La evaluación correspondiente a 2016 realizada por la Asociación de
Derecho Ambiental de Zimbabwe sobre políticas forestales en el país
concluyó que la leña representa 60 por ciento del suministro energético
total, mientras que 96 por ciento de las comunidades rurales dependen de
esos mismos troncos para cocinar y calefaccionarse.
Al mismo tiempo, los medios de sustento están sujetos a la
disponibilidad de recursos forestales, especialmente en las áreas
rurales.
Sin embargo, en la aldea de Mlomwe, en Plumtree, Judith Ncube, de 54
años, junto con otras nueve mujeres que integran la Cooperativa
Vusanani, se gana la vida gracias al árbol de marula (Sclerocarya
birrea), procesando su fruto para elaborar aceite, manteca y productos
cosméticos.
Plumtree se ubica en la región ecológica número cinco, una de las áreas que corre riesgo de desertificación si no se frena esta situación. Es una de las tierras áridas del país, donde llueve poco y abundan las sequías.
Pero integrantes del grupo de mujeres de Vusanani mantienen ahora a sus familias, al tiempo que ayudan a proteger los bosques.
“Nuestros medios de sustento como mujeres de esta comunidad han
mejorado mucho, y ya no dependemos de nuestros esposos para nuestra
supervivencia cotidiana”, dijo Ncube, quien preside la cooperativa.
Las mujeres están en la primera línea de la conservación forestal.
Sus maridos partieron hace tiempo hacia Sudáfrica, buscando pasturas más
verdes. El alto desempleo que impera en Zimbabwe obligó a muchos a irse
del país, por lo que son las mujeres quienes tienen que mantener
económicamente a sus familias.
Algunos esposos no vuelven, mientras que otros lo hacen luego de un
año o dos. Actualmente, la mayoría de la población centra sus esperanzas
en el nuevo presidente Emmerson Mnangagwa, quien ha prometido revivir
la economía tras el fin del gobierno de Robert Mugabe en noviembre de 2017.
Ncube y su equipo fundaron la Cooperativa Vusanani en 2010,
gracias al apoyo de varios socios para el desarrollo. Ahora cuentan con
equipos de procesamiento que les permiten moler los frutos del marula a
fin de convertirlos en distintos productos.
Así es como procesan 40 litros de aceite por semana, comprando las
nueces crudas del marula a la comunidad de Mlomwe. Las compran a un
dólar por taza, y con 20 tazas producen un litro de aceite. Luego venden
ese litro a 26 dólares, y la manteca de marula a uno.
El árbol de marula crece en áreas cálidas de tierras secas, y es una
excelente fuente nutritiva complementaria que a la vez brinda ingresos a
las poblaciones rurales pobres que viven en esta región.
El exencargado de acción práctica Reckson Mutengarufu, también
habitante del lugar, dijo que la comunidad solía talar el árbol de
marula para fabricar bancos y palos de morteros para uso doméstico.
“Ahora las cosas han mejorado, ya que los aldeanos solo pueden
talarlo después de consultar al jefe de la aldea. Hemos entrenado a la
población en manejo forestal sostenible y en los beneficios de plantar
árboles en sus hogares y predios rurales”, explicó Mutengarufu.
Hay quienes han hecho cursos de creación de capacidad en Sudáfrica a través del proyecto Fuerzas Forestales, patrocinado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la agencia internacional para el desarrollo Acción Práctica.
Margaret Ndhlovu, de 57 años y una de las fundadoras del grupo, es
madre de 10 hijos. Se las arregló para viajar a Sudáfrica a fin de
participar en el programa de formación. Esto le permitió conocer e
interactuar con agricultoras sudafricanas que también se dedican a
procesar marula.
“Fue la experiencia de mi vida. En el viaje a Sudáfrica aprendí cómo
otras agricultoras procesan el fruto del marula en varios productos
finales”, dijo Ndhlovu a IPS, citando como ejemplos el bicarbonato de
soda y la cerveza de marula.
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prevé combatir la
desertificación y revertir la degradación de la tierra y la pérdida de
biodiversidad.
La expansión agrícola y la cura del tabaco, la inadecuada
planificación del uso de la tierra, el desarrollo de infraestructura y
los asentamientos humanos tanto en áreas urbanas como rurales, los
incendios descontrolados, la minería aurífera ilegal, el daño causado
por elefantes y el cambio climático son los principales factores que
obstaculizan el manejo forestal sostenible.
Según la ONU, cada año se pierden alrededor de 12 millones de
hectáreas de tierras por culpa de la desertificación, y la degradación
de la tierra plantea una seria a amenaza para la seguridad alimentaria.
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la
Desertificación, de la cual Zimbabwe es signatario, ayuda a la
gubernamental Agencia de Manejo Ambiental del país a abordar la
situación, especialmente en las regiones secas.
David Phiri, coordinador subrregional de la FAO para África Austral,
dijo a IPS esa organización implementa otros proyectos, entre ellos la
apicultura y la extracción de aceite de árboles como el baobab.
“La FAO promueve la cosecha sostenible y la adición de valor de
productos forestales no maderables, así como el uso de adecuadas
tecnologías poscosecha, que incluyen silos metálicos, graneros mejorados
y sacos herméticamente sellados a fin de minimizar las pérdidas”,
señaló Phiri.
Mientras, las mujeres de la Cooperativa Vusanani tienen planes a
largo plazo. Para 2020 quieren haber transformado su pequeño negocio de
procesamiento de marula en una gran planta manufacturadora.
Y como saben soñar a lo grande, ya registraron una empresa que les permitirá operar formalmente.
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