Dos. Empecemos por los nazifascistas de tercera, que en el salón
Pentathlon de Santa María la Ribera (utilizado para adiestramiento
militar), celebraron un recital de rock duro y nacionalista
. Bandas de grupos españoles y mexicanos del género hardcore punk,
ataviados con esvásticas y tatuajes hitlerianos, y que rechazan –oh, my
God!– a personas obesas. Un padecimiento que, según ellos, refleja
“…glotonería y pereza, símbolos de putrefacción y bajeza moral” (Sandra
Hernández García, La Jornada, 9/11/22).
Tres. La reportera nos advierte que tales grupos son respaldados por
legisladores del Partido de Acción Nacional (PAN). Por ejemplo, la
diputada Alejandra Rangel Lorenzana, cercana al ultraderechista Vox de
España, y firmante de la Carta de Madrid que busca frenar el avance del comunismo en América Latina
(sic).
Cuatro. La diputada Rangel se define en sus redes como defensora de la vida y la propiedad
. Está en contra de la ideología de género
,
y niega que la cadena de restaurantes Sonora Grill separe a los
clientes según su color de piel. Cosa que a ella no le consta, porque
sus admiradores dicen que usa mechas capuchinas para pasar como gringa.
Cinco. En cambio, el grupo Hell Fish (impulsor del street punk) tomó distancia de los fachos asegurando que tienen cabezales en distintas estelas económicas
, calificándolos de “ whitemexicans
del subterráneo”. Añade: “cosa curiosa…ellos se dicen apolíticos, pero
no son conscientes de su clase y hasta de su origen étnico” (Juan José
Olivares, La Jornada, 10/11/22).
Seis. En otro vértice del triángulo, la marcha el INE no se toca
.
Heterogénea demostración de opositores rejuntados, convocada por el
empresario Claudio X. González, indiscutido prócer del referido 0.0001
por ciento. Y amenizada por José Woldenberg, quien en el luctuoso
decenio de 1990 adiestró a un brillante equipo de mapaches en el ex Instituto Federal Electoral (IFE).
Siete. Sin desperdicio, el título y la crónica de Arturo Cano sobre la marcha: El gusto por la desmemoria explica la presencia de personajes tan disímbolos
(https://www.jornada.com.mx/2022/11/14/politica/005n1pol).
Ocho. Asimismo, los esclarecedores análisis de Luis Linares Zapata (https://www.jornada.com.mx/2022/11/09/opinion/020a1pol), Bernardo Barranco V. (https://www.jornada.com.mx/2022/11/09/opinion/020a2pol), Juan Becerra Acosta (https://www.jornada.com.mx/2022/11/09/opinion/022a2pol), Américo Zaldívar V. (https://www.jornada.com.mx/2022/11/15/opinion/017a1pol) y Luis Hernández Navarro (https://www.jornada.com.mx/2022/11/15/opinion/018a2pol).
Nueve. ¿Qué aportará el medio centenar de insignes ultraderechistas
que debatirán en el antiguo basurero de Santa Fe, bajo la batuta del
piadoso activista Eduardo Verástegui, jefe del Movimiento Viva México?
Vayamos previendo la declaración final: ¡a la mierda con el “modelo keynesiano
y la casta política
! Y de haber democracia, que sea como la de Cantinflas en Por mis pistolas.
Diez. Invitados de lujo: Steve Bannon, estratega de Donald Trump que
luego cayó en desgracia; Eduardo Bolsonaro, quien financia bandas
armadas para combatir al comunista
Lula; Lech Walesa, ex
presidente de Polonia y Nobel de la Paz 1983 por haber salvado a su país
del comunismo; José Antonio Kast, quien en Chile perdió las elecciones
frente al comunista
Gabriel Boric; Ramfis Domínguez Trujillo,
nieto del legendario tirano de República Dominicana; Javier Milei, quien
propone dinamitar el Banco Central en caso de ganar las elecciones en
Argentina, y un largo etcétera en los que mal podían faltar el cruzado
español Santiago Abascal, líder de Vox, y prominentes miembros de la
mafia cubana de Miami.
Once. Ojo: si desea concurrir al aquelarre, piénselo: estudiantes y profesores deben pagar donaciones de 750 pesitos; público en general mil 200, y si desea reservar asientos VIP (con desayuno, almuerzo y servicio de bar), na’ más que 20 mil pesitos (Astillero, Julio Hernández López, La Jornada, 7/11/22).
Doce. De mi lado, sugiero aprovechar el tiempo recordando el histórico diálogo entre dos demócratas de verdad: Arnaldo Córdova y Andrés Manuel López Obrador (https://www.youtube.com/watch?v=uOz9-SgUn_A).
Trece. Con matices, los vértices del variopinto triángulo descrito comparten igual obsesión: desestabilizar al gobierno de la Cuarta Transformación, encabezado por un presidente que sólo tiene 65/70 por ciento de respaldo popular, y un liderazgo mundial sin parangón en el convulsionado mundo en que vivimos.
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