WASHINGTON – La brecha de género en el lugar de trabajo global es enorme, “de hecho, mayor de lo que se pensaba”, y la paridad económica entre hombres y mujeres aún es un objetivo muy lejano, señaló un informe del Banco Mundial divulgado este lunes 4.
El economista jefe del banco, Indermit Gill, dijo que “las leyes y las prácticas discriminatorias impiden a las mujeres trabajar o crear empresas en igualdad de condiciones de los hombres”.
“Eliminar estas diferencias permitiría aumentar el producto interno bruto (PIB) global en más de 20 %, duplicando el índice mundial de crecimiento en la próxima década”, añadió Gill al presentar el informe “Women, Business and the Law (La mujer, la empresa y el derecho) 2024”.
El estudio consideró, en comparación con 2022, no solo la evolución de las leyes en los distintos países, sino su aplicación y la opinión de expertos -en total unos 2400 individuos en 190 países y territorios- sobre la realidad de la vida cotidiana.
El resultado es que hace dos años, antes de considerar los nuevos parámetros, las mujeres disponían de 77 % de los derechos de los que disfrutaban los hombres, pero ahora se estima que esa protección legal es de apenas 64 %.
Un primer aspecto es el de la remuneración: en 98 países las leyes garantizan la igualdad salarial entre hombres y mujeres si realizan el mismo trabajo, pero apenas en 35 se han tomado medidas para que se cumpla.
El banco estima que, en promedio, por cada 10 dólares que ganan los hombres las mujeres reciben solo 7,70.
“Hoy en día, apenas la mitad de las mujeres participa en la fuerza laboral mundial, mientras que, en los hombres, la proporción llega casi a tres de cada cuatro. Esto no solo es injusto, sino que constituye un despilfarro”: Tea Trumbic.
En América Latina el índice de marcos legales de la mujer, la empresa y el derecho tiene una puntuación promedio de 69,1, más alta que la media mundial (64,2), pero ninguna de las 32 economías analizadas rozó los 100 puntos, lo que significa que ninguna ha alcanzado la paridad de género ante la ley en las áreas evaluadas.
Dos puntos en los cuales casi todos los países presentan retrasos son los servicios de guardería para niños y la seguridad de las mujeres.
Las normas legales que aseguran el establecimiento de guarderías existen solamente en 62 países. Un resultado es que las mujeres dedican diariamente 2,4 horas más que los hombres a las tareas domésticas, sobre todo en el cuidado de los hijos.
El peor desempeño de los Estados tiene que ver con la seguridad de las mujeres, por las fallas graves faltas en la legislación con respecto a la lucha contra el acoso sexual, la violencia doméstica o el feminicidio.
La puntuación media es de 36 sobre 100: las mujeres gozan de solo 36 % de las garantías jurídicas necesarias ante la violencia, el acoso sexual, el matrimonio infantil y los feminicidios.
Gill dijo además que de las 190 economías estudiadas, en 151 existen leyes que prohíben el acoso sexual en el lugar de trabajo, pero solo 39 lo prohíben en espacios públicos como el transporte público.
“¿Cómo podemos esperar que las mujeres prosperen en el trabajo cuando es peligroso para ellas que simplemente viajen al trabajo?”, se preguntó el experto.
Otras áreas con rezagos son el emprendimiento, con menos garantías legales para las mujeres; la carencia de criterios de género en los procesos de adquisiciones públicas, y la exclusión de las mujeres de los trabajos nocturnos y de las ocupaciones calificadas como peligrosas.
Tea Trumbic, autora principal del informe, dijo que “hoy en día, apenas la mitad de las mujeres participa en la fuerza laboral mundial, mientras que, en los hombres, la proporción llega casi a tres de cada cuatro. Esto no solo es injusto, sino que constituye un despilfarro”.
Según el informe “a nivel mundial, solo 44 % de las disposiciones legales que apoyan el espíritu empresarial de las mujeres están en su lugar”, y además “las mujeres ocupan sólo uno de cada cinco puestos en juntas directivas corporativas”.
Gill dijo finalmente que el informe “deja claro que el campo de juego no está nivelado. Es mi esperanza, y la esperanza de quienes trabajan tan duro para producir esta investigación, que la generación de mi hija será la última en enfrentar barreras injustas a sus logros profesionales”.
A-E/HM
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