Fausto Ponce
MÉXICO, D.F. (apro).- Leviatán es un mítico monstruo marino, el cual hace su aparición en La Biblia,
específicamente en el libro de Job; es un monstruo devastador con el
que no se puede negociar y al que aparentemente tampoco se le puede
vencer.
Con base en lo anterior, el director Andrey Zvyaginstev nos trae una historia devastadora llamada precisamente Leviatán (Leviathan, Rusia-2015), en donde el individuo es atropellado por el poder del Estado y las corruptelas de un político.
En el norte de Rusia, un individuo llamado Nikolai (Aleksey
Serebryakov) está a punto de enfrentarse con un Leviatán, encarnado en
las vestiduras de un servidor público (Roman Madyanov) que funge como
el alcalde corrupto de la localidad.
La autoridad desea expropiar los terrenos donde Nikolai vive con su
esposa Lilya (Elena Lyadova) y el hijo adolescente del primero, Romka,
y en donde adempor el personaje centrala humana, lo que podre al
parecer estganar, pero poco a poco vamos viendo como el alcalde
comienza a ecás tiene su pequeño taller de reparación automotriz.
En un principio todo parece indicar que Nikolai tiene las de ganar,
pero poco a poco vamos viendo cómo el alcalde comienza a echar a andar
la terrible maquinaria burocrática en contra de nuestro “héroe”, quien
poco a poco se va resquebrajando, así como su vida y los seres que
están a su alrededor. Y lo peor es que el alcalde no está solo, la
religión parece estar de su lado.
Leviatán es una denuncia al sistema polpor el personaje
centrala humana, lo que podre al parecer estganar, pero poco a poco
vamos viendo como el alcalde comienza a ecítico ruso, que se encuentra
lejos de la democracia, pero cerca de un sistema feudal en donde el
individuo es pisoteado y reducido a una piltrafa humana, lo que genera
cierta antipatía por el personaje central.
Además de la agudeza crítica de su guión, la cinta cuenta con magníficas actuaciones.
¿Qué elementos podría tener en contra? Para quienes están acostumbrados a un ritmo narrativo ágil, Leviatán y su devastadora calma podrían ser una pesadilla de dos horas con veinte minutos.
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