Pedro Echeverría V.
1. El arribo de Leticia Ramírez a la Secretaría de Educación no es nada nuevo, es exactamente lo mismo que otros secretarios de otros sexenios. No cambia nada ni puede cambiar porque la educación escolarizada sexenal sigue las normas del gobierno en turno. Que es muy ignorante, que no sabe nada del cargo. Sólo habría que preguntar, fuera del gran político Vasconcelos o de Torres Bodet, ¿quién sabe o ha sabido de su encargo, sin tener 20 asesores tras ellos? La línea política es trazada desde las campañas presidenciales y los secretarios de gabinete sólo les toca obedecer. Los presidentes mandan y todos obedecen; no puede haber nadie independiente.
2. Después de laborar 42 años como profesor de enseñanza escolarizada, aprendí –por experiencia propia- que la llamada educación debe entenderse de dos maneras: la educación de la población que se obtiene en la relación personal durante toda la vida y la educación escolarizada que logran principalmente niños y jóvenes en las escuelas, academias, universidades, etcétera. La primera ha durado toda la vida de la humanidad y en la familia se recibe desde el nacimiento; la escolar, muy diferente, tiene reglamentos estrictos como son años de edad, grados, calificaciones, títulos.
3. En la Edad Media se empieza a dibujar la escuela y eso que llamaron el trívium y el quadrivium; sin embargo, la educación escolarizada –con los muchos parches que le conocemos para adecuarla a las necesidades del sistema- sólo nació junto al sistema capitalista con el objetivo de capacitar a las gentes que le iban a servir. Nunca olvidar que el centro de capitalismo es construir y acumular capital, por ello la creación de la enseñanza escolarizada fue de vida o muerte para los capitalistas. A mayores grados de capacitación mejor servicio al sistema, así como salarios no muy castigados.
4. En México no se requieren muchos años de educación escolarizada: seis años de primaria, tres de secundaria, tres de media superior y cinco de licenciatura (17 años de capacitación para el trabajo dentro del capitalismo) que se inician a los seis años de edad. También la filosofía, la historia, la literatura y carreras artísticas, se incluyen, aunque con enfoque de enseñanza escolarizada, controlada. Estas materias, cuando se estudian libremente son otra cosa, porque ayudan a profundizarlas por muchos años.
5. La educación no debería ser para el trabajo, el contrato, para el salario y los ascensos, para la presunción de un título. La educación debe ser para servir, solidarizarse, ayudar, profundizar en conocimientos para aportar ideas. No me imagino llamar “doctores” o “licenciados” a Platón, Aristóteles, San Agustín, a Hegel o a Marx, porque no es un asunto de escuelas o títulos. La educación es otra cosa: ¿Hasta qué nivel estamos sensibilizados para comprender que la gente humilde, esa que le llaman ignorante por los tontos, tiene más educación al recibirnos en sus pueblos, en sus casas con sonrisas y palabras amables?
6. Así que educación no son grados escolares, calificaciones, diplomas, ni títulos que la burguesía otorga a sus sirvientes. Los demás nos educamos viendo, escuchando, leyendo, haciendo. A la escuela escolarizada vamos por costumbre, por imposición, obligación. ¿Puede cambiar la escuela? Desde luego que sí, pero sólo al cambiar el sistema de dominación, porque la escuela como ha estado por siglos, no cambia nada porque se planifica, se organiza, se hace funcional, para servir al sistema. Mientras más títulos otorga, el sistema aplaude porque tendrá más técnicos y profesionistas a su servicio. (4/IX/22)
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