Monedero
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Frente
a viento y marea en contra de todas las opiniones nacionales e
internacionales se militariza el país, al autorizar el Senado la nueva
Ley de Seguridad Interior. Tanto la ONU como la Unión Europa (UE)
externaron sus opiniones en contra de esa Ley, pero todo ha sido inútil
hasta ahorita, sin embargo la lucha en contra de esa Ley no ha
terminado, apenas inicia, lo que sí es que para 2018 se tendrá ese
“pequeño” escollo.
Muchas de las explicaciones –más allá de dar la certidumbre a las
fuerzas militares, o el crecimiento de la delincuencia–, son los graves
problemas económicos actuales de la mayoría de la población; los que se
avecinas; las elecciones del próximo año y el anuncio de medidas
económicas o políticas muy impopulares. Todas ellas en su conjunto
causarían un enorme descontento social y para eso estarían alistados los
militares con sus “súper” funciones.
Para empezar es muy obvio el empobrecimiento de la población
trabajadora, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (Coneval) el ingreso laboral per cápita mostró una
disminución real de 2.1 por ciento entre el tercer trimestre de 2016 y
el tercer trimestre de este año. Ver gráfica aquí.
El porcentaje de población con ingreso laboral inferior al valor de
la canasta alimentaria creció. Pasó de 40 por ciento a 41.8 por
ciento, entre el tercer trimestre de 2016 y el tercer trimestre del
año.
De acuerdo al propio Coneval si el ingreso laboral (ITLP) aumenta más
que el valor de la canasta alimentaria, el poder adquisitivo del hogar
mejora y el ITLP tiende a bajar. De forma inversa, si el precio de los
alimentos de la canasta alimentaria aumenta más que el ingreso laboral,
el poder adquisitivo disminuye, por lo que el ITLP tiende a subir.
A los salarios se los ha comido la inflación, esa que el anterior
Gobernador de Banco de México (Cartens), dijo que se reduciría a 3.0
después de marzo. Resulta que para noviembre es de 6.63 por ciento,
prácticamente el doble a la del mismo periodo del año pasado (3.36 por
ciento) y los salarios mínimos sólo aumentaron 3.7 por ciento, nada que
ver.
El aumento de precios más importante está en energéticos. En 2015
aumentaron 2.15, para 2017 13.94 por ciento. Según la gráfica en 2011
un tanque de gas doméstico de 20 kilos costaba 220 pesos; para este año
ese precio creció 73 por ciento, ahora cuesta 380, además ese precio es
diferencial en el país (datos de la Comisión Reguladora de Energía).
Son los “logros” de la reforma energética, que se potenciarán el
próximo año, ya que a partir de noviembre se liberalizaron todos los
precios de los energéticos. Significa más aumentos con el mismo sueldo. Y
las mujeres son las que tienen los salarios más bajos.
No se puede perder de vista que el aumento al gas LP le pega
directamente al precio de la canasta alimentaria. El aumento del gas
guarda una estrecha relación con la depreciación del peso, más de la
mitad de las ventas de primera mano de este producto provienen de Pemex.
Pero los incrementos en los precios de los alimentos no se quedan
atrás, prácticamente todos los seleccionados en la muestra que aparece
en la gráfica crecieron considerablemente desde 2011 (ver gráfica).
Frutas y verduras tenía en 2015 una inflación de 6.19, ahora es de
14.91 por ciento, ya son inaccesibles, porque los salarios son los
mismos.
Con un salario mínimo una persona debe trabajar 24:13 minutos y para
cubrir una canasta básica para cuatro personas requiere un salario
diario de 245.00 pesos (datos del Observatorios del Salario de la Ibero
de Puebla).
Incluso la variación real del salario contractual es negativa en 1.47
puntos en lo general pero para manufacturas asciende a 2.7 por ciento.
Es innegable que ha crecido la pobreza en el país.
Quien sabe porque José Antonio Meade –candidato del PRI a la
Presidencia– declaró en diciembre que: “el salario mínimo es suficiente
para contrarrestar los aumentos a la gasolina y a la luz”,
probablemente se refería a otro país, porque aquí en México, eso es
totalmente falso.
Ni siquiera el “Buen Fin” logró revitalizar al mercado interno, más
de un tercio de los comercios reporta que sus ventas permanecieron
igual, respecto al año anterior, con una disminución (en general) del
25 por ciento, respecto a 2016 (datos de Inegi). Claro, con salarios de
hambre y descuentos de mentiritas, imposible crecer.
A propósito de crecimiento Cepal estima un crecimiento de la economía
del 2.2 para este año, y de 2.4 por ciento para 2018. Ambos son
insuficientes para superar tanta pobreza y quedan incumplidas las
promesas de campaña de Enrique Peña Nieto.
Los factores de incertidumbre para 2018 prácticamente son los mismos
de este año, salvo las elecciones. Desvalorización del peso;
renegociación del Tratado de Libre Comercio –con las absurdas y
autoritarias imposiciones de Trump–; sus locuras como el proyecto de
reforma fiscal, que avanza peligrosamente. No sólo para México, sino
también para la economía de Estados Unidos y de sus habitantes, claro
para las personas pobres. Entre otras cosas implica una mayor
concentración del ingreso, en ambos países.
* Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce
Especial
Cimacnoticias | Ciudad de México
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