El año pasado el conjunto de cintas conmemorativas de la Revolución Mexicana dio la medida cabal de las limitaciones de este cine de ficción en el terreno de la imaginación artística, mostrándose acartonado y oficialista (incluso en su pretendida intención crítica), y sin mayor atractivo para los mismos espectadores a que iba dirigido. Se trató de ficciones inocuas aplaudidas de antemano por el círculo cercano de los realizadores, denostadas sin dificultad por quienes, convencidos de que nada había que celebrar en esas fechas, también podían concluir que en la creación fílmica tampoco había materia de celebración posible.
Transcurrido el año de las efemérides vacías, y en un clima de violencia real y desaciertos gubernamentales que sólo consiguen agudizarla, el documental sigue capturando las voces del inconformismo moral y la disidencia política, y lo más notable, sigue contaminando con su registro de la realidad a aquellas películas de ficción que verdaderamente vale la pena tomar en cuenta. A esta producción marginal se añade hoy una variante poco valorada en la cartelera comercial: el documental histórico. La historia en la mirada, de José Ramón Mikeljáuregui, es un formidable trabajo que reúne y organiza imágenes sobre la Revolución Mexicana procedentes en lo esencial del archivo de los hermanos Alva y restauradas digitalmente por la Filmoteca de la UNAM. Este rescate enriquece lo hasta hoy conocido y preservado, particularmente lo que se compiló en el largometraje Memorias de un mexicano (1950), a partir de los archivos fotográficos del ingeniero Salvador Toscano, donados por su hija Carmen Toscano de Moreno Sánchez, y la reunión de imágenes sobre el ejército constitucionalista, claro homenaje a Venustiano Carranza, realizadas por el fotógrafo Jesús H. Abitia, que fueron la base de otro documental histórico, Epopeyas de la Revolución (1963), de Gustavo Carrero.
Lo que ahora acomete Mikeljáuregui, con asesoría del historiador Carlos Martínez Assad, es una obra que acertadamente combina el rigor de la exposición histórica –precisa, accesible, didáctica– y una enorme inventiva en el manejo del diseño sonoro y de una edición (Hugo Mendoza) no desprovista de lirismo. Considérese la imagen inaugural: un lento recorrido por la calle de Plateros (hoy Madero) que desemboca en la plaza mayor arbolada. Los hermanos Alva, quienes además de sus numerosas vistas de acontecimientos políticos y mundanos, también realizaron en 1913 el corto humorístico Aniversario del fallecimiento de la suegra de Enhart, ofrecen aquí no una sucesión abigarrada de escaramuzas militares, sino de modo elocuente los rostros muy vivos, capturados en su inmediatez y complejidad gestual, de los protagonistas, tanto célebres como anónimos, de la gesta revolucionaria. Entre las vistas destacan las relativas a la inauguración del Monumento a la Independencia y el Hemiciclo a Juárez, en 1910, la apertura del manicomio de la Castañeda, la colocación de una cápsula del tiempo, y naturalmente el recuento de las luchas por el poder que luego de enfrentar a caudillos que fueron antiguos aliados, culminó en una impresionante sucesión de magnicidios.
Contrariamente a Memorias de un mexicano, el proyecto de La historia en la mirada tuvo la idea afortunada de prescindir por completo de un comentario verbal; no hay una voz en off que relate los sucesos, pero estos aparecen en intertítulos discretos que son una guía eficaz para el espectador sin mayor información histórica. El resultado, algo más que una labor de investigación histórica o un pesado acopio periodístico, es una mirada artística que interpreta y ordena las imágenes disponibles, presentándolas de modo atractivo, sacando el mayor provecho del trabajo de digitalización e instituyendo con una pista sonora sobresaliente (Eduardo Gamboa) el marco para un disfrute plenamente audiovisual. La cinta de Mikeljáuregui (realizador también en 1995 del corto documental Planeta Siqueiros), presenta atmósferas sugerentes, escruta los rostros y las miradas, convoca al público a completar lo insinuado o aquello enfatizado en algún cuadro con vida independiente en el conjunto de la pantalla, y enriquece de modo muy vital e imaginativo la tradición del documental histórico. La historia en la mirada está nominada este año para el premio Ariel en la categoría de mejor documental. Una elección muy acertada.
Se exhibe en Cineteca Nacional, Cinemanía, Cinemex Mundo E, y en Casa del Cine (Uruguay 52).
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