendrán
que pagar en abogados, en copias de expediente, en interponer recursos
legales, en pagos de traslado, en días laborales perdidos para
acompañar el juicio? Creo que hemos perdido el juicio, estamos
en la sinrazón de tener que pagar por la celda, por la protección, por
el pase de lista, por la seguridad, porque permitan el paso a los
familiares o la comida. Todo esto durante varios meses hasta que por
fin la libertad llegue y las deudas asfixien a las familias y amigos. Y
entonces durante varios años buscar empleos precarios y tiempos extras
para poder pagar los gastos de un incidente en el que un día a un joven
se le hizo fácil tomar unas cervezas y salir sin pagar, y gracias a
ello se ganó el estigma de delincuente peligroso, y se ganó –él, que
nunca gana nada–, no un flamante auto para trasladarse, pero sí un auto
de formal prisión.
La legalidad ha perdido el juicio: las
multas y cauciones son cada vez más altas, inasequibles a los
inculpados, y en muchos casos están estratosféricamente por encima del
monto de lo robado. Nos roban con esta legalidad nuestros impuestos,
nuestros exiguos salarios con impuestos para la “procuración e
impartición de justicia”. Tantos y tantos recursos tirados a la basura
en seguridad pública, en militares, en sueldos altos a todos ellos.
Altos –muy altos– salarios a jueces, magistrados, ministerios públicos,
militares y policías. Y todos esos costos los vemos salir de nuestras
manos, de nuestro esfuerzo colectivo como pueblo, que mira su salario
escurrir a la cloaca de los impuestos, y de este drenaje ser llevado a los recicladores
que convierten todo esto en ganancias, en buenos salarios, buenas
comidas, buen vestir, perfumes, buenos vinos –de esos que cuestan
varios miles de pesos una sola botella–, para brindar porque se ha
hecho justicia; y gracias a ello, hoy un delincuente ya no podrá seguir
robando un par de cervezas. Ya la sociedad está segura y a salvo.
Podemos felicitarnos por la magia de haber transformado algunos pesos en una bola de nieve.
Una causa pequeñita tiene efecto devastador: unas cervezas y sus
envases se convirtieron en una cadena de consecuencias que cuestan
miles y tal vez millones de pesos.
Para corolario, nos engañan en medios
de comunicación al hacer aparentar una eficacia en las investigaciones,
con cifras espectaculares del combate a la delincuencia mientras se
abusa de la prisión preventiva. Las prisiones se llenan de presuntos
culpables que saldrán en los próximos meses, mientras dejan altos
dividendos en las cárceles por concepto de protección y “privilegios”,
y de gastos y costos judiciales, mientras en las calles vivimos
inseguridad y la delincuencia se agrava.
Y ya entrados en brindis, se
diría del inculpado que la única calificación alta que ha tenido este
delincuente, considerando su osadía (que no es un robo simple, ni mucho
menos un simple robo), él, el delincuente, por fin obtuvo la
calificación más alta al señalarlo como “robo calificado”, ja ja ja (cosa que nosotros como defensores de derechos humanos descalificamos).
¡Salud! ¡Brindemos por la justicia! ¡Bebamos, bebamos hasta perder el juicio!
Combatir la corrupción y la ineficiencia nos llevará a la justicia.
¡Una llama encendida para los derechos de los pueblos!
*Presidente de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh)
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