En Zimbabwe
La mujer recoge unos leños de una enorme pila y prepara fuego para hervir el agua y hacer la comida para que su marido se bañe y coma antes de irse al trabajo en bicicleta.
“¡Shorai! ¡Shorai! ¡Shorai!”, llama Zimbudzana a su hija de 14 años, que aún duerme y debe ayudarla con las tareas diarias.
“Mi día comienza a las cuatro de la mañana. Cocino, enciendo el fuego, voy a buscar agua y paso el resto del tiempo en el campo o el jardín, según el mes”, relata la mujer.
“Mi día a menudo termina a las diez de la noche, ya que tengo que asegurarme de que todo el trabajo doméstico esté hecho, incluso atender a mis seis hijos, antes de poder descansar”, añade en diálogo con IPS. Rara vez le queda tiempo para asistir a actividades comunitarias.
Muchas mujeres y niñas se hacen cargo del trabajo –pesado, desigual y aparentemente natural– que implica cuidar a su familia, algo que pocas veces se aprecia, no resulta financieramente beneficioso y está profundamente arraigado en la cultura de este país del sur de África.
“En los últimos años, considerables evidencias y resultados de investigaciones demuestran que la inversión en el trabajo del cuidado no remunerado – por los gobiernos, la sociedad civil y los empleadores – mejoran el bienestar, el goce de los derechos de las mujeres, el desarrollo económico y reduce la desigualdad”, afirmó Anna Giolitto, de la organización humanitaria Oxfam.
Desde 2014, Oxfam trabaja en Zimbabwe para fortalecer los derechos económicos de las mujeres mediante la recolección de datos sobre los cuidados no remunerados, la innovación en las intervenciones y la influencia en políticas y prácticas para abordar la atención como parte del empoderamiento femenino.
La organización no gubernamental llevó a cabo programas en tres distritos desde 2014 y desarrolló dos herramientas para evaluar el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado de las personas en las comunidades, el Análisis de Atención Rápida y la Encuesta sobre el Cuidado en el Hogar.
“El objetivo principal es reducir el tiempo o la labor requeridos para el trabajo doméstico diario y el cuidado de las personas, y así aumentar la participación de las mujeres, su empoderamiento, liderazgo y representación en las esferas públicas y privadas”, explicó Giolitto.
Los resultados de la encuesta mostraron que las mujeres se encargan de hacer de tres a seis veces más horas de trabajo de cuidados que los hombres.
Según ONU Mujeres, el mundo del trabajo está evolucionando, con importantes consecuencias y oportunidades para las mujeres debido a la globalización y las revoluciones tecnológica y digital.
Sin embargo, la creciente informalidad del trabajo, la inestabilidad de los medios de subsistencia y los ingresos, las nuevas políticas fiscales y comerciales y los impactos ambientales tienen un efecto negativo en el bienestar de muchas mujeres en todo el mundo. Como tales, deben abordarse en el contexto de su empoderamiento económico.
Las mujeres que trabajan en la economía informal de Zimbabwe se enfrentan diariamente a la hostilidad del entorno económico y de los funcionarios de seguridad, incluso en las aduanas.
“Nos confiscan los bienes en los puestos fronterizos debido a la cantidad limitada de mercancías que se permite ingresar al país. Acabamos pagando más dinero a los transportistas con el fin de pasar una cantidad razonable por la frontera”, manifestó Lorraine Sibanda, presidenta de la Cámara de Asociaciones de la Economía Informal de Zimbabwe (ZCIEA). Cerca de 65 por ciento de sus integrantes son mujeres, indicó.
Sibanda agregó que las tarifas de los transportistas no son uniformes, por lo que se puede pagar varias veces por las mismas mercancías. Además, tienen que cargar con gran peso durante mucho tiempo, lo que puede tener consecuencias nocivas para la salud de las mujeres involucradas en el comercio transfronterizo.
“Poco o nulo conocimiento de los trámites aduaneros, como la declaración de bienes, también contribuye a que las comerciantes sean víctimas de los transportistas depredadores, del personal de inmigración y otros elementos que rondan los puestos fronterizos para ganarse la vida”, aseguró Sibanda.
