Pedro Echeverría V.
1. Pienso que sería importante “un mundo de paz y felicidad humana”;
pero sé que éste jamás ha existido en ningún tiempo o lugar del
universo. Me sonrío internamente cuando escucho esas frases por los
medios de información, así como entre personas con estos buenos deseos
que se repiten por tradición y costumbres. Esto de la “paz y felicidad”
son al perecer nada, simples palabras aisladas cumplidoras que “se las
lleva el viento”.
2. Por el contrario en las sociedades capitalistas jamás podrá
acabarse la guerra porque explotar y apropiarse del fruto del trabajo de
otros es la guerra. Acumular gigantescos capitales y riquezas, mientras
la mayoría de la población sufre miseria y hambre, es una guerra sin
cuartel. Establecer la dictadura de una minoría de políticos y
empresarios, es una guerra. Continuar con la desigualdad es la guerra.
¿No será que si se quiere la paz hay que prepararse para la guerra?
3. Este es un mundo –según los partidarios de la dialéctica- de
oposiciones y contradicciones y la lucha de contrarios, produce los
avances entre lo positivo y lo negativo, los explotados y explotadores,
la corrupción y la honradez, entre la guerra y la paz, entre lo bueno y
lo malo; no podría existir solamente un polo de las fuerzas porque estas
contradicciones conforman la unidad. Por tanto luchar por la paz es
luchar por la guerra; una no puede existir sin la otra.
4. Yo digo que desear la paz y la felicidad es sólo repetir una frase
que no es real. Los marxistas han dicho que el conflicto, la lucha
perenne de contrarios, es la estructura de lo real, sin más. Tanto en lo
individual como en lo social, el fenómeno humano está atravesado por un
desgarramiento existencial. La imagen de un sujeto -individual o
colectivo- armónico y feliz no es sino mitología. Una idea impuesta y
acomodada socialmente.
5. Es la realidad, la dimensión misma, el horizonte en el que lo
humano es, y asume las más diversas formas. Recuerdo que Dostoievski, en
alguna parte de su estrujante y violenta obra, defendía la guerra como
arma de los explotados frente a sus verdugos. Seguramente Tolstoi, el
escritor ruso de La guerra y la paz trató en 1865 el problema con mayor
profundidad. La paz nunca ha existido, ni puede existir, sin la guerra.
(24/XII/17)
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