Introducción
El primer movimiento de masas de
mujeres trabajadoras durante 1914 estuvo ligado a la revolucionaria
socialista Clara Zetkin y contó con 174.754 miembros. Tres años después,
en el emblemático tren que llevo a Lenin desde Alemania hasta Rusia
para enfrentar al gobierno provisional, también vinieron revolucionarias
como Inessa Armand y Alejandra Kollontai. Estas no subieron al tren por
casualidad. En el presente artículo buscaré exponer los aportes
realizados por el marxismo revolucionario en la lucha por la liberación
de las mujeres a 100 años de la revolución rusa ¿Cuáles han sido sus
contribuciones? Partiré revisando la tradición socialista en los
orígenes del capitalismo, la elaboración programática de la II
internacional y el rol de Clara Zetkin. Analizaremos la experiencia de
la revolución rusa, sus propuestas, transformaciones y protagonistas.
El retroceso que implicó el Estalinismo y los aportes realizados por
León Trotsky durante el año 1940. No es una eventualidad la recopilación
histórica que desarrollamos. Hoy en día corrientes del “feminismo”
acusan al marxismo de una incapacidad para elaborar una práctica,
política y estrategia para la liberación de las mujeres. Algunas van más
allá y mencionan que es incompatible ser marxista, militar en la
izquierda y luchar por la liberación de la mujer. A esta clase de
aseveraciones intentaré de responder con hechos que podrán ignorarse si
se quiere, pero jamás hacerlos desaparecer de la historia.
Los orígenes del capitalismo y la doctrina socialista
De la década de 1790 a 1830 se desarrollaron transformaciones
profundas que originaron las bases del capitalismo moderno. La
intromisión de la industria manufacturera y posteriormente la máquina a
vapor fue a costa de la pauperización extrema de la vida de las mujeres,
obligadas a trabajar clandestinas 16 horas diarias, junto a sus hijos,
sin derechos, esclavizadas a un telar a merced de los patrones que les
acometían toda clase de abusos. La primera revolución industrial se
realizó junto a una enorme violencia contra las mujeres. Esto no produjo
indiferencia. En la crisis de 1815-1830 hubo un auge del denominado
radicalismo político. Luddistas, cartistas, owenitas, fueron parte del
mapa político (1). Dentro de las voces que cuestionaban el sistema, se
escuchó a una mujer, madre de dos hijas, perseguida por su esposo y por
la policía por divorciarse. Ella hizo una crítica profunda al
ordenamiento capitalista de la sociedad. Ligada a una mirada socialista
nos encontramos con Flora Tristán, autora de “Confesiones de una paria”,
pionera en la denuncia a la opresión patriarcal hacia las mujeres
trabajadoras y pobres. En su periódico “La unión obrera”, Flora recorrió
los talleres y fabricas para organizar a las obreras. Característica
que volveremos a ver en las revolucionarias marxistas de las décadas
posteriores.
La Primera Internacional y la comuna de París
En la Primera Internacional de Trabajadores, durante los años
1864-1874, el marxismo tuvo el mérito de haber sido parte de los debates
fundacionales que conformaron las medidas adoptadas en la insurrección
de la comuna de Paris de 1871. Una de estas discusiones se refería a si
las mujeres debían incorporarse o no al mundo del trabajo y que política
se debía tener para emancipar a las mujeres de la esclavitud doméstica.
Marx y Engels enfrentaron posiciones con el anarquista Proudhon que se
oponía al trabajo femenino relegando el papel de las mujeres a la esfera
doméstica, como esposas o prostitutas (2). Este tema dividía aguas
entre los revolucionarios de la I internacional, en donde Marx y Engels
marcaban una clara posición.