La Oficina Nacional de Estadísticas de Zimbabwe señaló que 84 por ciento de la clase trabajadora del país pertenece al sector informal y solo 11 por ciento tiene un empleo formal.
Oxfam no trabaja con mujeres comerciantes transfronterizas en Zimbabwe, pero aplica la estrategia de las “cuatro R” para el cambio en su empoderamiento:
Reconocer el trabajo de cuidados a nivel de las políticas, la comunidad y el hogar, para hacerlo visible y valorarlo. Cambiar la idea de que se trata solo de una actividad natural de las mujeres. Es trabajo.
Reducir el trabajo de los cuidados mediante el uso de tecnologías y servicios que ahorren tiempo.
Redistribuir la responsabilidad del cuidado de manera más equitativa – de mujeres a hombres, y de familias al Estado y los empleadores.
Representar a las cuidadoras en la toma de decisiones.
“Las mujeres serán capaces de hacer más cuando haya hombres que compartan la responsabilidad en el hogar, así como cuando desempeñen un papel clave en las decisiones en sus hogares”, afirmó Giolitto.
Kelvin Hazangwi, de Padare (Foro de Hombres sobre Género), también enfatizó la necesidad de compartir el trabajo de cuidados no remunerados.
“Los hombres deben tomar la iniciativa para disminuir el peso del cuidado que hacen las mujeres, ya que esto tiene un efecto positivo en el hogar, la comunidad y el país en general”, opinó Hazangwi.
Padare es un foro de hombres que aboga por la igualdad de género en Zimbabwe.
ZCIEA cree que el sector informal es el futuro, y que políticas económicas de inclusión de género, la formalización del comercio informal, la infraestructura digna, la protección social, los servicios de salud, el reconocimiento de los comerciantes informales como actores económicos clave darán lugar a un crecimiento sostenible e inclusivo.
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
Constance Huku, de la localidad rural de Masvingo, en el sudeste de Zimbabwe, carga leña.
El canto del gallo despierta a Tambudzai Zimbudzana, de 32 años, quien rápidamente dobla sus mantas y sale de su casa de tres habitaciones, con techo de chapas (lámina), en Masvingo, una localidad rural del sudeste de Zimbabwe.
El canto del gallo despierta a Tambudzai Zimbudzana, de 32 años, quien rápidamente dobla sus mantas y sale de su casa de tres habitaciones, con techo de chapas (lámina), en Masvingo, una localidad rural del sudeste de Zimbabwe.
La mujer recoge unos leños de una enorme pila y prepara fuego para hervir el agua y hacer la comida para que su marido se bañe y coma antes de irse al trabajo en bicicleta.
“¡Shorai! ¡Shorai! ¡Shorai!”, llama Zimbudzana a su hija de 14 años, que aún duerme y debe ayudarla con las tareas diarias.
“Mi día comienza a las cuatro de la mañana. Cocino, enciendo el fuego, voy a buscar agua y paso el resto del tiempo en el campo o el jardín, según el mes”, relata la mujer.
“Mi día a menudo termina a las diez de la noche, ya que tengo que asegurarme de que todo el trabajo doméstico esté hecho, incluso atender a mis seis hijos, antes de poder descansar”, añade en diálogo con IPS. Rara vez le queda tiempo para asistir a actividades comunitarias.
Muchas mujeres y niñas se hacen cargo del trabajo –pesado, desigual y aparentemente natural– que implica cuidar a su familia, algo que pocas veces se aprecia, no resulta financieramente beneficioso y está profundamente arraigado en la cultura de este país del sur de África.
“En los últimos años, considerables evidencias y resultados de investigaciones demuestran que la inversión en el trabajo del cuidado no remunerado – por los gobiernos, la sociedad civil y los empleadores – mejoran el bienestar, el goce de los derechos de las mujeres, el desarrollo económico y reduce la desigualdad”, afirmó Anna Giolitto, de la organización humanitaria Oxfam.
Desde 2014, Oxfam trabaja en Zimbabwe para fortalecer los derechos económicos de las mujeres mediante la recolección de datos sobre los cuidados no remunerados, la innovación en las intervenciones y la influencia en políticas y prácticas para abordar la atención como parte del empoderamiento femenino.
