Ya son muchos
los ataques contra la Constitución de la Ciudad de México, una de las
más progresistas del mundo. La imagen me remite al martirio de San
Sebastián: una lluvia de flechas atravesando el torso de una figura
masculina, pintada por hombres: Botticelli, El Greco, Rafael, se
considera la primera pintura de un desnudo masculino. Siempre
representado como un joven imberbe, con expresión de placer y de dolor,
el inherente homoerotismo de sus imágenes lo convirtió en el primer
icono gay de la historia de occidente. Para Tennessee Williams, San
Sebastián es el primer gay martirizado en occidente, Oscar Wilde utilizó
el nombre Sebastián como
su propio aliasdespués de su liberación de prisión. Actualmente es patrono de las personas Queer o LGBTI.
Asaeteada por la Procuraduría General de la República, por la
Presidencia de la República, por el Tribunal Superior de Justicia
capitalino, por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, por el
presidente del Senado, nuestra Constitución –siempre sustantivo
femenino, como la ciudad– es blanco de instituciones federales, de
verdugos que torturan a ciudadanos y ciudadanas con diversidad de
identidades y de sueños. Nos atacan por querer forjar una nueva cultura
política que reconozca la pluralidad y el sentido de vanguardia de la
sociedad capitalina, por escribir un marco legal que permita cambiar las
formas autoritarias de gobierno, por ciudadanizar un Poder Judicial que
sólo ha reproducido la injusticia, por pretender enfrentar con seriedad
la corrupción y por querer ampliar y hacer exigibles los derechos
humanos.
Al supremo poder conservador no le gusta nada la Constitución de la ciudad, afirmaba en días pasados un desplegado de Morena. Como ocurrió hace unos días en el Congreso federal, cuando las diputadas de Morena, junto con las de MC y del PRD tuvieron que tomar la tribuna para exigir que en todo el país las mujeres decidan si optan por abortar en caso de violación. Las instituciones de la Federación no quieren la ampliación de derechos humanos ni reconocer la personalidad jurídica de individuos y comunidades locales en la Constitución de la Ciudad de México, se trata de una embestida retrógrada para negar los derechos de las mujeres y desconocer los logros del feminismo y del movimiento LGBTI; ataque que busca reducir a
programas de planificación familiarlos emergentes derechos sexuales y reproductivos.
Con flechas de tres tiros dan golpes contra la transparencia, la
exigibilidad y la justiciabilidad de los derechos humanos; no quieren
que haya Internet gratuito ni que los periodistas tengan derecho al
secreto profesional, tampoco quieren la autonomía para pueblos
originarios y comunidades indígenas. Se oponen a la libertad sindical, a
la libre asociación y a la justicia laboral de las y los trabajadores.
Se niegan a elevar a nivel constitucional el derecho a la pensión
universal de adultos mayores, a la educación superior y a la cultura.
Quieren privatizar el espacio público, el agua potable y su gestión.
Como quieren aferrase al poder y sostener estilos ostentosos y corruptos
de vida, tienen pánico a la revocación de mandato y a la autonomía del
Poder Judicial, quisieran que los diputados sean relectos hasta por
cuatro periodos, en vez de uno, como quedó estipulado.
Sin consultar a los miembros de ese cuerpo legislativo, el
presidente del Senado objeta la autonomía de las alcaldías, el derecho a
la salud, a la muerte digna y al uso terapéutico de la mariguana;
también niega el tercero constitucional, al desconocer la laicidad del
Estado y al considerar que impartir educación básica y reconocer el
derecho a la educación superior de la ciudadanía capitalina es
competencia exclusiva de la Federación.
A fin de fortalecer y legitimar más una constitución local que
satisface en 80 por ciento la agenda de Morena, este partido presentó
recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por la
asignación de legisladores federales del Senado y del Congreso en la
Asamblea Constituyente, recurso que probablemente retirará por
extemporáneo; también presentó como recurso inconstitucional la paridad
de diputados uninominales y plurinominales en la conformación del
Congreso local, y objetó que no se sometiera a referendo.
Morena defenderá todos los derechos de la ciudadanía logrados en la
Constitución capitalina, porque en la Asamblea Constituyente fue muy
difícil romper las barreras que nos presentaban continuamente los
diputados impuestos por el Ejecutivo y el Legislativo federal, esos
mismos que fueron enviados por Enrique Peña Nieto y los partidos
alineados, y quienes firmaron con alegría la Constitución de la Ciudad
de México. Los mismos que ahora parecen arrepentidos y regañados por un
furioso poder central que quiere opacar el brillo ejemplar de nuestra
Constitución, que quiere anular un texto antineoliberal que contrasta
con una Carta Magna federal parchada por 11 reformas fallidas.
Acribillada como San Sebastián, nuestra Constitución sobrevivirá al
supremo poder conservador, porque esta lucha no es jurídica, sino
electoral, y lejos de desdibujarse, es probable que el dictamen de la
SCJN termine fortaleciéndola. Ante un enemigo común, la acción podría
resultar unificadora de las izquierdas, de este lado en que hoy late un
corazón que se está librando de las saetas.
Twitter: @Gabrielarodr108
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