Tomás Mojarro
Yo le perdonaría, dije ayer, que todos los pobres mexicanos pobres, que en México lo somos todos si exceptuamos a los ricos, vayan a tener que engañar el hambre con puros tacos de frijoles con chile, pero ya sin frijoles. Ya sin tortilla. ¿Me entiende usted?
Le perdonaría que en su momento y a lo esperpéntico se haya disfrazado con un chaquetín de mílite sobre una camisa de civil, y que se haya dejado encasquetar una gorra color verde olivo con cinco estrellas como cinco soles, atuendo que a usted le sentó como a la acémila un par de aretes. Se lo perdonaría. Esperpento, surrealismo, contradicciones, todo le perdonaría, como también que para su gobierno (de algún modo lo tengo que designar) haya adoptado o dejádose adoptar tantas medidas que fueron las propuestas del que usted descalificó como “un peligro para México” y un aliado del ya difuntoHugo Chávez, ese mismo al que usted acababa de caravanear en la tierra de Augusto César Sandino, como antes fue a contemporizar con un “gober precioso” al que tan rudamente descalificó cuando usted candidato a Los Pinos.
Yo esperaba que su persona, como si de pronto recibiera, al modo de los discípulos de Jesús, el carisma de algún espíritu santo, se hubiese sobrepuesto a su talante de apenitas y, con la primera medida de estadista y hombre con los tamaños en su nidal, se hubiese atrevido a dar el “quinazo”. ¿Cómo, con quién? Con el antecesor en Los Pinos. Era de justicia elemental, esa justicia debidamente asentada en esa Carta Magna que usted, a pujidos porque lo atrinchilaban panistas, perredistas, sargentos y uno que otro coronel, juró que iba a defender, o que la patria se lo demandase. Es muy probable que la miró en la primera plana:
“Guanajuato. Con la ampliación de la carretera de dos a cuatro carriles y la transformación del centro de la comunidad rural de San Cristóbal, el ex Presidente Fox, junto con Marta, pretende cumplir un anhelo: tener un pueblo mágico, con museo, restaurante, biblioteca, hotel de cinco estrellas, centro comercial y centro de estudios para la democracia”.
Señor, ¿pueblo mágico? ¿Y las sospechas fundadas de corrupción? Esos corruptos son una herida abierta en el ánimo colectivo mientras los miremos en completa libertad. ¿Pueblo mágico? ¿Ellos, los Fox-Bribiesca-Sahagún? ¿Ellos, los Korrodi amigos de Fox, los Aldana y Romero Deschamps, los Montiel protectores-protegidos de Peña a lo cínico y descarado van a seguir pasándose la ley por los dos tompiates, tanto como ese Fox que anuncia inversiones por 500 millones de dólares en el PEMEX que Peña privatizó? ¿Fueron ellos tan fuertes como débil usted?
Lo anterior le perdonaría, pero no esta amenaza: que usted, causante del daño colateral de su guerra insensata (“apenas” el 10 por ciento, que significó miles de cadáveres de niños, ancianos, mujeres, el que iba pasando, el que murió por error), pretenda usar no la mano del gato precisamente, sino del Cordero, para tornarse el fiel de la balanza en las elecciones del nuevo presidente del PAN y vomitar ese Madero que trae usted atravesado en el gañote. ¿Semejante ventolera la planeó en su juicio, señor?
Porque al involucrarse una vez más, a lo descarado, en asuntos de grilla política dejaría usted su exilio encubierto para regresar al país. Estaría en su derecho, pero vuelva a pisar esta tierra y eso, créame, yo jamás iría a perdonárselo. Queda dicho y vale. (Daño colateral…)
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