La organización no gubernamental llevó a cabo programas en tres distritos desde 2014 y desarrolló dos herramientas para evaluar el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado de las personas en las comunidades, el Análisis de Atención Rápida y la Encuesta sobre el Cuidado en el Hogar.
“El objetivo principal es reducir el tiempo o la labor requeridos para el trabajo doméstico diario y el cuidado de las personas, y así aumentar la participación de las mujeres, su empoderamiento, liderazgo y representación en las esferas públicas y privadas”, explicó Giolitto.
Los resultados de la encuesta mostraron que las mujeres se encargan de hacer de tres a seis veces más horas de trabajo de cuidados que los hombres.
Según ONU Mujeres, el mundo del trabajo está evolucionando, con importantes consecuencias y oportunidades para las mujeres debido a la globalización y las revoluciones tecnológica y digital.
Sin embargo, la creciente informalidad del trabajo, la inestabilidad de los medios de subsistencia y los ingresos, las nuevas políticas fiscales y comerciales y los impactos ambientales tienen un efecto negativo en el bienestar de muchas mujeres en todo el mundo. Como tales, deben abordarse en el contexto de su empoderamiento económico.
Las mujeres que trabajan en la economía informal de Zimbabwe se enfrentan diariamente a la hostilidad del entorno económico y de los funcionarios de seguridad, incluso en las aduanas.
“Nos confiscan los bienes en los puestos fronterizos debido a la cantidad limitada de mercancías que se permite ingresar al país. Acabamos pagando más dinero a los transportistas con el fin de pasar una cantidad razonable por la frontera”, manifestó Lorraine Sibanda, presidenta de la Cámara de Asociaciones de la Economía Informal de Zimbabwe (ZCIEA). Cerca de 65 por ciento de sus integrantes son mujeres, indicó.
Sibanda agregó que las tarifas de los transportistas no son uniformes, por lo que se puede pagar varias veces por las mismas mercancías. Además, tienen que cargar con gran peso durante mucho tiempo, lo que puede tener consecuencias nocivas para la salud de las mujeres involucradas en el comercio transfronterizo.
“Poco o nulo conocimiento de los trámites aduaneros, como la declaración de bienes, también contribuye a que las comerciantes sean víctimas de los transportistas depredadores, del personal de inmigración y otros elementos que rondan los puestos fronterizos para ganarse la vida”, aseguró Sibanda.
La Oficina Nacional de Estadísticas de Zimbabwe señaló que 84 por ciento de la clase trabajadora del país pertenece al sector informal y solo 11 por ciento tiene un empleo formal.
Oxfam no trabaja con mujeres comerciantes transfronterizas en Zimbabwe, pero aplica la estrategia de las “cuatro R” para el cambio en su empoderamiento:
Reconocer el trabajo de cuidados a nivel de las políticas, la comunidad y el hogar, para hacerlo visible y valorarlo. Cambiar la idea de que se trata solo de una actividad natural de las mujeres. Es trabajo.
Reducir el trabajo de los cuidados mediante el uso de tecnologías y servicios que ahorren tiempo.
Redistribuir la responsabilidad del cuidado de manera más equitativa – de mujeres a hombres, y de familias al Estado y los empleadores.
Representar a las cuidadoras en la toma de decisiones.
“Las mujeres serán capaces de hacer más cuando haya hombres que compartan la responsabilidad en el hogar, así como cuando desempeñen un papel clave en las decisiones en sus hogares”, afirmó Giolitto.
Kelvin Hazangwi, de Padare (Foro de Hombres sobre Género), también enfatizó la necesidad de compartir el trabajo de cuidados no remunerados.
“Los hombres deben tomar la iniciativa para disminuir el peso del cuidado que hacen las mujeres, ya que esto tiene un efecto positivo en el hogar, la comunidad y el país en general”, opinó Hazangwi.
Padare es un foro de hombres que aboga por la igualdad de género en Zimbabwe.
ZCIEA cree que el sector informal es el futuro, y que políticas económicas de inclusión de género, la formalización del comercio informal, la infraestructura digna, la protección social, los servicios de salud, el reconocimiento de los comerciantes informales como actores económicos clave darán lugar a un crecimiento sostenible e inclusivo.
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
Crédito: Sally Nyakanyanga / IPS
Por: Sally Nyakanyanga* Cimacnoticias | Harare.-
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