El crimen de estar casados. Así rezaba en 1958 el titular de un reportaje de la revista Life sobre
la vida cotidiana del matrimonio interracial amenazado de persecución y
cárcel en el estado de Virginia, Estados Unidos. En El matrimonio Loving (Loving,
2016), el realizador Jeff Nichols refiere, en un tono sobrio, de
sorprendente perfil bajo (actuaciones muy contenidas, renuencia a
precipitarse en el melodrama social), la historia verídica del obrero
blanco Richard Loving (Joel Edgerton), acusado de violar las leyes de su
natal Virginia, un estado entonces segregado, al contraer matrimonio
con Mildred (Ruth Negga), una mujer afroamericana.
Salvo la
aparición fugaz de algunos personajes a todas luces intolerantes,
resulta elocuente, incluso perturbador, la ausencia de grupos
declaradamente racistas sometiendo a la pareja infractora en motivo de
asedio y humillación. En El matrimonio Loving el asunto de la
exclusión social es algo puramente legal y revela el contraste entre dos
grandes regiones de la unión americana continuamente enfrentadas en
materia de derechos civiles desde los tiempos de la Guerra Civil. La
pareja consigue casarse en Washington, refugio de libertades donde aún
puede legitimar su unión. El regreso a Virginia, el hogar de los suyos,
equivale a un reingreso al infierno de la mezquindad y el odio, un
sentimiento dirigido más contra Richard Loving, considerado traidor a su
propia raza, que en contra de la mestiza Mildred, de quien sólo se
espera que permanezca invisible y callada en su ghetto. Ni Richard ni su
joven esposa se suman al movimiento entonces muy activo de los derechos
civiles. Parecieran ambos querer pasar desapercibidos, y sólo con
reticencias, mayores en él que en ella, aceptan el apoyo de abogados
liberales dispuestos a transformar su caso en un detonador para la
abrogación de las leyes racistas por intervención de la Suprema Corte.
Contrario
a lo que pudiera esperarse, las escenas en los tribunales son breves,
como también escueta es la crónica de la vida diaria en una Virginia
sumida en el atraso cultural y la intolerancia. Lo que importa en la
cinta es el aspecto moral, que Nichols explora de modo elegante y
contundente.
No es justo, es todo lo que Richard Living atina a comentar frente al horror que advierte en torno suyo. Y ese horror es el clima de prejuicios legitimados y de incitación al odio racial que se mantuvo vigente en esa región hasta 1967, pero que siempre es capaz de reactivarse, a la manera de una fatalidad recurrente, en la compleja nación norteamericana. Jeff Nichols (Take shelter, 2011; Mud/ El niño y el fugitivo, 2012), autor de derivativas propuestas genéricas, ofrece en El matrimonio Loving, la más intensa de sus realizaciones.
Se exhibe hoy en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Funciones: 12 y 17:45 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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