La Jornada
John Saxe-Fernández / I
Sólo con el pasar del tiempo se capta, en toda su magnitud, el daño infligido a la naturaleza, la población e interés público en lo geoeconómico y lo geopolítico por la gesta antinacional de lo que en otra oportunidad califiqué de La compra-venta de México (alainet.com), de la cual extraeré algunos datos y reflexiones al ser una operación compleja del alto capital sobre la infraestructura y manejo territorial de México, una nación colindante con Estados Unidos, potencia en permanente movilización bélico-industrial y virtual estado de excepción. La operación fue ejecutada paso a paso desde 1982, ante la agudización de la crisis de acumulación del capitalismo con impactos sobre áreas estratégicas del país, energía y movilidad de personas y carga, cruciales hoy por el alto riesgo para la biosfera y su capacidad para sostener la vida planetaria y la civilización humana. De esa capacidad ya no hay certeza, tras 31 años de inacción mundial ante las advertencias de James Hansen al Senado de EU (1988) sobre los riesgos bioclimáticos catastróficos de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Que esa letal posposición ante ese colapso antropogénico se relacione con la acción de los poderosos cabildos de los combustibles fósiles liderados por los de EU bajo un régimen como el de Trump, negacionista del caos climático en curso se mantenga es razón suficiente para centrar la atención en la recuperación y transformación de Pemex, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y en la movilidad de personas y carga –Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Estos son los tres platillos fuertes del gran festín privatizador a favor de corporaciones de dentro y fuera, suculento banquete bajo falsas narrativas del libre mercado y pautas operativas de superexplotación de la fuerza de trabajo mexicana. El TLCAN fomentó la homologación salarial a la baja, en favor de grandes monopolios automotores, eléctricos, petroleros, mineros, etcétera, bajo líneas dictadas desde el FMI –en lo macroeconómico– y el Banco Mundial (BM), y por el BID, por rama, con aval del Tesoro de EU.
En estos primeros cuatro meses del gobierno de AMLO, que aspira y actúa hacia una cuarta transformación (4T), nos enteramos del deplorable deterioro financiero y de mantenimiento de Pemex y CFE. En FNM la regresión ha sido casi terminal, pero en un contexto de sólido consenso científico mundial sobre la aceleración de deterioro climático antropogénico, con advertencias del alto riesgo de devastación irreversible en un periodo tan corto señalado por el IPCC en 2018, de unos 12 años, resulta imprescindible a la Cuarta Transformación (4T) recuperar tanto el timón energético como el lanzamiento de la transición hacia energías limpias y el abandono del motor de combustión interna vía una movilidad ferroviaria electrificada junto a la ampliación de sistemas de alto volumen (Metro). Esto requiere de una progresiva reforma fiscal, dada la urgencia climática en curso y las exigencias de la multimodalidad del comercio, que analizaré en otra entrega. Tanto en lo climático y lo comercial, el reforzamiento del transporte urbano e interurbano electrificado y la recuperación del timón ferrocarrilero es esencial a la 4T, es decir, para la supervivencia y bienestar de la población de hoy y del futuro.
Aprendamos del pasado. Los preparativos y las acciones administrativas y publicitarias para la CVM, como en Pemex y CFE, también en FNM vienen de la década de 1980. Con aval de De la Madrid, Salinas y sucesores, se privilegió el servicio de la deuda al tiempo que se autorizaron empréstitos y programas de ajuste estructural, condicionados por el Tesoro de EU a fin de agilizar negocios leoninos, como se les calificó desde la dirección de la CFE. En el caso de los FNM usaron la bandera de la modernización, expresada en corrupción político-sindical para, como en lo petro- eléctrico, llevar a FNM a un punto de venta, en ese caso con aviso del BM de que la inversión se condicionaba a la liquidación de los pasivos laborales.
Bajo esa advertencia, en marzo 1995, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de Zedillo anunció que carreteras, aeropuertos, puertos y ferrocarriles se subastarían a inversionistas nacionales y extranjeros. Nada se improvisó. La costosa campaña publicitaria para justificar la entrega de la infraestructura de movilidad del país se basó en el globalismo pop y el libre mercado.Penetró en círculos varios, pero la acumulada pobreza e informalidad económica desembocó en lo que Adrián Sotelo en Estados Unidos en un mundo en crisis (Ceiich/Anthropos 2019) muestra ser superexplotación y precarización del trabajo acá y en EU.
El México hecho fosa no explotó en 2018 en guerra civil, sino en una esperanzadora avalancha electoral en cuya 4T se juega el futuro del país: las causas de la violencia desatada por 36 años de neoliberalismo y magnos flujos de armas de asalto desde EU, no se disipan fácil.
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