Tras una reunión efectuada ayer, los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) Benito Nacif y Ciro Murayama declararon
capítulo cerradoel tema de las rebajas salariales de 10 por ciento para 32 altos funcionarios de ese organismo, acordadas en enero por su Junta General Ejecutiva y declaradas inválidas el viernes por un fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Asimismo, Nacif descartó la disminución de los llamados gastos de representación, tales como comidas, ya que éstos serían meramente simbólicos, al representar una erogación de sólo 4 millones de pesos.
La rebaja en las percepciones de los consejeros de 177 mil a 160 mil
pesos mensuales se aprobó en enero como parte de una serie de medidas de
austeridad que buscaba recomponer la imagen del instituto tras los
escándalos que provocó el dispendio en aguinaldos, teléfonos celulares
de alta gama y remodelación de instalaciones. Sin embargo, el consejero
Nacif presentó un recurso de inconformidad y logró que la medida fuera
revocada, porque el TEPJF consideró que la Junta General Ejecutiva
no tiene competencia legal para aprobar este tipo de medidas. Cabe aclarar que el fallo del tribunal no impide reducir los salarios de los funcionarios por una vía distinta que los acuerdos de la junta.
Aunque pareciera que para algunos funcionarios el tema se agota en el
apego a los códigos, queda claro que los actuales salarios y
prestaciones de los altos cargos gubernamentales y de los organismos
autónomos como el propio INE resultan ofensivos y antiéticos, en una
realidad de dificultades financieras y contrastantes desigualdades
sociales como la que caracteriza a nuestro país. En vista de los
constantes recortes al gasto público y el imparable endeudamiento del
Estado –entre muchas otras señales de alarma para las finanzas
públicas–, la negativa a adoptar medidas mínimas de racionalidad en el
gasto constituye un insulto a las mayorías trabajadoras que sostienen,
mediante sus impuestos, la estructura de gobierno y administración
pública.
Un elemento adicional de consideración se encuentra en los
complejos procesos electorales locales que culminarán en los próximos
meses y, ante todo, la previsiblemente ríspida contienda por la
Presidencia de la República, que habrá de verificarse el año entrante.
En efecto, el reto que suponen la organización y calificación de estas
elecciones obliga a la instancia encargada de verificar el cumplimiento
de la legalidad comicial a poner especial cuidado en la imagen que
proyecta ante la sociedad, pues una percepción ciudadana de frivolidad o
desapego de la realidad sociopolítica puede generar graves distorsiones
en la aceptación de los resultados electorales.
En suma, como árbitro, el INE requiere contar con toda la confianza
de la sociedad ante y para la cual ejerce sus funciones, confianza que
de manera comprensible se desvanece ante la reiteración de prácticas
desafortunadas. Para restaurar y mantener el consentimiento ciudadano,
sin el cual no es posible hablar de instituciones democráticas, es
necesario rectificar las conductas presentes y generar mecanismos que
ajusten la operatividad institucional a la realidad y el sentir social.
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