6/30/2014

Pulmones para Natalia


Ricardo Raphael 

Hace sólo unos días, irrumpió un movimiento similar. Se auto denomina #Yosoy17 y exhibe el estado deteriorado en el que se encuentra el sistema mexicano de seguridad social. La consigna —“¡Sin recursos no hay salud!”— implica al conjunto de la sociedad y no solo al gremio de las batas blancas.

Uno de cada tres mexicanos no cuenta con protección para enfrentar problemas médicos graves. Si se considera la inversión anual en salud (6.4% del PIB), México se encuentra en el lugar 97 de 190 países (World Factbook). Estamos por debajo de El Salvador, Haití, Lesoto, Honduras o Sierra Leona.

El decálogo de causas del #Yosoy17 merece una lectura atenta. En concreto, el punto dedicado a los pacientes: “No existen mecanismos de atención efectiva a las quejas de los pacientes ante la problemática de los servicios y de la atención médica. La CNDH, Conamed, oficinas de atención al derechohabiente y contralorías internas son instrumentos de simulación que no resuelven las quejas que se multiplican sin pausa”.

Sin disminuir la biografía de tantos que cotidianamente padecen el mal funcionamiento de nuestro sistema sanitario, quiero dedicar los párrafos siguientes a Natalia, una joven de 18 años cuyo equilibrio vital pende hoy de un hilo muy delgado, entre otras razones, por las mismas que reclama el #Yosoy17.

De recién nacida, Natalia salió del hospital con serios problemas respiratorios cuya causa nadie supo diagnosticar. Durante los primeros años padeció una larga lista de enfermedades: bronquitis, neumonía, sinusitis, anginas, etcétera. Sin embargo, la fuente que las provocaba permaneció desconocida.

Antes de cumplir los siete años la operaron de las vías respiratorias. El personal del quirófano olvidó una gasa tras su nariz que hubo necesidad de extraer con una dolorosa intervención posterior.

A la edad de 10 años enfrentó de nuevo el cuchillo del cirujano. Esta vez para extirpar la mitad del pulmón derecho, que ya estaba muerto y podía contaminar a la parte sana. Al concluir fueron enviados al laboratorio los tejidos de ese órgano para que se practicara una biopsia. Pero el personal extravió los resultados y con ello la posibilidad de obtener respuestas.

El seguro médico de Natalia expiró después de esta segunda operación. La enfermedad sin nombre seguía devorando hasta el último de los recursos familiares.

La única prueba que hubiera podido diagnosticar su enfermedad fracasó porque en México no hay microscopios electrónicos en cantidad suficiente para atender estos casos.

Después de haber sido revisada por cientos de doctores, José Luis Lezana —especialista en fibrosis quística— tomó el caso como una cruzada personal. Él logró ingresar a Natalia en el National Institute of Health, de los Estados Unidos. Ahí, en menos de tres horas, se obtuvo un diagnostico correcto. Los pulmones de Natalia nacieron con sus respectivos cilios capilares paralizados y por tanto son incapaces de arrojar las flemas que se acumulan en su interior.

Si esto se hubiera sabido una década atrás, otra sería la preocupación. Hoy a Natalia le urgen unos pulmones nuevos. Si no obtiene pronto un trasplante, a esta joven de 18 años le quedan pocas semanas de vida.

El problema es que se trata de una operación cuyo costo es mayor al millón de dólares. Ni su familia, ni su circulo próximo cuentan con este dinero.

La vida de Natalia depende de un ejercicio de solidaridad más amplio. Por ello es que me atrevo a dar a conocer su caso. Sólo la pronta generosidad de los muchos podría salvarla.

Esta es una historia de esfuerzo personal que suplica apoyo a quien tenga corazón para entregarlo. La página para contactarla es http://www.breathinglife.com.mx y el twitter: @breathinglifeN.

Como exige el movimiento #Yosoy17, México debe reformar su sistema de salud. Mientras tanto, aquí hay una causa que hace reflexionar sobre una realidad que desespera.

@ricardomraphael
Periodista

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