Lucha política compartida por
Harriet Law, segunda mujer en formar parte del Consejo General a partir
de febrero de 1868 y parte activa de esta disputa, ligando la necesidad
de incorporar a las mujeres a la esfera del trabajo para su emancipación
de las tareas domésticas, pero enfrentando el trabajo precario
propiciado por los capitalistas. La Comuna de París realizó importantes
transformaciones políticas llevando a la práctica el altercado (3). Lo
que es conocido como el primer gobierno obrero de la historia tuvo en
primera línea a las mujeres trabajadoras y pobres en las barricadas.
Decretó la separación de la Iglesia del Estado y declaró propiedad
nacional todos los bienes eclesiásticos. Mandató la revocabilidad de
todos los cargos de elección popular. Impulsó la elección y voto de las
mujeres y la obligación que los parlamentarios no cobraran más que el
salario de un trabajador. Suprimió el ejército regular y le contrapuso
el pueblo en armas, incluidas las mujeres. Condonó los pagos de
alquileres adeudados por los inquilinos y proclamó la igualdad de
derechos para las mujeres (4). Estos aportes y experiencia
revolucionaria fueron la base para la elaboración posterior. Tras ser
derrotada la Comuna de París, la Primera Internacional se dividió en
base a la polémica entre marxistas y anarquistas. La
Segunda Internacional y la elaboración programática de Clara Zetkin
En torno a las ideas de Marx y Engels se fundó la Segunda
Internacional de trabajadores y trabajadoras, entre los años 1889-1914,
que contó con un mayor bagaje teórico y una activa presencia de mujeres
trabajadoras y revolucionarias dentro de sus filas. A diferencia de la
Primera Internacional, encontramos en este periodo el trabajo “La mujer y
el socialismo” del obrero tornero August Bebel, además de la obra de
Engels “La familia, la propiedad privada y el Estado”. En Rusia la
emancipación de los siervos de 1861 tuvo entre sus consecuencias
facilitar el acceso de las mujeres a la formación superior y al
conocimiento de la teoría marxista (5).
En estas condiciones
entraron al Partido Obrero Socialdemócrata, Alexandra Kollontai, Inessa
Armand y Nadezha Krupskaia. Todas ellas compartían el deseo de movilizar
y educar a las mujeres trabajadoras en la lucha por sus intereses
históricos de clase. Nadezha Krupskaia es vulgarmente conocida por ser
la pareja de Lenin, pero lo cierto es que ella fue miembro de primera
hora del partido, afiliándose inclusive antes que su marido (6). El
movimiento de mujeres no había encontrado una egida de masas de tanta
importancia como fue la organización de las trabajadoras de la Segunda
Internacional alrededor del periódico “La igualdad: para los intereses
de las trabajadoras”, editado por Clara Zetkin y que llegó a tener
174.754 miembros en 1914. Además de la elaboración teórica, el periodo
de 1889-1914 está caracterizado por un amplio desarrollo programático y
organizativo reflejado en los congresos de París (1889) y Zúrich (1893),
en donde las socialistas debatieron sobre la importancia de la unidad
entre la emancipación de las mujeres y la lucha para derribar el
capitalismo.
Uno de los puntos en polémica fue sobre la
protección específica hacia las mujeres trabajadoras y su condición de
madres. El movimiento de mujeres burgués rechazaba cualquier legislación
protectora especial a favor de las trabajadoras como una intromisión en
la “libertad de la mujer” y en su igualdad de derechos con el hombre.
La “separación tajante” de Clara Zetkin proponía un programa específico
para las mujeres trabajadoras que exigía: 1. Una jornada de trabajo
legal máxima de 8 horas diarias para las mujeres, y de 6 horas diarias
para las adolescentes menores de 18 años. 2. Fijación de un día de
descanso ininterrumpido de 36 horas semanales. 3. Prohibición del
trabajo nocturno. 4. Prohibición del trabajo femenino en todos los
establecimientos insalubres. 5. Prohibición del trabajo de mujeres
embarazadas 2 semanas antes y 4 semanas después del parto. 6.
