Sacerdocio y pederastia
Fue de la
camada escogidapor Maciel,
afirma ex legionario sujeto a abuso
Piden perdón cuando ya no hay otro remedio; no hacerlo les causaría más daño, señala
Carolina Gómez Mena
Periódico La Jornada
Viernes 7 de febrero de 2014, p. 3
Viernes 7 de febrero de 2014, p. 3
José
Barba, quien formó parte de los ocho ex legionarios que denunciaron a
finales de los años 90 los abusos sexuales de Marcial Maciel, desconfió
de que la elección del nuevo director general de la Legión de Cristo,
el mexicano Eduardo Robles Gil Orvañanos, se traduzca en una renovación
de dicha congregación.
antigua camada escogida personalmente por Maciel–fundador de la Legión de Cristo– y consideró que su elección,
más que un paso hacia adelante, parece uno hacia atrás.
Entrevistado por La Jornada, comentó que esta determinación
de ninguna manera es un avance considerable, pues se pone al frente de una congregación a la que se pretende renovar a una persona cercana a Maciel, en lugar de optar por alguien
menos contaminadopor el fundador, como el alemán Sylvester Heereman, quien desde octubre de 2011 asumió provisionalmente la dirección de la Legión de Cristo debido a los problemas de salud de Álvaro Corcuera.
Antes, por lo menos estaba Sylvester Heereman, un legionario que tenía cinco años de sacerdocio, entró tardíamente a la Legión y probablemente había sido de los menos contaminadospor Maciel, indicó Barba.
Acerca de la aprobación de una nueva constitución de la legión, una de las tareas que los sacerdotes reunidos en el Capítulo general extraordinario que se realiza en el Vaticano, Barba comentó: habrá que ver si ésta
va a determinar algo diferente, y dijo que difícilmente las
instituciones con actitudes de catacumbaspueden tener cambios profundos.
No considero que se conviertan en una especie de nuevos franciscanos, es sumamente difícil dejar de ser lo que se es, agregó.
En cuanto al perdón que la congregación pidió por los abusos sexuales contra niños, Barba indicó que además de ser tardío, cuando les conviene
ellos administran la verdad y el engaño. Piden perdón cuando ya no hay otro remedio, porque no hacerlo causaría mayor daño a la congregación.
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