Resulta que ahora los despidos son por mensajes de texto, vía correo electrónico o hasta por whatsapp. Amablemente los patrones, de manera impersonal, le dicen a su trabajador:
   - Te aviso que estás despedido, el finiquito está depositado en tu cuenta bancaria.
Ni siquiera tienen que acudir a la Junta de Conciliación y Arbitraje (en proceso de desaparición) porque así convinieron (digitalmente) terminar la relación de trabajo.
Lo ocurrido en la filial de General Motors de Venezuela, la semana pasada, es un ejemplo de esos tiempos modernos. Dos mil 700 trabajadores se enteraron de su despido por un mensaje de texto en su teléfono celular con el aviso de la terminación de sus relaciones de trabajo.
   - GMV informa que se realizó a su cuenta la transferencia de sus prestaciones sociales por la finalización de la relación de trabajo.
Ya ni siquiera les dan la cara a sus trabajadores. Como van las cosas en el futuro serán robots quienes contraten o realicen los ceses.
   - Está despedido, gracias por colaborar para nuestra compañía.
Será mejor que decirle:
   - ¡Lárgate de aquí!
Hoy en día la comunicación vía electrónica es una manera común en las relaciones laborales. Por medio de ésta, se dan órdenes de trabajo, se supervisan, vía equipos digitales, las actividades humanas.
Todo mundo debe estar conectado a un equipo, a un celular para atender las órdenes del jefe, a cualquier hora, en cualquier día, a riesgo de estar en la lista de despedidos, la guillotina moderna de nuestros días. Muchos no se dan cuenta que son esclavos digitales.
El equipo de yuppies que asesora al ilustre Aurelio Nuño, secretario de Educación dio el consejo a los operadores de la mal reforma educativa en todos los estados de la República, que notificaran vía electrónica a miles de maestros, estar seleccionados a participar en la evaluación.
En los comunicados las autoridades, disque educativas, ni siquiera tuvieron la molestia de indicar el nombre del docente. Un correo electrónico mal redactado, sin verificar quién era el destinatario, correcto o no, fue la forma de "avisar" a los interesados que eran parte del "grupo selecto" a ser evaluados.
Cientos de maestros permanecen hoy despedidos porque según esas autoridades "desacataron" el mensaje digital del "mando superior". Nunca se constató que lo hubieran recibido, o aceptada esa forma de comunicación.
La mayoría de los docentes con más de 20 años de antigüedad y con expedientes sin tacha, pelean ante los lentos tribunales de trabajo en todo el país, su regreso a laborar ante ese arbitrario proceder.
Fue un desacato electrónico, una desobediencia digital, totalmente irregular, que los mandó a la calle. ¡Vaya tiempos en los que estamos!
¿Dónde surge la obligación de estar atento a un correo electrónico enviado por el patrón? ¿Qué ocurre si el trabajador abre su correo 2 horas después de una orden? ¿Esto constituye un desacato?
En la legislación laboral este tipo de obligaciones que se generan, vía digital, no se encuentra normadas, pero ya en tribunales, las órdenes que se dan de esta forma constituyen un medio de prueba en favor o en contra de patrones o trabajadores.
Si un trabajador vía Facebook hace expresiones denostativas o de burla contra su patrón, familiares de éste o sus compañeros de trabajo, ello constituye una causal de despido en ciertas empresas. La misma acción realizada por un patrón puede generar responsabilidades de carácter económico traducidas en pago de indemnizaciones.
Nuestra legislación laboral está muy atrasada en esta materia.  No está al tanto de los cambios tecnológicos ni de las medidas de protección y obligaciones que tienen los trabajadores y patrones en estos nuevos escenarios. 
En Francia los sindicatos han logrado el derecho de los trabajadores a desconectarse del internet o vía digital para evitar ser molestados por sus patrones en ciertos horarios y proteger su privacidad.  En Alemania los sindicatos han logrado que los patrones no dispongan de las publicaciones que hacen los trabajadores en Facebook.
En México los patrones hacen lo que quieren. La privacidad como un derecho humano no existe y los dueños de los medios de producción se sienten con derecho a poseerla a toda hora.
Pero la vía digital o electrónica o internet, o como les guste llamarle, se va apoderando de nuestras voluntades, de nuestra vida más íntima, de nuestros gustos y hasta de nuestros deseos a una velocidad galáctica.
Los derechos laborales son enviados a lugares indeseados como si fueran spam, basura o desechos digitales o les aplican un rápido delete para desaparecerlos de una vez por todas. 
Es la era digital de la abolición humana.