Contratación de inspectoras del trabajo en número suficiente en todas
las ramas de la industria que emplean mujeres. 7. Aplicación de todas
las reglas mencionadas más arriba a todas las mujeres ocupadas en
fábricas, talleres, tiendas, en el trabajo doméstico o en el trabajo
rural. Clara Zetkin procuró delimitar claramente los fines y tareas del
movimiento de mujeres trabajadoras en relación al feminismo burgués
organizado en torno a las sufragistas.
Denunció la acción
cómplice de las mujeres burguesas en el periodo de proscripción del
partido socialdemócrata, que llevo al exilio a varias dirigentes
revolucionarias. Además impuso una perspectiva de clase para la acción
dentro del movimiento de mujeres ligando de manera clara la emancipación
de las mujeres con el cuestionamiento a la propiedad privada, no como
una cuestión de “sexo contra sexo” si no de lucha entre las clases. En
estos debates se educaron la generación de mujeres socialistas como Rosa
Luxemburgo, Inessa Armand, Nadezha Krupskaia y Alejandra Kollontai (7).
La fracción de mujeres trabajadoras, su elaboración y programa chocaba
con las corrientes oportunistas en la II internacional. Rosa Luxemburgo,
amiga personal de Clara Zetkin, fue una pieza importante de la
conferencia de Zimerwald, a la que no pudo asistir por estar presa en
Alemania. Esta conferencia sería la base para la III internacional
nucleada en torno a la revolución bolchevique, una de las experiencias
más avanzadas para la liberación de las mujeres. La revolución de octubre, sus transformaciones y combatientes
Las mujeres tuvieron un rol activo y dinámico en la preparación de la
revolución de 1917, a diferencia de los planteos que realizan ciertas
organizaciones feministas. Luego de la revolución de 1905 la mujer
adquirió la posibilidad de administrar sus bienes. Entre 1913-1914 las
mujeres participan masivamente en un movimiento huelguístico que tuvo
dentro de sus demandas sus derechos políticos y durante la Primera
Guerra Mundial las mujeres pudieron acceder a puestos de trabajo
contribuyendo a su politización y organización fuera del hogar. El 23 de
febrero de 1917, Día de la mujer en Rusia, se dio inicio con la
importante huelga de los obreros de Putilov. 30 mil obreros se
escabulleron en las filas de mujeres que reclamaban por el pan. Las
obreras textiles se sumaron a la huelga. Así se iniciaba la revolución
de febrero de 1917 en donde 90 mil obreros y obreras marcaron el grito
de ¡abajo la autocracia! ¡Abajo la guerra! ¡Queremos el pan! Las mujeres
durante febrero-octubre cumplieron un rol de suma importancia para la
preparación de la toma del poder de octubre. Este fue el periodo en que
el partido bolchevique volvió a la clandestinidad y fueron las mujeres
las que buscaron los pisos francos, cambian las claves a diario
sorteando la represión. Son organizadoras de masas, como Anna Litveiko y
Anna Boldyreva, elegidas representantes del Soviet de San Petersburgo,
roles de suma importancia (8).
La Política de las y los
Bolcheviques para la liberación de las mujeres consistía en cuatro
pilares fundamentales: terminar con el trabajo doméstico por medio de la
socialización, la unión libre, la extinción de la familia burguesa y la
incorporación mundo del trabajo. Muchas de estas transformaciones,
nunca antes vistas en la historia, se adelantaban en términos
democráticos a cualquier Estado capitalista. La Constitución Soviética
dio a la mujer el derecho al voto, a ser elegida a cargos públicos,
concedió el divorcio, el principio de igualdad salarial por el mismo
trabajo, el derecho a amamantar en el horario laboral, la prohibición
del trabajo infantil y del trabajo nocturno para las mujeres. También se
dio paso al matrimonio civil y los hijos nacidos fuera del matrimonio
los reconoció como legítimos.
Una de las mayores conquistas
legislativas fue el programa de Seguro de Maternidad diseñado e
impulsado por la propia Alejandra Kollontai: ocho semanas de licencia de
maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e
instalaciones de descansos en fábricas, servicios médicos gratuitos,
antes y después del parto y bonos en efectivos.
