Brecha
El gobierno
mexicano comenzó el año con una medida impopular que causó centenas de
movilizaciones en 30 ciudades del país, cuando decidió ajustar hasta en
un 20 por ciento el precio de venta al público de los combustibles.
Catedráticos afirman que el ajuste es un requisito para avanzar en la
privatización de un mercado hasta entonces estatal y monopólico.
El
gasolinazo fue anunciado como una decisión del gobierno federal,
encabezado por Enrique Peña Nieto, para alinear los precios internos del
combustible (naftas y gasoil) con los del mercado internacional. Así,
se fijó un cronograma de ajustes de precios de venta al público que
comenzó con un aumento de hasta 20 por ciento, continuó con dos ajustes
en febrero que no se hicieron, y a partir del 18 de ese mes el precio de
las gasolinas fluctúa día a día, con una diferencia ya anunciada de
hasta 50 centavos por litro.
“La decisión fue tomada de cara al
proceso de integración energética con Estados Unidos, pero no sólo
generó irritación social, sino una preocupación fundada en los impactos
inflacionarios que tendrá, de manera profusa, en otros precios de la
economía mexicana”, explica el maestro en políticas públicas Eduardo
Vega López, director de la Facultad de Economía de la Unam.
“En
enero ya se rebasaron las perspectivas de inflación quincenal de 1,5 por
ciento, cuando anualizada para el año 2017 era de cuatro puntos
porcentuales. Para el cierre del mes la inflación se ubicó en 1,8 por
ciento, y se espera que la anualizada, con el alza del precio de los
combustibles, rebase los seis puntos en el año. Esto significa malas
noticias durante todo el año para el bolsillo de los mexicanos”, agregó.
El catedrático argumentó que otro cantar sería si el aumento se
hubiese planificado como parte de una política pública que pretendiera
corregir cuestiones como el cambio climático, pero afirma que la
decisión está directamente relacionada con el proceso de apertura a las
importaciones de nafta y gasoil, cuya producción hasta el 1 de enero era
monopolio de Petróleos Mexicanos, Pemex.
Sigue el director de
la Facultad de Economía: “Cuando el gobierno aprobó la reforma
energética, en 2014, decidió abrir el mercado de combustibles a la
inversión privada, argumentando que al haber otros productores que
compitieran con Pemex se daría un abatimiento de los precios. Ahora
vemos que está sucediendo todo lo contrario”.
¿El gasolinazo es
el primer paso tangible de esta reforma estructural? “Sí, aunque el
discurso del gobierno sea distinto y lo explique como una respuesta a la
coyuntura de los precios internacionales.”
El día que el precio
de las gasolinas comenzó a ajustarse diariamente, Peña Nieto convocó a
una inédita reunión en Los Pinos, en el salón donde suele reunirse con
sus secretarios de Estado, con una parte de los periodistas y directores
de los medios masivos de comunicación. Treinta y un “líderes de
opinión” escucharon las explicaciones del primer mandatario sobre cómo
funciona la fórmula para ajustar los precios diariamente. Se hace con
base en dos variables: el precio internacional del petróleo y la
relación entre el peso mexicano y el dólar, dijo.
“La coyuntura
de enero fue devaluatoria para el peso, lo que incrementa los precios de
todo lo importado. Es posible que la situación del gasolinazo se
repita, porque ahora estamos dejando que el mercado internacional decida
el precio de venta interno”, agregó Vega López.
Alejandro
Álvarez Béjar prefiere presentarse como “socioeconomista”, es también
profesor de la Unam y está asociado al Comité 68. Explicó que aunque el
esquema del gasolinazo sea complicado de entender, la gente vio que ese
aumento brusco impactará en cascada sobre el resto de los precios,
principalmente en los de los productos de primera necesidad. Y sostuvo
que en realidad el anuncio adelantó la liberalización del precio de las
gasolinas, algo que originalmente la Secretaría de Hacienda tenía
previsto para 2018 y que nunca se explicó públicamente por qué se hizo
un año antes.
“El gobierno argumentó que era necesario cambiar
la forma en que se fija el precio de la gasolina diciendo que la ley de
la oferta y la demanda (y ya no un precio controlado monopólicamente por
Pemex) va a bajar a la larga los precios al consumidor, pero se eligió
para hacerlo un momento en que el peso tiene una devaluación
significativa.” Por otra parte, explica Álvarez Béjar, en el mercado de
Texas, de donde se abastece la mayor parte de México, el petróleo está
especialmente bajo (es el más barato de Estados Unidos) desde hace siete
u ocho años. “Atendiendo al mecanismo previsto, resulta inexplicable
por qué un aumento tan drástico. Lo que está realmente detrás es que los
nuevos grupos que van a distribuir la gasolina, los privados que entran
en este mercado, exigieron una especie de cobertura del riesgo
cambiario, haciendo que el ajuste del precio de venta al público sea el
que cubra sus inversiones futuras. Se están adelantando a lo que pueden
llegar a perder: el gasolinazo es el colchón que exigieron los
empresarios privados para entrar al negocio local.”
