6/18/2017

El Warhol cineasta



Alan Rodríguez
Ya en el pináculo de su trayectoria como artista plástico, por ahí de 1963, Andy Warhol compró una cámara Bollex de 16 mm. Se fue a Hollywood en compañía del poeta y actor Taylor Mead y comenzó a hacer sus películas. Algo hastiado de la pintura, buscaba experimentar un nuevo medio.
El experimento devino innovación casi desde el inicio. La exposición Andy Warhol: estrella oscura, en el Museo Jumex, permite (re)conocer parte de ese ejercicio. Una sala está dedicada a sus películas. Ahí se pueden contemplar sus títulos Eat (con Robert Indiana masticando una seta por más de media hora), Sleep (seis tomas de John Giorno durmiendo por más de cinco horas), Blow Job (epítome de la lascivia que, según su director, las películas debían despertar) y Empire (audacia longitudinal de ocho horas con el edificio neoyorquino a cuadro). Se agregaron screen tests en las que vemos a Nico, Bob Dylan, Salvador Dalí y Allen Ginsberg.
El nombre de Andy Warhol está inscrito con tinta de eternidad en la historia del cine de vanguardia. Su trabajo se alinea con el cine underground reconocido así gracias al nervio de su principal animador y sacerdote, Jonas Mekas, quien alegaba que los cineastas de esta corriente hacían películas desde las necesidades profundas del espíritu humano. Sus filmes se ofrecían sumamente personales y poco ambiciosos.
Aunque al genio del pop art se le aprecia sobre todo como el principal expositor del cine estructural, definido sobre todo por su duración y forma (cámara fija, efecto parpadeante, refilmación de la pantalla).
El cine de este pintor de latas de sopa marcó pauta al de Hollywood, cuando éste absorbió su realismo capturado fuera de los estudios y su explícita sexualidad. Y también el cine de vanguardia abrevó de la filmografía warholiana, al retomar sus prácticas austeras y tomas de larguísima duración (ejemplo actual: el ganador del León de Oro, Lav Diaz).
Al igual que su pintura, el cine de este ilustrador de Pensilvania es una negación de categorías y principios tradicionales. Aparentemente superficiales y dignas de bostezo, a simple vista sus películas parecen un conjunto de tomas en bruto sin montar. Él simplemente encendía la cámara y se alejaba.
Con Andy Warhol se instaló un esquema distinto en la experiencia cinematográfica. Lo suyo no sólo abarcó la realización, llegó a intervenir directamente en los procesos de distribución y exhibición. Con implicaciones futuristas, añadió al cine una simplicidad conceptual dotada de detalles minimalistas, glamour y vitalidad. Sus imágenes toscas, sus grabaciones deudoras de los directores primitivos, sus personajes imantados, responden a un fórmula fundacional de la que el artista supo hacer una insignia.
Twitter: @kromafilm

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