Encabezados por
una doctora bolchevique, Vera Lebedeva, se implementó una red de
clínicas de maternidad, consultorios, estaciones de alimentación,
enfermería y residencias para madres e infantes. Terminar con el trabajo
doméstico por medio de la socialización de dichas tareas tuvo una
preocupación prioritaria. Esta labor estuvo a cargo del Departamento de
las Mujeres del partido bolchevique, que dependió del Comité Central.
Fue formado en 1919 por Inessa Armand y luego integrado por Alejandra
Kollontai. Se concedió el derecho a las mujeres a ser miembro de los
consejos rurales, a ser cabeza de familia, a que los hijos ilegítimos no
fueran discriminados, gozar de las mismas condiciones en caso de
divorcio y las casadas no estuvieron obligadas a llevar el nombre del
marido o vivir en el domicilio de este. En 1920 se legalizó el aborto y
la homosexualidad (9). El departamento tuvo su propio periódico,
Kommunistka (mujer comunista) y en 1921 imprimió 30 mil ejemplares. A su
cargo estuvo Bujarin, Inessa Armand y Kollontai.
El estalinismo y el fin de la ilusión
El estalinismo puso fin a la tradición revolucionaria del marxismo
para la liberación de las mujeres. En 1928 Stalin hizo la
colectivización forzosa. Se difundió que las políticas para la extinción
de la familia llevarían al “libertinaje sexual” y comenzaron a alzarse
las ideas de “buenas amas de casa”. En 1936, Pravda denunció un plan
habitacional con cocinas individuales como una desviación de izquierda.
La homosexualidad, la uniones libres y el denominado adulterio se
declararon ofensas criminales en 1934, castigados con un mínimo de ocho
años de prisión, al tiempo que el divorcio devino en un proceso largo. Y
dos años después, el Código Familiar ilegalizo el aborto. Stalin
sostuvo que solo el egoísmo llevaba a las mujeres a abortar. Fomentó el
incentivo a la maternidad con condecoraciones a “heroínas”.
El
Departamento de la Mujer fue abolido en 1930 y Stalin declaró que la
cuestión de la mujer ya estaba resuelto. El viraje estalinista de
colaboración de clases, marcó un curso radical para las décadas
posteriores. Se borró de la historia las lecciones del octubre
bolchevique, la tradición del ala izquierda en la Segunda Internacional y
las bases teórico- políticas del marxismo de los orígenes. No es
casualidad que desde la década 1940 las estrategias surgidas en el siglo
XX como variantes locales del estalinismo, o con una posición ecléctica
ante este, no hayan podido dar una respuesta seria a la liberación de
las mujeres, incluida en ellas a las diferentes variantes guerrilleras.
Hilos de continuidad
En un periodo complejo de persecución política, León Trotsky analizó
la burocratización de la URSS y su impacto sobre las mujeres. Alexander
Goikhbarg, autor de un Código Familiar de 1918 – que entre otras cosas
abolió el status de inferioridad legal de la mujer, eliminó la validez
del matrimonio religioso y la ilegitimidad de hijos concebidos fuera de
matrimonio – fue internado en una institución psiquiátrica por el
estalinismo; otros, que habían participado en el debate sobre este
código, como Beloborodov, Kiselev y Pyotr Krasilov fueron asesinados en
prisión entre 1936 y 1939.
En su obra “La revolución
traicionada” León Trotsky examina este proceso, sus métodos y
consecuencias. Formuló la analogía del “Termidor” y entregó un profundo
análisis de la familia soviética, la prostitución y la política del
estalinismo de desarme de las conquistas de las mujeres en la URSS.
