Una tarea básica para reproducirnos en la noviolencia consiste en la construcción teórica y práctica de
cuerpos e identidades sociales capaces de desobedecer toda orden deshumanizante.
Pietro Ameglio
Cuando las condiciones de las Mujeres en una sociedad implican desigualdad, violencia y opresión -sin plenos derechos-, y todas están profundizadas por la pandemia o la forma en que el Estado eligió que se padeciera esta grave situación, se puede afirmar sin temor a equivocarse que el país está muy lejos de una sociedad democrática; con más de la mitad de su población viviendo condiciones deplorables que ponen en riesgo su vida. Agresiones físicas por el encierro, inestabilidad laboral y acoso; carencia de ingresos propios que acentúan su codependencia, con violencia en todas sus modalidades.
En síntesis, eso es lo que reflejan los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), 2021 de Inegi.
Los derechos fundamentales de las Mujeres son violentados y de ello deja constancia esta Encuesta poniendo en entredicho el Estado Constitucional de Derecho, es una violencia impune y normalizada. El primer dato que aflora: “en México, 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años y más ha experimentado, al menos, una situación de violencia a lo largo de la vida”.
Nótese dice: a lo largo de su vida, como si de esa violencia solo la librara su muerte. La violencia psicológica fue la de mayor prevalencia, seguida de la violencia sexual. En el ámbito comunitario es donde viven mayor violencia, seguido de la relación de pareja, el principal agresor.
Alrededor de 5.2 por ciento de las mujeres de 15 años y más percibió que los conflictos en su relación de pareja iniciaron o aumentaron durante la emergencia sanitaria por la COVID-19. En el ámbito familiar, la cifra ascendió a 8.5 por ciento.
La mayor prevalencia de esta violencia se ubica en: Estado de México, Ciudad de México y Querétaro. Todas estas entidades superan la cifra del 70 por ciento, siete de c/10 diez mujeres son violentadas.
Respecto a la violencia laboral también hay mucho que decir. Existe el Convenio 190 de la OIT, Sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo; sin embargo, el 3 de julio de 2020 el gobierno mexicano depositó el instrumento de ratificación del Convenio ante la secretaría general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El C190 tiene particularidades que ameritan comentarse, una de ellas se refiere a los conceptos de violencia y acoso: la expresión “violencia y acoso” en el mundo del trabajo designa un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género (OIT, Convenio 190, Artículo 1, 2019).
A partir del concepto, se advierte una pluralidad de conductas que permite una mayor protección a la trabajadora o trabajador, más aún si son violentados por razones de género. En este sentido, ya existen criterios del Poder Judicial de la Federación que se han pronunciado en favor de la protección de las personas afectadas directa o indirectamente por acoso. Como ejemplo, me permito citar la tesis aislada de los Tribunales Colegiados de Circuito del rubro de Hostigamiento y Acoso sexual en el Trabajo: “los juicios que involucren alguna de esas conductas deben juzgarse con perspectiva de género, aun cuando las mujeres denunciantes y/o víctimas no sean parte procesal” (2021).
También las reformas a la Ley Federal del Trabajo vigente suman protegiendo contra estos tipos de violencias
¿Qué refiere la ENDIREH sobre estos temas?
ENDIREH considera violencia laboral a los actos y/ o a las omisiones que las personas que tienen un vínculo laboral o análogo con la víctima ejercen, independientemente de la relación jerárquica. Lo anterior no solo atenta contra la igualdad, sino que lesiona la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima e impide su desarrollo.
Según datos de la ENDIREH 2021, 40.0 millones de mujeres de 15 años y más han trabajado a lo largo de la vida y 30.5 millones trabajaron en los últimos cinco años. Del total de mujeres que ha tenido un trabajo, 27.9 de cada 100 han experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida laboral:
- 18.1 por ciento experimentó discriminación laboral,
- 71.4 por ciento vivió situaciones de violencia sexual,
- 12.2 por ciento recibió violencia psicológica y
- 1.9 por ciento vive violencia física.
En el trabajo, las principales personas agresoras reportadas a lo largo de la vida laboral fueron las y los compañeros de trabajo, seguido por las y los jefes o patrones y las y los supervisores capataces o coordinadores (el uso de las jerarquias).
¿Qué obstáculo se enfrentan?
En general siempre este tipo de datos tienen un subregistro, sobre todo los que atañen a la vida laboral, a muchas trabajadoras todavía les va de por medio el empleo pese a que la carga de pruebas ya no descansa en la denunciante.
Pero no es el único factor a resolver en un mercado laboral tan precarizado como el de México. Únicamente 24 por ciento de las trabajadoras están sindicalizadas y de ahí hay que restar los contratos de protección o fantasmas, defienden la patronal. Estar afiliadas a un sindicato puede ser un apoyo importante en la defensa de sus derechos.
Además el altísimo nivel de informalidad laboral en que sobreviven más de la mitad de las mujeres trabajadoras, incluso sin contrato escrito ¡Sin piso firme y expuestas a todo tipo de atropellos!
Y el aspecto cultural que juega un papel preponderante, es una sociedad que ejerce una violencia machista y patriarcal “normalizada” en todas las esferas y desde la niñez hasta la vejez de las Mujeres; así no debe sorprender que ellas tengan un alto umbral a la violencia en el mundo laboral (ser obedientes); porque la han experimentado en casa como hijas o hermanas, posteriormente en su familia nuclear por sus parejas, con total impunidad.
Es indispensable crear conciencia social anti-violencia y en favor de una sociedad de paz democrática y con derechos humanos. Desde las escuelas y los libros de texto, centros de trabajo y vida comunitaria. Todos y todes. @ramonaponce
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