9/29/2008

Guerra entre policías

Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre


Los reiterados y, por ello, desgastados llamamientos a la unidad nacional desparecieron del discurso presidencial. Justamente cuando la disputa entre Genaro García Luna y Eduardo Medina Mora-Icaza adquiere carta de naturalidad y el narcotráfico escala en la imparable espiral de violencia. Aunque “Las cifras muestran que la lucha contra quienes lastiman a México ha dado resultados sin precedentes”, dice el eslogan gubernamental.

Sin demérito de la legitimidad de las demandas enarboladas en las calles del Distrito Federal y en la Cámara de Diputados, como el respeto a sus derechos laborales, los 150 agentes de la Agencia Federal de Inteligencia exhiben la guerra interna entre el secretario de Seguridad Pública y el procurador general de la República.

Los también demandantes de la renuncia de García Luna, aseguran que “es la única solución al problema” y exhiben la incapacidad de Juan Camilo Mouriño Terrazo, jefe del gabinete de seguridad y excelente promotor de negocios familiares desde el poder público, para establecer la coordinación y orden estructural entre los mandos de dos instituciones clave en cualquier acción para combatir al hampa, ya no digamos para emprender la Guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado que, de manera anticonstitucional y politiquera, decretó Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y que la nación paga con un baño de sangre sin precedente desde la Revolución mexicana y un desastre en derechos humanos.

Con las demandas y movilizaciones efectuadas durante dos días y sofocadas con la toma de las instalaciones de la AFI por elementos del Ejército disfrazados con uniformes de la llamada Policía Federal, asegura a Utopía el general José Francisco Gallardo Rodríguez, pusieron en relieve las ilegalidades en que incurre el “gobierno de leyes” para imponer por la vía de los hechos un solo mando para todas las fuerzas policiacas.

El gobierno que discursivamente rinde culto a lo que denomina estado de derecho, permite que sin mediar discusión alguna, el súper jefe policial García Luna acelere la unión de la AFI y la PFP, mediante el acuerdo 05/2007, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 25 de abril de 2007. Y sin respetar derecho alguno, emplaza a los que él mismo dirigió como “investigadores, no como policías de reacción”, a definirse:
“O te pasas a la PFP o renuncias”.

El cofundador y director de la AFI, “la policía del primer mundo” que llenaba de orgullo a Vicente Fox Quesada y Rafael Marcial Macedo de la Concha y presumían en anuncios televisivos, ahora busca desarticularla y dejar al Ministerio Público federal sin respaldo para realizar las investigaciones y ejecutar las órdenes de aprehensión.

No pongo en duda las ventajas de la centralización bajo un solo mando de los 24 mil 533 efectivos de la denominada Policía Federal, de los cuales 18 mil 640 provienen de la Policía Federal Preventiva y 5 mil 893 investigadores de la AFI. Incluso, tampoco, de los 370 mil agentes que forman parte de mil 600 cuerpos de seguridad de los estados. Pero siempre y cuando se hagan las reformas constitucionales y reglamentarias indispensables, y se construyan los consensos entre los agentes sociales y económicos.

Lo que resulta completamente intolerable es que las ocurrencias y proyectos de Calderón Hinojosa y el grupo de amigos y socios con que gobierna, se impongan al país en forma autoritaria e ilegal, como en los mejores tiempos del priato.
El narcotráfico y el crimen organizado son absolutamente ilegales en su esencia, métodos y poderosísima existencia en la aldea global. Mas esta brutal ilegalidad no se puede y no se debe combatir con nuevas y mayores ilegalidades, así provengan de quienes se autoproclaman mañana, tarde y noche “gobierno de leyes”.


Acuse de recibo

En torno a De Villepin y la seguridad (26-IX-08), sugiere el doctor Mario Rivera Ortiz: “Mi querido Eduardo no le creas nada a Dominique de Villepin, es el mismo que frente a las protestas estudiantiles que se realizaron en Francia en marzo de 2006, a propósito del CPE, declaró a la prensa: "Contraint de défenndre le Contrat Premiere Embauche jusqu´au bout", (Le Monde, 17-III-06). Hay que ir conociendo a este francesito”…

Cuenta el escritor y periodista Jaime Avilés sobre José Guadalupe Zamarripa de la Peña: “Cuando hace tres domingos murió de un infarto en un viejo edificio de la colonia Condesa, le faltaban tres días para cumplir 50 años de edad. No tenía gas en el departamento que alquilaba. No tenía un peso en la bolsa, ni en el banco, ni en la vida. No tenía nada, aparte de una inmensa colección de libros y discos, y amigos en todo el país. Pese a que estuvo en una posición de poder dentro del GDF, nunca se valió de la política para enriquecerse, lo que habla de su estatura ética y de su honestidad juarista.”…

Liberar de manera inmediata e incondicional a todos los presos políticos de San Salvado Atenco y Texcoco, solicitó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal a Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México.

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