Luis Hernández Navarro
Ante el nuevo diluvio universal
que amenaza con ahogar a buena parte de la vieja clase política,
importantes empresarios y un buen número de políticos tradicionales han
decidido abordar el arca de Noé de Morena y Andrés Manuel López Obrador
(AMLO).
Convencidos de que, tras el naufragio de la administración de Enrique
Peña Nieto, no hay futuro en la nave del PRI, se han sumado a las filas
de AMLO, unos silenciosamente y otros haciendo mucho ruido. Su
influencia se ha hecho sentir.
López Obrador fue, por cuarto mes consecutivo, el presidenciable que
recibió más atención en radio, televisión y periódicos
(https://goo.gl/leCYPN). Y, aunque el tabasqueño es indudablemente un
fenómeno informativo, no se rompe la tradicional cerrazón de los medios
de comunicación electrónicos si no hay amigos que echen la mano.
Algunos de los que hasta hace muy poco tiempo veían en él la
encarnación de todos los males ahora comienzan a verlo hasta guapo.
Según Héctor Aguilar Camín, que en algún momento llamó a Andrés Manuel
el profeta de la confrontacióny un emblema del
populismo mexicano, el último libro del dirigente nacional de Morena, 2018, la salida: decadencia y renacimiento de México, es un relato indignado que toca
las ganas de creer que laten en el fondo del desencanto, la furia y la incredulidad mexicanas.
A las filas de AMLO se han sumado personajes relevantes del entorno
del zedillismo. Este es el caso de Esteban Moctezuma, secretario de
Gobernación y de Educación Pública con el ex mandatario, y presidente de
la Fundación Azteca, del magnate Ricardo Salinas Pliego. Moctezuma es
el responsable del área de desarrollo social dentro del equipo
encabezado por Alfonso Romo, dedicado a elaborar el Proyecto de Nación
2018-2024 de Andrés Manuel. Aunque no se ha formalizado aún, corre la
versión de que también se adherirá al proyecto Santiago Levy,
responsable de elaborar el programa Oportunidades y el Plan
Puebla-Panamá.
Entre los principales promotores en el mundo empresarial a treparse a
la nueva arca de Noé se encuentra el millonario regiomontano Alfonso
Romo. Consejero junto con Ernesto Zedillo y Enrique Krauze del
Instituto Atlántico de Gobierno, la conservadora institución educativa
dirigida por el ex presidente del gobierno español José María Aznar,
Romo dista mucho de ser un hombre progresista. En octubre de 2000
sostuvo que había que enjuiciar al presidente de Chile Salvador Allende
por asesino(https://goo.gl/5GpBM3).
Este proceso de abordaje de la barca morenista no deja de tener
momentos peculiares. Uno tuvo lugar el pasado domingo 19 de febrero,
cuando Andrés Manuel encabezó, en Tuxtla Gutiérrez, la firma del Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México.
Asistieron, con lonas, gorras y pancartas, unos 20 mil seguidores,
muchos movilizados por los aspirantes a la gubernatura del estado. Bajo
un fuerte sol, 25 ciudadanos notables acompañaron al Peje en el templete.
La firma de este acuerdo es parte de su estrategia para hacer pública las adhesiones y mostrar
músculo. Se echó andar el pasado 29 de enero en Morelia, Michoacán, donde logró reunir cerca de 30 mil ciudadanos, en buena parte perredistas, entre ellos 23 ediles, 62 regidores, ocho síndicos y 35 dirigentes locales del sol azteca. En Tabasco, el acuerdo consiguió la adhesión de empresarios y de al menos una veintena de líderes de otros partidos, como el PRD y el PRI, entre diputados federales y ex candidatos a gobernador, entre otros el ex secretario de Gobierno Raúl Ojeda Zubieta, la ex candidata a la alcaldía de Centro por el PVEM Rosalinda López Hernández y el ex secretario de SSP Audomaro Martínez.
En el Parque Bicentenario de Tuxtla Gutiérrez se sumaron
personajes como Rómulo Farrera, el empresario más importante de la
entidad, conocido como El Bronco del sureste por su deseo de
ser candidato independiente; Rutilio Escandón, presidente del Tribunal
de Justicia del estado, y Rafael Castillejos, presidente del Club de
Industriales de Chiapas. En el acto estuvo presente el senador Zoé
Robledo, recién salido de las filas del sol azteca, y el priísta Plácido
Morales, ex convicto y personaje muy cercano a Pablo Salazar. La prensa
destacó el apoyo al acto de Fernando Coello Pedrero, abuelo del actual
gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.
El mitin transcurrió en medio de una guerra de abucheos contra las
personalidades que aspiran a la gubernatura de la entidad. Y, mientras
Óscar Gurría Penagos, presidente de Morena, amonestaba a
quienes han sumido a Chiapas en la pobrezay ahora
quieren ser de Morenay, advertía que
una cosa es sumar esfuerzos y otra cosa es más de lo mismo, los seguidores de Rutilio Escandón le chiflaban y gritaban:
¡Ya cállate!, mientras agitaban banderitas de AMLO.
López Obrador tuvo que intervenir para atemperar los ánimos. “Más
allá de algunas diferencias –los recriminó–, no hay que pelearse abajo,
porque el problema está arriba, en la mafia.” Les dijo:
No se gana nada con los cargos, porque para alcanzarlos
basta con ser medianamente inteligentes y lambiscones. Finalmente no apadrinó a ningún aspirante, ni bendijo a nadie.
Pese a ello, muchos militantes de base de Morena en Chiapas, sobre
todo jóvenes, expresaron en redes sociales su malestar con buena parte
de los nuevos socios del proyecto, a quienes identifican con la famosa
mafia del podercontra la que pelean.
El músculo que AMLO mostró en la movilización de Tuxtla Gutiérrez es
un indicador de fuerza notable, pero, también, de desdibujamiento de un
proyecto. Morena ha hecho del combate a la corrupción y la desigualdad
sus principales banderas de lucha; sin embargo, muchos de los que hoy se
suben al arca de Noé para sobrevivir al diluvio difícilmente pueden
presentar como sus credenciales la integridad o su compromiso con la
causa de la equidad. Se dirá que para ganar la inmortalidad de las
elecciones se necesita sumar todas las fuerzas posibles. Como en el Fausto, de Goethe, la pregunta es a qué precio.
Twitter: @lhan55
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