Aldo Fabián Hernández Solís
A partir de mañana inicia el Buen Fin,
evento que suplanta la conmemoración del inicio de la Revolución
Mexicana, con un fin de semana consumista, frívolo y nada inocente. Es
claro que los gobiernos neoliberales han destruido el legado material de
la Revolución, hoy buscan borrarla también de la memoria del pueblo. El
Buen Fin es parte de la guerra ideológica del neoliberalismo.
La gesta popular latinoamericana más importante de la primera mitad del
siglo XX fue la Revolución Mexicana. Episodio violento, que destruyó la
dictadura oligárquica de Porfirio Díaz, inaugurando un ciclo de luchas
clasistas por encontrar un nuevo proyecto de nación. Los triunfadores,
Carranza y Obregón, tuvieron que incorporar demandas de sus ejércitos
(campesinos en su mayoría) y de los ejércitos populares de Zapata y
Villa. Anhelos de justicia social de los oprimidos del campo y la ciudad
fueron plasmados en la Constitución de 1917.
La fuerza de la
Revolución reestructuró el aparato estatal, pero también se volvió un
referente central de la sociedad mexicana, promesa, bandera de lucha,
orgullo nacional y parte de la identidad del pueblo. Esto tuvo como
referentes materiales la conquista de derechos, las ocho horas
laborales, los repartos agrarios, la educación gratuita, la recuperación
de las minas, la nacionalización del petróleo y la defensa de la
soberanía nacional.
Es muy cierto que la Revolución quedó
inconclusa, que las trasformaciones sociales, salvo en el cardenismo
(1934-1940), fueron administradas por los nuevos gobernantes, que
organizaciones e instituciones con espíritu revolucionario se
corrompieron. Los ímpetus de justicia social y de transformación se
toparon con nuevos intereses de una nueva clase dominante y con
traiciones profundas a su ideario.
Para los gobiernos PRIistas
la Revolución Mexicana se volvió retórica y legitimación ideológica,
mientras la traicionaban. Sin embargo, la Revolución se mantuvo en el
campo subalterno como mito movilizador, bandera de lucha y como proyecto
por cumplir. Múltiples movimientos sociales han recuperado de la
Revolución, fuerza, demandas y proyecto.
Hoy después de más de
tres décadas de neoliberalismo, con “reformas” estructurales que han
destruido la herencia revolucionaria, con la pérdida de derechos
sociales y laborales, con el campo destruido, nos enfrentamos a un
embate ideológico más contra la Revolución. En su intento de destruir
cualquier referente de lucha social, de soberanía y de justica, en la
fecha de aniversario del inicio de la Revolución, se desarrollará una
edición más del Buen Fin. Un fin consumista a la norteamericana,
del que sacan el mayor provecho las grandes tiendas departamentales.
¿Qué tiene que ver una revolución con el consumismo banal?
Se
busca borrar nuestra historia, consagrar a México como un país
dependiente, la ignorancia como mecanismo de dominación. Es una muestra
del desprecio de la actual clase dominante por el pasado popular y
revolucionario. Es, también, un reconocimiento de su traición. Madero,
Zapata, Villa y Cárdenas los incomodan, buscan borrar sus actos. Hacer
del pueblo un ente sin historia, con bajo autoestima y sin capacidad de
lucha.
Mientras algunos historiadores, falsificadores de la
historia, declaran que la Revolución no fue tal, coordinadamente tenemos
este Buen Fin de compras, de deudas, de ganancias para unos
pocos. A la ideología neoliberal mexicana, le estorba la Revolución y
cualquier referente popular de lucha, de ahí estos ataques. Buscan
reescribir la historia, rescatar a Iturbide, Maximiliano, Miguel Alemán,
Salinas, y a su respetado y admirado Don Porfirio.
¿Lograran borrar a la Revolución Mexicana de la historia y de la memoria del pueblo?
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