El problema,
coinciden ambos expertos, es que casi un tercio del ingreso del
gobierno federal proviene de la renta petrolera. Así, el otro gran
flanco que abre el gasolinazo está asociado a las finanzas públicas. “En
México se decidió, décadas atrás, que más del 40 por ciento del
presupuesto federal se respaldara con recursos provenientes de la venta
del petróleo. Ahora, al abrir la importación desmedida de combustibles,
Pemex va a dejar de captar los recursos que antes captaba, entonces ¿de
dónde se va a financiar el gasto público?”, cuestionó Vega. Lo van a
financiar los consumidores de las gasolinas, los que salieron a
protestar a las calles en más de 30 ciudades mexicanas, que van a pagar
de más.
“Con ese nivel de aumento el gobierno podrá captar unos
300 millones de pesos en recursos fiscales que necesita para tener
margen de acción en 2018, año electoral. Pasó directamente la carga de
la financiación pública a la población y pretende que eso pase sin
disconformidad”, dijo Álvarez Béjar.
Así, el gasolinazo se
explica de manera doble: fue un ajuste ocasionado por la presión del
lobby empresarial del petróleo y, a la vez, la nueva fuente de ingresos
para el presupuesto federal.
Chau Pemex
La parte
conflictiva de todo esto, entiende Álvarez Béjar, es que mientras la
liberalización avanzaba en los planes gubernamentales, se le iban
imponiendo recortes a la empresa estatal. “La actividad en la zona
petrolera del sureste está paralizada desde hace meses porque Pemex dejó
de pagar a sus proveedores. Estos ajustes ya han provocado el despido
de miles de trabajadores en Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Yucatán y
Tabasco, y provocaron una contracción de la actividad económica en esa
región”, agregó. Mientras, en el norte, sobre todo en la frontera con
Estados Unidos, como en Mexicali, Baja California, la respuesta social
también ha sido muy fuerte porque el transporte público es malo y todo
el mundo depende de los autos para trasladarse.
“Pemex ya
trabaja a la mitad de su potencial, está sobreendeudada, y si atendemos a
que el dinamismo de una región entera depende de esa empresa, la
situación se vuelve una locura completa. ¿Quién sobreendeudó a Pemex?
¿Quién acabó con las reservas del petróleo mexicano? Decidieron exportar
el crudo a Estados Unidos, dejaron de invertir en refinerías,
estancaron la producción nacional. El deterioro de la capacidad
productiva de Pemex fue deliberado”, afirma Álvarez Béjar.
¿Pemex está siendo desmantelada? Responde Vega López: “En 2009 se tomó
la decisión de construir una refinería en el estado de Hidalgo, se hizo
la licitación pero nunca se llevó a cabo. Las inversiones no han llegado
de manera masiva al país como se especulaba, y las que llegaron están
usando la infraestructura de Pemex. No hay inversión directa nueva
porque las trasnacionales están arrendando las estaciones, los ductos,
todo lo ya existente para suministrar los combustibles que ellos
importan. La importación desregulada de gasolinas y diésel no incentiva
la inversión directa”.
Álvarez Béjar no duda de que la economía
mexicana ya vive una situación de fragilidad, en la que crece la deuda y
decae el producto bruto interno. “Llevamos más de dos meses con
protestas populares que se van a mantener. El segundo ajuste del
gasolinazo fue congelado por temor a la protesta social. El mecanismo
propuesto para ajustar el precio a futuro es enredado y falso. Están
comprando la gasolina más barata que nunca y la venden más cara que
nunca. ¿Quién les cree ya?”
Lo que también aparece en el
horizonte como “daño colateral” del gasolinazo, apunta el director de la
Facultad de Economía, es que se están sentando las bases para que
México se vuelque –como lo ha hecho Estados Unidos durante los últimos
diez años– a la explotación del shale gas en lugar del petróleo.
“Desde el punto de vista energético y ambiental eso sería poco
recomendable. La extracción del gas de lutitas (también llamado de
esquisto) no es como sacar petróleo. Es más difícil acceder a él porque
implica fracturar rocas muy profundas del subsuelo para extraerlo”,
advierte Vega. El fracking es la técnica utilizada para esto, y requiere
grandes inversiones y tecnología de punta que sólo manejan los grandes
conglomerados mundiales de energía. Una vez más, los beneficiados son
los emporios trasnacionales. “Lo peor de esta técnica es que lleva a
inyectar miles de metros cúbicos de agua por segundo en el subsuelo, en
un país donde la escasez de este recurso ya está generando problemas”,
concluyó Vega.
Mientras tanto, en el primer día de marzo, el quilo
de tortillas de maíz –base de toda la comida mexicana– costaba 16 pesos.
Hace un año costaba 11.
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