La actividad inteligente llamada “crítica” ha sido reducida a torneo de chapuzas, burlas o ironías. Se confunde el debate con el pleito. Es urgente diferenciar y re-politizar a la crítica para que sea instrumento de construcción y superación de errores y faltantes. Con respeto.
En tanto método de transformación la crítica requiere base científica. Eso implica precisión de problemas y temas, eludir chapuzas. Disponer datos concretos, probados y consensuados. Requiere didáctica respeto y debate dignificante. Requiere objetivamente, resultados y soluciones.
La crítica exige claridad de temas y objetivos. Abundancia y diversidad de evidencias y consensos. Orden, rigor lógico y respeto para la argumentación. Capacidad de escucha y meticulosidad con los vocabularios y los modos de exposición. Compromiso con las soluciones y praxis.
La crítica no es un concurso de egos, no debe serlo. No debe ser una revancha soterrada ni un tráfico de odios. Debe ser enseñanza colectiva y aprendizaje sincero para la unidad no para la uniformidad. Debe ser un triunfo del pensamiento comprometido con el bienestar de todos.
Y la crítica exige, además, explicación sobre los marcos teóricos que sirven de referencia y los parámetros con que se analizan los temas bajo cuestión. Los marcos teóricos o ideológicos no deben traficarse a escondidas, hay que explicitarlos rigurosamente para eludir todo engaño.
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