Durante la cumbre, realizada los días 7 y 8 de junio en California, Estados Unidos, Lydia Cacho fue reconocida gracias a su labor como periodista y defensora de los Derechos Humanos de las mujeres.
Este premio se suma a los diversos reconocimientos de Cacho Ribeiro a nivel nacional e internacional, entre los que se encuentran el Premio Mundial a la Libertad de Prensa UNESCO-Guillermo Cano, Premio Mundial “Valentía en el Periodismo” otorgado por la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios de Comunicación (IWMF, por sus siglas en inglés) y el Premio “Reporteros del Mundo”.
A casi tres años del exilio, sin justicia para Lydia
“El 23 de julio de 2019, unos sicarios entraron en mi hogar, mataron a mis perras, fieles compañeras de mis días, mientras la fortuna quiso que mi viaje encontrara obstáculos para no llegar a tiempo a lo que parecía el último enfrentamiento con la muerte. Huí de México”, recordó Lydia Cacho en su nuevo libro Cartas de amor y rebeldía (2022).
Desde ese día, la periodista cambió su vida en México por un lugar donde permanecer con la certeza de que estaría segura. Sin embargo, sigue esperando el momento en que pueda volver a su país: a tres años de permanecer exiliada, la también escritora no ha alcanzado justicia y sus agresores gozan de impunidad.
Recientemente, la activista presentó su nueva publicación, en la que aborda sus años como periodista y defensora. En este retrato de su vida narra el romance, la pasión, la poesía y la indignación que le provoca vivir en un mundo injusto que la mantiene lejos de su país como consecuencia de la impunidad y violencia que impera contra las mujeres del gremio.
Lydia Cacho enfrentó una red internacional de pederastas al publicar su investigación Los demonios del Edén (2005) en la que evidenció los delitos vinculados a pornografía infantil de los empresarios Jean Succar Kuri y Kamel Nacif Borge, además de la participación de políticos como Mario Marín, Emilio Gamboa Patrón y Miguel Ángel Yunes Linares.
La también productora, poeta y activista fue víctima de detención arbitraria, tortura y violencia sexual ese mismo año, luego de que al menos 10 personas la detuvieran con el pretexto de una acusación penal en su contra por el delito de difamación. Dicha agresión se perpetró en el trayecto de Quintana Roo a Puebla, un recorrido de 20 horas que representó un infierno para la periodista.
Por estas violaciones a sus derechos, Lydia Cacho y la organización Artículo 19 responsabilizaron a Mario Marín (“El gober precioso”), Kamel Nacif y Hugo Adolfo Karam Beltrán, exigiendo al gobierno federal su localización, detención y una pena máxima como sanción.
Pese a que en enero de 2019 el Estado mexicano ofreció una disculpa pública a Lydia Cacho por las agresiones de las que fue víctima y se comprometió a “dejar atrás la simulación”, las investigaciones no han brindado acceso real a la justicia para la periodista ni la posibilidad de volver a México.
En mayo de 2021, el empresario Kamel Nacif Borge fue detenido en Líbano. Sin embargo, dos meses después, el Tercer Tribunal Colegiado en Quintana Roo le otorgó un amparo para dejar sin efectos la orden de aprehensión por el delito de tortura en contra de la periodista, con lo que se abrió otro surco en el camino a la impunidad.
Por su parte, Mario Marín Torres –ex gobernador de Puebla– fue detenido en febrero de 2021, pero su estancia tras las rejas correría riesgo por la exoneración a Kamel Nacif.
Otro ejemplo de impunidad es el caso de Hugo Karam Beltrán, ex director de la extinta Policía Judicial de Puebla durante el gobierno de Mario Marín, quien continúa prófugo e incluso solicitó en abril de 2021 la suspensión de la orden de aprehensión en su contra. Aunque un mes después se resolvió que la orden se mantendría, sigue sin conocerse su paradero.
Ante la exoneración de Kamel Nacif y el desconocimiento sobre la localización de Hugo Karam, la defensa legal de la periodista y defensora de los Derechos Humanos de las mujeres destacó que en los últimos tres años se han abierto casi 40 expedientes judiciales en el caso sobre todos los implicados en la tortura, pero la justicia para Lydia Cacho sigue sin llegar.
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