Autor: Nancy Flores / @Nancy_Contra
México
vive una de sus peores crisis en materia agroalimentaria, que se
refleja tanto en el abandono del campo y la miseria de miles de
ejidatarios y campesinos, como en la desnutrición y obesidad de millones
de personas que no tienen acceso a una canasta básica balanceada y
saludable.
Sobre
este tema, entrevisté a Víctor Suárez Carrera, director ejecutivo de la
Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del
Campo (ANEC), quien afirma que México enfrenta una catástrofe
alimentaria.
Para el estudioso de los
temas ligados a la producción de alimentos, esta situación es resultado
de 35 años de políticas neoliberales y 23 años de vigencia del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Y
tiene razón: antes de ese convenio tripartita, nuestro país era
autosuficiente en los productos más consumidos por los mexicanos, además
de que la sociedad no padecía los alarmantes niveles de obesidad y
sobrepeso actuales.
Y es que por el
TLCAN, micro, pequeños y medianos productores quebraron, y los
campesinos y ejidatarios independientes apenas sobreviven en situaciones
de precariedad que rayan en lo inhumano. Además de que el país fue
incapaz de prohibir la importación masiva de productos chatarra y con
bajo contenido nutricional.
Las cifras de la crisis
Suárez
Carrera le pone números a esta crisis: más de 30 millones de personas
padecen hambre y desnutrición en México; dos terceras partes de la
población sufren obesidad y sobrepeso; importamos el 45 por ciento de
los alimentos que consumimos, y el sistema agroalimentario está
concentrado en 20 oligopolios que imponen precios, calidades y formas de
consumo.
La realidad que describe el director de la ANEC es confirmada por el Informe de nutrición mundial 2017 (Global nutriton report), publicado en noviembre pasado.
Éste
da cuenta de la gravedad en la materia, al señalar que 64 y 65 por
ciento de hombres y mujeres adultos, respectivamente, padecen sobrepeso y
obesidad; y que este mismo problema de salud afecta al 5 por ciento de
los niños menores de 5 años, es decir, el futuro de México.
Y
es que el sistema alimentario es de baja calidad nutricional, por lo
que produce una epidemia de obesidad y sobrepeso, señala en entrevista
Suárez Carrera.
Oligopolios, detrás del problema
La
concentración del sector en las 20 grandes compañías sería un factor
fundamental en esta crisis. Para el líder de la ANEC, esos oligopolios
están guiados solamente por la maximización de la ganancia y no por el
derecho de toda la población a una alimentación sana y saludable y el
cumplimiento de los derechos de los productores y los consumidores.
Entre
ellos, se encuentran Maseca, Vizur, Bachoco, Minsa y Cargill, empresas
nacionales y extranjeras que reciben el 80 por ciento de los subsidios
gubernamentales, según la ANEC, en perjuicio de millones de campesinos y
trabajadores.
Es decir, desde el
propio gobierno federal se apoya incondicionalmente la agricultura
comercial identificada como de gran escala y altamente rentista.
Por
ello, Suárez Carrera indica que a México le urge cambiar de modelo,
porque el actual se basa en la dependencia alimentaria y de productos
dañinos para la salud.
Aquí, indica,
“quien tiene dinero puede comer sano y adecuado y quien no tiene
ingresos se ve obligado a padecer hambre, desnutrición o a consumir
alimentos de mala calidad, chatarra y refrescos, que afectan su salud y
sus ingresos y economía”.
Posible, mudar el modelo
Suárez
Carrera está convencido de que México puede transitar a un modelo de
justicia social, en el que se privilegie el derecho a la sana
alimentación de todos los mexicanos.
Un
modelo, dice, “de autosuficiencia alimentaria centrado en el rescate de
la función productiva del 85 por ciento de los pequeños y medianos
productores de México, que en estos 35 años han sido abandonados,
despojados de su función productiva, para sólo catalogarlos como pobres y
darles ayuda de pobres con medidas asistencialistas”.
Para
el experto, el país sí puede alcanzar esa autosuficiencia alimentaria
si reactiva la función productiva de ese 85 por ciento de pequeños y
medianos productores.
Para ello,
indica, deberá impulsar un nuevo modelo de producción agroecológica que
preserve el agua, el suelo, el aire y los alimentos, de la contaminación
de agroquímicos y otros venenos del modelo de revolución verde.
Además,
se deberá “fomentar un programa integral de fomento que incluya precios
remunerativos al productor, certidumbre en la comercialización de las
cosechas, acceso universal al crédito y al seguro agrícola y de precios
en condiciones competitivas, acceso a apoyos productivos que generen una
nueva época de reactivación de la agricultura mexicana centrada en los
pequeños productores, en un nuevo modelo de producción sustentable y en
el derecho humano a la alimentación para toda la población,
principalmente para los niños lactantes, las madres en gestación y la
población de la tercera edad”.
Y ello
no se debe confundir con el estigma que últimamente se le ha cargado al
concepto de populismo, pues lo que plantea Suárez Carrera no es más que
justicia social, pero tampoco es menos. Y de eso urge bastante en este
país tan desigual.
Y es que como bien
dice Suárez Carrera, México no puede transitar a la modernidad y el
progreso con una tercera parte de su población en situación de hambre y
desnutrición y con las otras dos terceras partes afectadas por la
obesidad y el sobrepeso.
“Urge
terminar ya con la pesadilla de la tecnocracia neoliberal que se ha
impuesto en México en los últimos 35 años. Y también urge recuperar la
soberanía alimentaria, la autodeterminación del pueblo, de la nación
sobre qué y cómo producir y qué y cómo consumirlo. Es una situación que
está en nuestras manos pero para eso debemos decidirnos a abandonar ese
modelo fracasado del neoliberalismo en el sector agroalimentario”,
refiere
Nancy Flores
[AGENDA DE LA CORRUPCIÓN]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario