12/24/2007

Sobre las leyes FECAL YUNQUISTAS que desean imponer......


A PROPÓSITO DE LA LEY QUE LOS DIPUDADOS PANISTAS

QUISIERON IMPONER EN NUEVO LEÓN,


LES ENVIO ESTO.


Pedro Echeverría


LA FAMILIA AUTORITARIA COMO APARATO DE EDUCACION


por Wilhelm Reich


La familia coercitiva es el primer lugar donde se gesta la atmósfera conservadora. Su prototipo es el triángulo padre-madre-hijo. Dado que la familia es la base o núcleo de la sociedad humana, estudiar sus transformaciones a lo largo de la historia y su función social nos permite comprobar que es el resultado de estructuras económicas determinadas.

Nosotros no la consideramos como la piedra angular o la base de la sociedad, sino más bien como un resultado de ciertas condiciones económicas: familia matriarcal, patriarcal, zadruga, patriarcado polígamo o monógamo... Cuando la sexología, la moral y el derecho señalan a la familia como la base del Estado y de la sociedad no se equivocan: lafamilia autoritaria coercitiva es de modo indisoluble parte integrante y condición sine qua non del Estado y la sociedad autoritarias.Su cometido de primer orden, aquel por el cual la familia es defendida a ultranza por la ciencia y el derecho onservadores, es el de servir como fábrica de ideologías autoritarias y de estructuras mentales conservadoras. Es el aparato de educación por el que ha de pasar, casi sin excepciones, todo miembro de nuestra sociedad desde el primer hálito devida. Inculca en el niño la ideología reaccionaria, no únicamente por ser una institución de carácter autoritario, sino como vamos a ver enseguida, por su propia estructura. La familia es el enlace entre la estructura económica de la sociedad conservadora y su superestructura ideológica; suatmósfera reaccionaria se incrusta inexorablemente en cada uno de sus miembros.

Por su propia forma y por influencia directa transmite las ideas y actitudes conservadoras al orden social; además, por la estructura sexual de la que nace y que a su vez reproduce, la familia ejerce un influjo conservador directo sobre la sexualidad de los niños. No es unazar que la juventud más reaccionaria sea también la más adicta a la familia, mientras que la juventud revolucionaria es por principio hostil a ella.Todo esto está en íntima correspondencia con la atmósfera y estructura antisexuales de la familia, así como con las relaciones que tienen sus miembros entre sí.Por tanto, si consideramos la labor educativa de la familia, debemos examinar dos hechos distintos: primero, la influencia de las ideologías sociales concretas sobre la juventud por medio de la familia; segundo, la influencia inmediata que tiene su estructura triangular por sí misma.La influencia de la ideología social Las familias de la alta y de la baja burguesía se diferencian entre sí, y estas a su vez de las de los obreros industriales.

Pero en todas ellas predomina la misma atmósfera sexual moralizante. Este moralismo sexual no excluye la moral peculiar de cada clase social; en este punto viven ycrecen en compañía. Por ello tomaremos como referencia el tipopredominante de familia: la de clase media baja.La base de la familia de clase media es la relación al estilo patriarcal del padre con la esposa y con los hijos. El padre es, por así decirlo, el portavoz y representante de autoridad estatal en la familia. Es una especie de sargento, subordinado en el proceso de producción y jefe en su función familiar. Mira desde abajo a sus superiores, se impregna de la ideología dominante, a la que imita, y es todopoderoso con sus inferiores.No se limita a transmitir las ideas de la jerarquía y de la sociedad, sino que las impone.

En cuanto a la ideología sexual, no hay diferencia entre la concepto de matrimonio que tienen las clases medias y la idea básica de familia predominante: el del matrimonio monógamo de por vida. Por miserable y desesperada, por dolorosa e insoportable que sea la situación conyugal y la convivencia familiar, sus miembros están obligados ideológicamente a justificarla tanto hacia dentro como hacia fuera. Por necesidad social se coloca una máscara en el rostro de la miseria y, para idealizar la familia y el matrimonio, se saca de la manga el sentimentalismo familiar omnipresente con sus marbetes de hogar feliz y protector, de puerto tranquilo que, según dicen, es la familia para los niños. Y por el hecho de que en nuestra propia sociedad la situación es aún peor, ya que lasexualidad carece por completo de apoyo material, legal o ideológico, se concluye a la ligera que la familia es una institución natural biológica. El juego de engañarse a sí mismo, así como las proclamas sentimentales, de capital importancia para la creación de esta atmósfera ideológica, sonpsicológicamente indispensables, ya que contribuyen a que el psiquismo sobrelleve la intolerable situación familiar.