Mientras se silenciaba con la bota del gendarme a la clase que había,
por su propio mérito, hecho una de las revoluciones más increíbles de la
historia hubo quienes mantuvieron en alto las enseñanzas de décadas de
lucha revolucionaria. No analizaremos el la obra de Trotsky en este
artículo, pero podemos establecer en sus trabajos un hilo de continuidad
claro de la respuesta del marxismo revolucionario para la liberación de
las mujeres (10).
Conclusiones
Como he intentado de demostrar, el marxismo dio profundos aportes, en
el pensamiento, elaboración programática, política y de transformación
concreta para la liberación de las mujeres. Desde su surgimiento fue
parte de las oleadas revolucionarias alzando las banderas por la
liberación de la mujer y por la destrucción de la sociedad de clases a
la que ha sido sometida. Un juicio asertivo para con esta corriente no
puede ignorar estos hechos, dentro del tan bullado debate dentro del
movimiento de mujeres y “feminista”. Para elaborar una crítica debe
haber un dialogo con la historia.
Desde la agrupación Pan y
Rosas y la fracción trotskista por la reconstrucción de la IV
internacional, buscamos hacer eco de estas experiencias a 100 años de la
revolución rusa, a más de un siglo de lucha revolucionaria de la clase
trabajadora. No lo hacemos por casualidad, esta es nuestra tradición
insurrecta, la que queremos retomar para pensar la lucha revolucionaria
en el siglo XXI.
Notas Bibliográficas:
(1) Thompson, Edward Palmer, La formación de la clase obrera en Inglaterra, (Barcelona, Editorial Crítica, 1989) pp..19-93.
(2)
Contra esta concepción del socialismo, que tenía su origen en el
carácter artesanal y campesino de gran parte de la producción de Francia
a mediados del siglo XIX, Marx defendió la idea de que la liberación de
la mujer pasaba por su integración al proceso social de producción y
por la abolición, junto con la explotación de clase, de la esclavitud
doméstica, a través de la socialización de las tareas domésticas y de la
educación de los niños.
(3) Andrea D’Atri, "La participación de las mujeres en la Comuna de París” La izquierda diario (2016) http://www.laizquierdadiario.cl/La-participacion-de-las-mujeres-en-la-Comuna-de-Paris (Consultado el 1 de octubre de 2017).
(4) Marx, Karl, and Friedrich Engels. La guerra civil en Francia. (Barcelona, España: Ediciones Europa-América, 1981) pag 25.
(5)
Un ejemplo que destacó fue Vera Zasulich del grupo populista Narodnaia
Volia, que mantuvo correspondencia con Marx durante la década de 1860.
(6) Josefina L. Martinez, " Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo". La izquierda diario (2017)https://www.laizquierdadiario.cl/Las-mujeres-y-la-Revolucion-que-cambio-la-historia-del-mundo?id_rubrique=1201 . (Consultado el 1 de octubre de 2017).
(7)
En este periodo Alejandra Kollontai elaboró varias de sus obras como
“Los fundamentos sociales de la cuestión femenina” (1907), “La
relaciones sexuales y la lucha de clases” (1911), “El Día de la Mujer”
(1913).
(8) Numero 15 Febrero 2017 Soledad (Bengoechea y Maria
Cruz Santos, "Las mujeres en la revolución Rusa", Viento Sur Numero 15
(2017): página 3.
(9) Rodrigo Lopez, Pablo Herón, " La
despenalización de la homosexualidad en la URSS: un hito en la historia
de la liberación sexual". La izquierda diario (2017) https://www.izquierdadiario.es/La-despenalizacion-de-la-homosexualidad-en-la-URSS-un-hito-en-la-historia-de-la-liberacion-sexual
(Consultado el 1 de octubre de 2017).
(10) Wendy Goldman
menciona que la reversión ideológica de 1930 fue esencialmente política y
no una necesidad económica. (Bengoechea y Maria Cruz Santos, "Las
mujeres en la revolución Rusa", Viento Sur Numero 15 (2017): página 4.
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Las-mujeres-y-la-revolucion-Rusa-nuestra-tradicion-insurrecta?id_rubrique=2653
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