11/17/2016

Gonzalo Rivas: utilizan a una víctima para revictimizar y estimagtizar


Buscasendas por Témoris Grecko

Foto: Oscar Alvarado/ Archivo Cuartoscuro
Por Témoris Grecko
A falta de argumentos, la estrategia es la descalificación: si tienes cualquier duda acerca de por qué le dan la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas Cámara, eres un miserable que abusas de los héroes caídos. Así lo han hecho contra todos, incluso contra mí, que desde el primer texto que escribí sobre el tema, dejé muy en claro que el acto de arriesgar y entregar la vida para eliminar una amenaza –real o percibida- contra otras personas es un acto heroico.
No pueden hacer mucho más –ni se atreven a debatir– porque sus razones son falsas: que salvó centenares de vidas (ya demostré aquí que no podía haber tal explosión, es una mentira de película de catástrofes), que es el mayor héroe civil de nuestros tiempos (descalificaron de golpe a tantos otros mexicanos que sacrificaron sus vidas en esta época de violencia, como Marisela Escobedo; o que salvaron –ellos sí- a otros, como El Cayetano a bebés de la Guardería ABC; o que cotidiana y desinteresadamente trabajan en apoyo de extraños, como Las Patronas) y que fue asesinado y quemado vivo por estudiantes de Ayotzinapa (si tomó la decisión consciente de enfrentar el fuego, o sea, si es héroe, ni fue asesinado ni quemado vivo).
Por eso se han rehusado a debatir con seriedad.
No hay ingenuidad alguna en esta campaña. Gonzalo Rivas murió en un acto heroico pero no lo premian por eso, sino porque, a diferencia de otros héroes civiles, su caso puede ser convertido en un arma para atacar el mayor problema del gobierno de Peña Nieto: los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. En el ocaso adelantado de este sexenio y ante la certeza de que les van a pedir cuentas por sus omisiones, negligencias y crímenes, la cúpula en el poder quiere desactivar esta amenaza, desprestigiar la causa de Ayotzinapa para que no los persiga en el futuro.
Otra falacia es la de que fueron normalistas quienes incendiaron la gasolinera: hay versiones contradictorias y las autoridades no investigaron. Nada está demostrado.
Pero, a pesar de ello, ¿qué es lo que hemos estado escuchando en televisión, radio, prensa e internet a lo largo de estas semanas?
Que los estudiantes de Ayotzinapa son los culpables de asesinar y quemar vivo al héroe (así, en general, como si lo que supuestamente hicieron dos personas fuera responsabilidad de todos; como si los alumnos del día de hoy tuvieran algo que ver, aunque en esa época estaban en la secundaria, porque ninguna de las generaciones de ahora había entrado en 2011).
¿Qué es lo que en realidad pretenden los promotores de Gonzalo Rivas? Por sus obras los conoceréis: su campaña se convirtió en un útil pretexto para atacar y criminalizar a los estudiantes. Locutores, columnistas de paga, presentadores de tele, pero no sólo ellos: el asunto ha convertido en supuestos conocedores incluso a comentaristas de deportes y merolicos de comedia vulgar, que han llegado a extender sus críticas a las fobias del difunto Luis González de Alba, aunque no sean capaces –yo escuché a un par- de recordar y pronunciar ni el apellido de Elena Poniatowska.
Estas operaciones de manipulación de la opinión pública no son inocuas. Contribuyen a seguir deteriorando el ambiente nacional, a dividir a la gente en épocas de caos, a crear y profundizar enconos.
Los estudiantes de Ayotzinapa lo saben muy bien. Porque esto no es nuevo. Lo han vivido ya. Durante décadas, las clase caciquil de Guerrero y los medios de comunicación locales han acusado a los normalistas de ser un mal para la sociedad. Esto se refleja en el término despectivo que utilizan para ellos, “ayotzinapos”.
“Ayotzinapos” los llamaron, en sus declaraciones ministeriales, los elementos del Ejército que estuvieron presentes en la noche de Iguala y vigilaron sin auxiliar. También los policías federales y estatales que apoyaron la serie de ataques. Igualmente, los municipales y sicarios que mataron a unos y que llevaron a la desaparición a otros. En esa palabra se encierra la convicción de que agredirlos no es un crimen sino un acto de limpieza social, de que los servidores públicos no los tienen que servir a ellos, porque no son ciudadanos sino enemigos del Estado.
Si la campaña de promoción sirvió para esto, la Medalla también: cada vez que se mencione que Gonzalo Rivas fue reconocido con la Belisario Domínguez, varios acusarán a Ayotzinapa (y a sus estudiantes, tengan idea o no de lo que le pasó al premiado). Es el regalo que a Peña Nieto y los suyos les dan la intelectualidad orgánica –la que sirve al poder porque vive de él- y la prensa vendida: el grupo Nexos, el diario Milenio y otros que se hicieron eco.
Aguilar Camín, De Mauleón, Patán, Marín, Ernesto Ruffo, Pablo Escudero, Roberto Albores y los demás no utilizan en público el término “ayotzinapo”. Rubén Figueroa Alcocer y Angel Aguirre Rivero tampoco. No hace falta exhibirse frente a otros. Sólo generar el ambiente para que sectores en la sociedad mexicana, como pasó primero en la guerrerense, comiencen a usarlo. Para que dejen de ver a los normalistas como conciudadanos de iguales derechos. Para que cobijen y justifiquen los crímenes.
Y EL SUELO NO ESTALLÓ…
Por si hubiera alguna duda sobre si las fantasías espectaculares de Luis González de Alba podían tener algún fundamento: el 23 de octubre, en Ciudad Juárez, explotó un camión en el que cargaban ilegalmente 14 mil litros de combustible. El incendio hizo arder la gasolinera completa. Pero los tanques subterráneos de almacenamiento permanecieron intactos. El suelo no estalló ni volaron autobuses por los aires. No hubo ni un muerto. Pemex tiene sistemas de seguridad destinados a impedir que esto ocurra, por la sencilla razón de que, si no, tendríamos inmensas bombas asesinas haciendo tic tac en cada esquina. Es básico.
#MIRARMORIR GANA PREMIO PANTALLA DE CRISTAL
Tem 2016 premio pantalla 1
Nuestra película documental fue nominada a cinco premios Pantalla de Cristal: Mejor Película, Mejor Director (Coizta Grecko), Mejor Editor (Damián Mendoza) y mejores Guión e Investigación (ambos yo mero).
Ganamos el de Mejor Investigación.
Nos dio mucho gusto aunque la ceremonia, en la Cineteca Nacional, fue realizada el 2 de noviembre, y mientras me dirigía a agradecer el reconocimiento, empezaba a correr la información de que Donald Trump estaba ganando cama en su propia Casa Blanca. Vendrán tiempos más duros, si cabe.

De cualquier forma, este premio es de los que no renuncian a la búsqueda, a encontrar a los suyos: de los padres y madres de los 43 de Ayotzinapa, del Comité de Búsqueda Los Otros Desaparecidos de Iguala, de los familiares y amigos de decenas de miles de desaparecidos.


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