7/18/2020

Frida Kahlo: me pinto a mi misma



María Teresa Priego 
Desde su cama con un espejo en el techo Frida Kahlo "convoca a un universo "  

"Un listón alrededor de una bomba", la célebre frase con la que André Breton describió a Frida Kahlo y a su obra. Sus pinturas conmovedoras, "ingenuas". Despiadadas. El cuerpo habla. Grita. Se desangra. Con tanto de infantil y de terrible. Su pintura como un meticuloso Diario íntimo. Breton la "reconoció" como a una pintora surrealista. Ella dijo que no. "Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad". Frida Kahlo nació el 6 de julio de 1907. Murió el 13 de julio de 1954. "Su cuerpo fue un campo de batalla", escribió Carlos Monsiváis. Si hoy pudiéramos atravesar umbrales, hacia afuera y hacia adentro, sería un buen momento para homenajearla: visitar la Casa azul en Coyoacán, El Museo Dolores Olmedo en Xochimilco, la Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo en San Ángel. 
A diferencia de los espacios cuadrados y el minimalismo en toda la concepción de la Casa Estudio creada por Juan O'Gorman, la casa azul desborda de vida en sus jardines y en su interior. Y allí están sus objetos. La cocina amplia. Su estudio. Allí está su infancia y la mayor parte de su vida. La casa de sus padres de la que se fue para vivir con Diego Rivera y a la que regresó para quedarse hasta el final de su vida. Su escondite secreto que podemos pasear. Acercamiento y ceremonia. En 1929 Kahlo pintó "El camión", la escena plácida al interior, con el niño, el obrero, la madre que amamanta. Fue el choque entre uno de estos camiones que viajaba por Coyoacán y un tranvía que seguía la ruta de Tlalpan lo que a los 16 años (1925) provocó el primer terrible accidente de su vida. El segundo, ella lo atribuía a su encuentro con Diego Rivera.
En su infancia, una de sus piernas había sido afectada por la poliomielitis. Los meses en cama tras el accidente la llevaron a pintar. Así, en la inmovilidad obligada a la que su cuerpo estuvo condenado en tantos períodos de su vida, descubrió y ejerció esa otra manera de moverse que no dejaría nunca: los pinceles. "No me he muerto y además tengo una cosa nueva porque he vivido, y esta cosa es la pintura". La recreación de su vida de lienzo en lienzo. En el prólogo a "Diario de Frida", Carlos Fuentes escribió: "Kahlo se inscribe en esta última corriente del surrealismo, la de la facilidad de convocar todo un universo a partir de fragmentos de su propio ser y de las persistencias de su propia cultura". Y, sí. Desde su cama con un espejo en el techo "convoca a un universo". ¿Quién no sabe del sufrimiento? ¿quién no sabe del dolor que ocupa el cuerpo como si quisiera estallarlo? ¿quién no se dice como ella en las noches oscuras: "Árbol de la esperanza mantente firme?".
En su Diario se pinta: "Yo soy la desintegración", una cabeza cae al suelo, una pierna que ya no está. Las espinas parecidas a alambres de púas. También salen púas de los pies que pinta después de la amputación de su pierna debajo de los cuales escribió una de sus frases más conocidas: "Pies para qué los quiero, si tengo alas pa' volar". Fuerte y lúdica. Con ese sentido del humor y esa capacidad de reírse de sí misma con la que parecía levantarse de las borrascas. Las que produjeron los grandes dolores de su vida: su accidente y las limitaciones que le impuso, su relación con Rivera tan voluble y a sus horas, tan egoísta, su imposibilidad de tener un hijo. "Mi Diego ya no estoy sola. ¿Alas? Tú me acompañas, tú me duermes y me avivas". La acompañaba y la desacompañaba. Frida rozaba la muerte y se salvaba. "Se equivocó la paloma, se equivocaba", escribió en su diario esta frase del poema de Rafael Alberti.  "(Creyó) Que tu falda era tu blusa;/que tu corazón su casa.
Se equivocaba. / (Ella se durmió en la orilla. / Tú, en la cumbre de una rama"). ¿Se habrá equivocado Frida en su elección amorosa? Quizá no.
"Autorretrato con changuitos". Su rostro con los cabellos recogidos, un chango, un ídolo prehispánico, un perro xoloitzcuintle, su raza preferida. Un largo recorrido desde su dibujo de 1932 "Autorretrato con boina". Toda su fuerza ya es suya. Una banda de xoloitzcuintles habita en los jardines del Museo en Xochimilco. El ingeniero Eduardo Morillo Safa fue un devoto coleccionista de la obra de Frida, a su muerte, su viuda puso en venta su obra y la adquirió Dolores Olmedo. Para nuestra buena suerte, su colección no se dispersó. Las salas son magníficas. Los ojos entreabiertos de "El difuntito Dimas", "Mi nana y yo". "Hospital Henry Ford", una columna, un feto, un caracol, al fondo la ciudad industrial. "La máscara de la locura", sabemos que es ella por el fondo de la pintura. Una máscara la cubre. La mano que detiene la máscara lleva un anillo grande con una piedra azul. Me intriga ese anillo pero no encuentro ninguna referencia.
El pequeño cuadro "Unos cuantos piquetitos" es uno de mis preferidos. Kahlo toma la escena de la crónica de un feminicidio en el que después de asesinar a su víctima con cantidades de puñaladas el asesino dijo: "Solo fueron unos cuantos piquetitos". Como los de Diego a ella. Como los de la vida a ella. Y, sin embargo: "El árbol de la esperanza" se mantuvo firme. "No se mueva usted de su cama", le dijo su doctor y ella obedeció. Recostada en su cama llegó a su última exposición. Leer, releer la biografía de Frida que escribió Hayden Herrera es una buena manera de ir a su encuentro. Aprovechar las visitas virtuales de los museos. Julio es el mes de su nacimiento y de su muerte. Kahlo tan íntima, tan dolida, tan furiosa y tan entrañable. 


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