valores–o antivalores–, porque les preocupan los
populismosque inquietan al idilio burgués, mientras la realidad, cruda y dura, reacomoda todo. Comenzando con la ideología de la clase dominante que se asusta, y se desespera, cuando pierden poder sus elíxires y sus chantajes. Cada día les es menos fácil esconder los muertos y la miseria que el capitalismo fabrica. Y están organizando, lo sabemos, cosas peores. ¿Cómo lo disfrazarán sus mass media? https://cpacmx.com/.
Se reunirán, con su instinto monopólico a cuestas. Congregarán sus
contradicciones mientras el mundo acusa estragos de fracaso
civilizatorio. Ellos saben que no hay manera de defender al capitalismo
que se encargó de destrozar toda posibilidad de prosperidad para la
humanidad entre guerras, debacles económico-políticas, pandemias y
devastación de la dignidad humana. Compartirán discursos de ambigüedad
salivosa y, entre manotazos de ahogado, tratarán de organizar su idea de
democracia de élite, con su pluralismo de soliloquios
, para asegurarle lugar al discurso único
de endeudar a todos y asegurar la renta de unos cuantos. A cualquier precio.
Se reúnen para organizar su sobrevivencia, en el escenario electoral
próximo, y porque saben que ya no son capaces de mangonear a sus anchas,
ni siquiera en los campos semánticos de sus intereses. Saben que entró
en crisis su inteligencia
y su misticismo escapista. Por eso se pertrechan con más armamentos legalistas y leguleyos; financian la guerra judicial
en su laberinto histórico; arman guerras contra los trabajadores
disfrazadas de reformas laborales; reordenan el mapa del saqueo de los
recursos naturales, y reorganizan sus fuerzas represoras de cuerpos e
ideas… todo eso con alharacas por la corrupción
y la inseguridad
mientras promueven todas las baratijas del neofascismo. Exhibirán, sin
pudor, una moral monopólica que requiere la desaparición de toda
competencia. ¿Y nosotros qué hacemos mientras?
Ellos advierten su derrumbe y se disponen a cerrar toda salida hacia
una nueva sociedad. Se devanan los sesos para lograr modificaciones en
las más rancias manías del control y el reformismo. Se reúnen para
consolidar blindajes a su modelo económico, desde las bases de sus
estructuras jurídicas y militares… su pérdida de ideas
y de
futuro en la espiral descendente y abismal de su decadencia. También
repasarán el instructivo imperial protocolizado por la derecha madre
que recrudece su cada día más mediocre decisión de refugiarse en el reino de la mediocridad mediática. No es un juego de palabras
es el relato de una decadencia que, cuanto más se hunde, más farándula
se vuelve y más peligrosa puede resultar si nos descuidamos. Su reunión
contendrá nichos de obsecuencia y ridículo entre vahos de intransigencia
individualista sin importar cómo se llamen. Y, mientras, serán
aplaudidos por sus teles.
Eso que les queda como agenda político-económica será dirimido a
tirones de egolatrías lenguaraces domesticadas para fabricar eufemismos
que camuflan, de mil maneras, el odio de clase burgués. Sus más
conspicuos representantes tienen la tarea infausta de idear ilusiones
rentables para sus jefes… crearles espejismos sobre sí mismos y sobre su
destino mesiánico. Sus mejores ideas
se pudren en el caldo
irracional de sus planes de ganancias y sus modelos de negocios. Ya
veremos cuántos gobiernos se hacen cómplices de cada acuerdo
pergeñado en esta reunión. Por eso fundan reinos de espionaje
desesperado y procaz como neoestrategias para reprimir y, especialmente,
para sembrar pruebas falsas a quien se les antoje sacrificar en sus
campos de guerra judicial. De sus aulas y laboratorios de pensamiento
sólo emergen proyectos de usura, evasión, fraude y desfalco.
No es mala idea tomarse en serio lo que se discuta en éste y otros
encuentros. Observarlo de cerca, decodificar sus mensajes patentes y
latentes. Saldrán con la consigna de impregnarnos su optimismo y
convencernos de que ellos son lo mejor que pudo pasarnos. Avanzarán
hacia la radicalización de sus protocolos de saqueo y explotación, con
modalidades retóricas nuevas
cargadas con campañas mediáticas y
hacia un modelo de control que les crece desigualmente. Hoy les vemos el
rostro, con mayor nitidez histórica y les vemos su declinación que, no
sin amenazas, encierra la advertencia de una época peor. No todo en el
derrumbe del capitalismo es noche y silencio
. Por el contrario,
para los pueblos es claridad y fortaleza porque nace, firme, la certeza
de que otro mundo es posible, necesario y urgente. Si atendemos nuestras
debilidades como se debe.
* Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride de la Universidad Nacional de Lanús
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