Por Mark Weisbrot
Los esfuerzos de mediación que la Secretaria de Estado de EU para tartar de resolver la crisis hondureña, que comenzó cuando un golpe militar destituyó al Presidente de Honduras Mel Zelaya hace más de cuatro semanas, ha fracasado. Ha llegado la hora – algunos dicen que tardía – para que los gobiernos de América Latina jueguen el papel que les corresponde. Deben tomar los pasos necesarios para implementar un mandato unánime de la Organización de Estados Americanos: "el inmediato e incondicional retorno" del Presidente Zelaya a su cargo de elección.Esto puede lograrse con o sin la ayuda de la administración Obama. Es importante notar que las últimas dos crisis políticas de la region se solucionarion sin ninguna participación significativa de Washington. La primera fue en marzo del año pasado, cuando Colombia bombardeó e invadió territorio ecuatoreño, en una operación dirigida contra la guerrilla colombiana FARC. América Latina presentó un frente unido en su respuesta, condenando la violación a la soberanía de Ecuador. La crisis se resolvió en una reunion del Grupo de Río el 7 de marzo, cuando el Presidente Uribe de Colombia se disculpó y prometió no volver a violar la soberanía de ningún país.
En el verano del año pasado, derechistas bolivianos opuestos al gobierno del Presidente Evo Morales emprendieron una serie de acciones violentas que despetaron el espectro de una guerra civil separatista. Pero los jefes de estado de UNASUR - la Unión de Naciones Suramericanas – se reunieron en Santiago para declarar de manera unánime su apoyo al gobierno de Morales. Esta unificada respuesta regional, y las consiguientes investigaciones de UNASUR sobre quién había patrocinado la violencia de derecha, ayudaron a poner fin a las esperanzas insurreccionales de la derecha boliviana.
Era demasiado esperar que el proceso de mediación impulsado por la Secretaria de Estado Hillary Clinton permitiera resolver la crisis en Honduras. El gobierno de EU tiene demasiados intereses entran en conflicto con lo que el resto de la región requiere y necesita.
En primer lugar, hay una base military de EU en Honduras, la única base de su tipo en América Central. El proceso de reforma constitucional que el Presidente Zelaya esperaba impulsar fácilmente podría haber llevado a los votantes a rechazar las tropas extranjeras en su suelo.
Sin embargo Buena parte de nuestro gobierno se inclinaría más por un sistema politico democrático. Sin embargo, cuando las opciones al alcance oscilan entre una democracia y una base militar, la trayectoria de Washington no es buena.
El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, recordó a Clinton de que el proceso de mediación debe tener lugar dentro del marco de una resolución de la OEA , por lo que no debe imponer condiciones al retorno de Zelaya - especialmente, dijo, cuando tiene que ver con una coalición de gobierno que la misma gente que lo derrocó. Esta fue una de las condiciones que propuso el Presidente de Costa Rica Oscar Arias, a quien Clinton convocó para llevar a cabo la mediación.
Amorim hizo notar también que cualquier solución negociada que fuese interpretada como un premio a quienes perpetraron el golpe, aumentaría la amenaza de golpes militares en otros países.
Entonces, son este tipo de preocupaciones las que ponen de relieve los motivos del decidido y nada ambiguo interés de Latinoamérica por revertir completamente el golpe.
De otra manera tendrán que vivir con las consecuencias de su fracaso.
En cambio en Washington tenemos una maraña de intereses encontrados: poderosos cabilderos como Lanny Davis y Bennett Ratcliff, que están cerca de Clinton y que están encabezando la estrategia del gobierno frente al golpe;
la derecha republicana que incluye a miembros del congreso quienes abiertamente apoyan el golpe; y los "New Cold Warriors" (Nuevos Guerreros Fríos) al interior del Congreso, del Departamento de Estado, y de la Casa Blancaque ven a Zelaya como una amenaza debido a su cooperación con la Venezuela de Hugo Chavez y con otros gobiernos de izquierda.
No debe de sorprender pues la respuesta de Washington al golpe ni las señales mixtas que envía a la región. La primera declaración de la Casa Blanca ni siquiere criticaba el golpe y es la hora que el Departamento de Estado ni siquiera lo ha calificado como lo que es, un golpe de estado.
En cuanto a Clinton, ella se ha negado en repetidas ocasiones a decir que de lo que se trata aquí es de "restaurar el orden democrático" en Honduras, lo cual significa regresar a Zelaya al poder – y menos aún ha expresado que el retorno debe ser incondicional. La administración esperó tres semanas para amenazar con cortar la ayuda exterior, y Washington sigue siendo el único país del Hemisferio que sigue manteniendo a su embajador en Managua.
América Latina le dió a Washington una oportunidad para que ejerciera su influencia sobre las élites hondureñas, a fin de restablecer la democracia en ese país. Pero no funcionó. Ahora le toca a América Latina encabezar este esfuerzo. Bueno, esperemos que así suceda.
Esta columna fue publicada por The Guardian Unlimited el 30 de julio de 2009. Si alguien desea reimprimirla, la condición es que por favor incluya un enlace con el texto original.
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