Patricia Jainot, de CNN
Sus ojos no dan abasto, quiere hablar con ellos, con lo que sea y con lo poco que le queda, porque su boca no articula palabra. Chávez la está demoliendo, suave, sin maltrato, respetuoso, poniéndole por delante una verdad irrefutable. "Patricia -le recuerda Chávez no sólo a Patricia- tú eres colombiana". Y le recuerda que trabaja para la CNN y que todas y todos debemos ser cada día más latinoamericanos, más latinoamericanas. "Más latinoamericana, Patricia".
Patricia no está a gusto, aunque mantiene un peinado agradable en el que aparenta que no se le mueve un pelo, pero el rostro y, muy específicamente, sus ojos buscan oxígeno. Chávez la "acusa" de mentir, de sacar de contexto unas declaraciones que él hiciera antes de las elecciones. Le dice varias veces "Patricia", como acariciándola con un reproche paternal, sin eximirla de la CNN, cadena a la que Chávez pide, una vez más, mil veces más, que no deforme la realidad. Que ya está bien con tanta mentira.
Patricia había adelantado que si Chávez perdía las elecciones sacaría los tanques a la calle. Así, un día cualquiera, tan suelta de cuerpo como de pelo, Patricia se soltó de lengua. Patricia, puesta por la CNN a encender candela en Caracas; en toda la República Bolivariana de Venezuela, frotando el fósforo. Ella colombiana y la cadena que le paga, yanqui, dándole matraca al mundo con que Chávez esto y aquello. Y lo más importante: jamás Chávez, Hugo, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, dijo semejante cosa. Sí, dijo, que si los que ganaban volvían al camino del golpe de Estado, entonces se vería obligado a sacar los tanques para defender a la mayoría del pueblo. Una mayoría indudable –decimos nosotros, basándonos en el resultado de los comicios-. Una mayoría que sigue siendo "chavista". Una mayoría que con Chávez ha ganado y ganado democráticamente el 99% de las elecciones llevadas a cabo en ese país.
Pobre Patricia, enmudecida y pálida. Con los ojos de par en par y sin el oxígeno deseado. Y sobre llovido, mojado. Chávez la emprende contra Glenda Umaña, una "afamada" periodista costarricense, a sueldo de la Central yanqui, colega de Patricia y de algunos periodistas de Costa Rica que, con sueños trasnochados quisieron hace unos añitos cambiarle el paso a la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, declaradamente antiimperialista desde hace más de treinta años, cuando las dictaduras militares –pagadas por EE.UU.- masacraban pueblos enteros y entre ellos a periodistas y nadie sabia quiénes eran, ni qué hacían, Patricia y Glenda.
Chávez arremetió contra Glenda, porque Glenda anunció que en toda Venezuela, antes de las elecciones, regía una veda informativa por obra y gracia del gobierno, cuando en rigor a la verdad la disposición citada era –es- facultad del Poder Electoral. Deformaciones, mentirillas. Abusos.
Patricia y Glenda. Glenda y Patricia, una cuota parte de la CNN. Asalariadas "independientes". ¿Qué cosa es eso?
Juan Carlos Camaño
Presidente de la FELAP
Sus ojos no dan abasto, quiere hablar con ellos, con lo que sea y con lo poco que le queda, porque su boca no articula palabra. Chávez la está demoliendo, suave, sin maltrato, respetuoso, poniéndole por delante una verdad irrefutable. "Patricia -le recuerda Chávez no sólo a Patricia- tú eres colombiana". Y le recuerda que trabaja para la CNN y que todas y todos debemos ser cada día más latinoamericanos, más latinoamericanas. "Más latinoamericana, Patricia".
Patricia no está a gusto, aunque mantiene un peinado agradable en el que aparenta que no se le mueve un pelo, pero el rostro y, muy específicamente, sus ojos buscan oxígeno. Chávez la "acusa" de mentir, de sacar de contexto unas declaraciones que él hiciera antes de las elecciones. Le dice varias veces "Patricia", como acariciándola con un reproche paternal, sin eximirla de la CNN, cadena a la que Chávez pide, una vez más, mil veces más, que no deforme la realidad. Que ya está bien con tanta mentira.
Patricia había adelantado que si Chávez perdía las elecciones sacaría los tanques a la calle. Así, un día cualquiera, tan suelta de cuerpo como de pelo, Patricia se soltó de lengua. Patricia, puesta por la CNN a encender candela en Caracas; en toda la República Bolivariana de Venezuela, frotando el fósforo. Ella colombiana y la cadena que le paga, yanqui, dándole matraca al mundo con que Chávez esto y aquello. Y lo más importante: jamás Chávez, Hugo, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, dijo semejante cosa. Sí, dijo, que si los que ganaban volvían al camino del golpe de Estado, entonces se vería obligado a sacar los tanques para defender a la mayoría del pueblo. Una mayoría indudable –decimos nosotros, basándonos en el resultado de los comicios-. Una mayoría que sigue siendo "chavista". Una mayoría que con Chávez ha ganado y ganado democráticamente el 99% de las elecciones llevadas a cabo en ese país.
Pobre Patricia, enmudecida y pálida. Con los ojos de par en par y sin el oxígeno deseado. Y sobre llovido, mojado. Chávez la emprende contra Glenda Umaña, una "afamada" periodista costarricense, a sueldo de la Central yanqui, colega de Patricia y de algunos periodistas de Costa Rica que, con sueños trasnochados quisieron hace unos añitos cambiarle el paso a la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, declaradamente antiimperialista desde hace más de treinta años, cuando las dictaduras militares –pagadas por EE.UU.- masacraban pueblos enteros y entre ellos a periodistas y nadie sabia quiénes eran, ni qué hacían, Patricia y Glenda.
Chávez arremetió contra Glenda, porque Glenda anunció que en toda Venezuela, antes de las elecciones, regía una veda informativa por obra y gracia del gobierno, cuando en rigor a la verdad la disposición citada era –es- facultad del Poder Electoral. Deformaciones, mentirillas. Abusos.
Patricia y Glenda. Glenda y Patricia, una cuota parte de la CNN. Asalariadas "independientes". ¿Qué cosa es eso?
Juan Carlos Camaño
Presidente de la FELAP
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