Pedro Echeverría V.
1. Todas las luchas, hasta la más pequeña, debe ser dirigida contra el sistema capitalista; de lo contrario puede ser un divertimento más. Cualquier lucha, de esas que llaman “democráticas”, debe tener contenido de clase, es decir, demostrar ante la sociedad que mil cosas cambiarían profundamente si destruimos este modo de producción totalmente inequitativo y desigual. Observé Cancún, lo recorrí a pie y en vehículo de Alex; observé el arribo de decenas de autobuses de campesinos, dormí en el campamento de Vía Campesina y escuché los discursos de muchos de sus representantes, pero sentí que era el mismo discurso y los mismos aplausos. En septiembre de 2003 –cuando preparamos durante 20 días nuestras grandes protestas en Cancún contra la OMC- teníamos claro nuestro enemigo; hoy me parece que se escapa entre el discurso demagógico del presidente de México, los argumentos de Lula para no venir y la falta de consignas claras.
2. Observé que el funesto ejército mexicano sigue recorriendo las calles de Cancún para intimidar con sus rifles, metrallas y perros; la policía controla las calles y cientos de policías civiles y “orejas” –muy bien camuflados- duermen incluso en los campamentos. Como diría una propaganda de hace muchos años: “¡La policía siempre vigila!”; pero nunca la represión es fundamental cuando se tienen muy claros los objetivos por los que se lucha. Como diría Mao: “El imperialismo es un tigre de papel”, hasta “El viejo Tom puede remover montañas”, es decir, no puede haber fuerza imperialista tan grande y tan armada cuando el pueblo se unifica y se dispone a enterrar a su enemigo. ¿Qué necesitamos entonces? Sin duda tener muy claro quiénes son nuestros enemigos, conocer nuestras fuerzas y lanzarnos a las mil batallas. Observo que la batalla contra el cambio climático no está muy clara, que puede ser dispersora sino es anticapitalista.
3. ¿Es que todas nuestras luchas deben ser contra la explotación, la opresión, la desigualdad y por el socialismo libertario? Me parece que aquí no debe caber la menor duda. Cuando decimos que hay que apoyar todas las formas de lucha: huelgas obreras, tomas de tierra, ocupaciones urbanas, luchas en las calles, guerrilleras, electorales, democráticas, estamos diciendo -pero también condicionando- que todas esas luchas deben contribuir a agudizar y acrecentar la lucha de clases por la construcción de una sociedad igualitaria, es decir socialista. ¿Para qué sirven la lucha salarial, sindical electoral, si sólo es para ganar unos pesos más o para obtener funcionarios de gobierno que luego se hacen empleados de la burguesía? ¿O es que mil sindicatos o políticos con los que nos hemos solidarizado no han terminado luego en ser más de lo mismo porque no los hemos contaminado con ideas socialistas o simplemente las han traicionado?
4. Quintana Roo, así como Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán, etcétera, son plazas del narcotráfico –de esas que vendió -el íntimo de Calderón, Camilo Mouriño, según denuncia WKL- y sus gobiernos han tenido que someterse a los productores y distribuidores de droga. Las campañas contra el cambio climático y el calentamiento de la tierra no pueden reducirse a consignas que parezcan abstractas. Las batallas contra el imperialismo y sus burguesías en cada país deben ser concretas y directas demostrando que Calderón es un agente del imperialismo, de los empresarios y de la clase política mexicana; que si no nos decidimos a luchar en serio contra las fuerzas del capital y no contribuimos hacer más clara la conciencia de lucha, seguirán pasando los años y las décadas sin hacer crecer la rebelión. Quizá debemos entusiasmarnos menos con falsos triunfalismos y tengamos que reflexionar más para organizar en serio las batallas
5. Decía resumidamente mi amigo César Torroela que el optimismo político viene del corazón y el pesimismo de la razón. Explicaba algo así como que el corazón es caliente y la mente fría. Hay cosas, como en amor que no se puede ser en frío, pero la política –que es mil veces más complicada, no puede hacerse “en caliente”, siguiendo instintos y voluntad. Pero también sería un error separar uno y otro. ¿Qué pensar cuando los gobiernos de la burguesía –con sus discursos demagógicos y sin sustancia- sólo buscan mantenernos en la ignorancia política (no escolar) para que no nos organicemos ni obtengamos una conciencia de clase? Mao –puedo recordar- enseñaba la relación práctica-teoría-práctica con el objetivo de estar siempre reflexionando a cerca de nuestras acciones con el fin de mejorarlas. No se trata de cambiar el discurso sino de desaparecerlo para que juntos construyamos –sin caudillos- nuestro proceso.
6. Si los obreros, como dijera Marx en 1871, quieren tomar el cielo (La Comuna) hay que acompañarlos con gran entusiasmo; pero sería importante saber cuál es el contenido de ese “cielo” y si no nos podría aplastar. Y la tomaron, y establecieron medidas que enseñaron –por unos meses- que los trabajadores organizados de manera horizontal son capaces de gobernar impulsando la autogestión y la igualdad. Sin embargo esa “utopía realizada” fue aplastada por la botas del ejército napoleónico. Nos enseñó esa utopía de París que todo lo que pensemos hacer con objetivos y acciones colectivas no pueden ser nunca utopías imposibles. Si las reflexionamos bien y logramos que las propuestas o ideas penetren en las masas nada será imposible. La Comuna demostró que siempre hay que acompañar a los trabajadores, que hay que aprender con ellos a luchar, pero tenemos la obligación de conocer bien al enemigo y nuestras fuerzas para no ser asesinados.
7. Hay que participar en la gran marcha del martes siete en Cancún. Hay que protestar en concreto contra el cambio climático y el calentamiento global, pero hay que denunciar al imperialismo, al capitalismo, al gobierno yanqui y a Calderón. Hace siete años nos confrontamos en las barricadas porque la reunión la realizaron en plana zona hotelera; hoy –como verdaderos asesinos del mundo- la han organizado en hoteles impugnables a muchos kilómetros de distancia de Cancún. En aquel año ganamos a los medios de información con protestas radicales y acciones fuera de control; es por lo menos lo que se puede lograr para evitar que nuestras acciones pacíficas sean usadas por sectores del imperialismo. Nuestra lucha es por la revolución mundial, porque todas nuestras acciones contribuyan para barrer de la tierra todo el sistema de explotación y opresión y para instalar uno igualitario que impida la destrucción del mundo.
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