La inflación o carestía
y el desempl
eo son dos viejos conocidos de la sociedad mexicana. Y
ambos se expresan materialmente en la pobreza de amplias capas sociales.
De modo que combatir o atenuar la pobreza pasa por combatir o atemperar
inflación y desempleo. Este triple combate será la principal tarea del
nuevo gobierno.
Como lo prueba la experiencia histórica
mexicana y universal, atenuar desempleo y carestía conlleva
necesariamente a una disminución de la inseguridad y de la delincuencia.
Y, consecuentemente, a un incremento de la tranquilidad y la paz
sociales.
Combatir y atemperar inflación y desempleo no son
tareas sencillas. Llevan tiempo y exigen perseverancia. Pero no debe
perderse de vista el objetivo central que es el aumento de los ingresos
de aquellos amplios sectores sociales empobrecidos. La obtención de un
empleo o un empleo mejor pagado significa ingresos (o mayores ingresos
personales y familiares). Y una disminución de la carestía, si bien no
significa un mayor ingreso sí representa un mayor rendimiento del
ingreso.
Existen diversas formas de lograr un mayor rendimiento
del ingreso familiar. Es el caso de salud y educación. Si personas y
familias dejan de utilizar parte de su ingreso en el pago de servicios
educativos o de salud, ese ingreso, sea cual sea su monto, rinde más e
implica menor pobreza.
La historia económica revela que el
gasto público en servicios de salud y educativos son la gran herramienta
en el atemperamiento de la pobreza. O, en el caso de las llamadas
clases medias, un mayor rendimiento del ingreso familiar, lo que se
traduce en mayor bienestar personal y familiar.
La experiencia
demuestra cómo en épocas de crisis económica, es decir, en tiempos de
aumento de la inflación y el desempleo, las familias tienden a ajustar
su gasto prescindiendo de los servicios privados de salud y educativos,
recurriendo a educación y salud públicas.
Es por eso que tienen
que ser recibidas como muy buenas noticias los anuncios hechos por
López Obrador de incrementos sustantivos en las inversiones en salud y
en educación públicas. Y también son buenas noticias el mantenimiento y
mejoría de los programas de becas y auxilios monetarios a los sectores
sociales más vulnerables frente a carestía y la falta de empleo.
Salud y educación públicas, así como esos auxilios monetarios no eximen
de realizar esfuerzos en materia de recuperación salarial. Durante las
tres décadas de políticas económicas neoliberales aumentó la pobreza
como fruto directo de las medidas de contención salarial. Es
imprescindible, en consecuencia, una política de recuperación salarial. Y
ésta tiene que comenzar por la recuperación del llamado salario mínimo.
La experiencia histórica también enseña que los incrementos en el
salario mínimo empujan al alza al resto de los salarios.
Hasta
el momento no se han hecho públicas las intenciones del nuevo gobierno
de poner en práctica un programa de recuperación salarial. Pero ya hay
claros indicios de que existe consenso social en la necesidad de
incrementar, en breve plazo y en un monto significativo el salario
mínimo.
Mayor inversión pública en salud y educación,
mantenimiento y mejoría de los programas de auxilios monetarios a los
sectores sociales más vulnerables y una decidida política de
recuperación salarial son las tres ineludibles tareas del nuevo
gobierno.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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