Así se explica que el tratamiento de la neurosis, al barrer las ilusiones y poner la cruda verdad ante los ojos, pueda romper los lazos conyugales y familiares.El fin primordial de la educación desde sus pasos iniciales es preparar a los niños para el matrimonio y para la familia. La formación profesional viene mucho más adelante. La educación negadora de la sexualidad no es un solo un dictado de la atmósfera social; es también la consecuencia necesaria de la represión sexual de los adultos. Sin un alto grado deresignación sexual, la existencia en el ambiente de la familia coercitiva sería imposible.En la familia conservadora típica, la sexualidad se reviste de una forma específica que moldea la mentalidad del individuo para el matrimonio y la familia.

En realidad, el niño queda fijado a sus fases eróticas pregenitales porque la actividad sexual es drásticamente inhibida, al quedar prohibida la masturbación, y desviada hacia las funciones alimenticias y excretoras. La fijación pregenital y la inhibición genital son las causas de un desplazamiento del interés sexual en la dirección del sadismo. Además, se reprime activamente la curiosidad sexual infantil, lo cual entra en abierta contradicción con las condiciones de la vivienda, donde se desarrolla la conducta sexual de los padres y hay un ambiente cargado de sexualidad. Desde luego, los niños se dan cuenta de la situación, aunque la desfiguren e interpreten a su manera.

La inhibición ideológica y educativa de la sexualidad, combinada con la observación de los actos íntimos de los adultos, van enseñando al niño los fundamentos de la hipocresía sexual. Esto se atenúa un poco en las familias obreras, donde las funciones alimenticias y digestivas tienen menos relieve y la actividad genital vive más a sus anchas y es menos tabú. Las contradicciones se suavizan y el acceso a la genitalidad estámás despejado para los niños de estas familias. Ahora bien, esto se debe únicamente a las condiciones económicas de la clase obrera. Si un obrero mejora de situación económica y se sitúa más alto en la jerarquía cambia de mentalidad y sus hijos están expuestos a una presión más fuerte de la moralidad conservadora. Mientras que en la familia conservadora la represión sexual es más o menos completa, se mitiga su efecto en el ambiente obrero porque los niños, las más de las veces, viven abandonados a sí mismos.

La estructura triangular.

Por su estructura triangular, la familia transmite al niño la ideología social conservadora. Freud descubrió que el niño desarrolla afectos sexuales bien definidos, tiernos y sensuales, hacia sus padres; este descubrimiento es fundamental para comprender la evolución sexual del individuo. El llamado Complejo de Edipo designa todas estas relaciones,conocidas tanto por su intensidad como por las extremas consecuencias que tiene para la estructura familiar y el entorno social. El niño dirige sus primeros impulsos afectivos genitales hacia las personas más cercanas, generalmente los padres. Típicamente el niño ama a su madre y odia a su padre, mientras que la niña hace lo contrario.

Estos sentimientos de odio y de celos se impregnan pronto de temor y de culpabilidad. La imposibilidad de satisfacer el deseo incestuoso obliga ala represión del deseo, y de esta represión nacen casi todos lostrastornos de la vida sexual posterior.Sin embargo, no hay que olvidar dos hechos de la máxima importancia para el desenlace de esta experiencia infantil. En primer lugar, no habría represión si el muchacho, aunque forzado a renunciar al incesto, pudiera practicar el onanismo y los juegos genitales infantiles. Los adultos no admiten con agrado este tipo de juegos sexuales (el de los médicos, o elde ser novios) que aparecen de modo espontáneo cuando los niños permanecen largo tiempo reunidos a solas; y como ellos saben que a los mayores no les gustan, lo hacen a escondidas y con sentimientos de culpabilidad que determinarán fijaciones lúbricas perjudiciales.

El niño que no participa en estos juegos cuando tiene ocasión demuestra ser un buen alumno del sistema educativo familiar, y al mismo tiempo un candidato seguro a sufrir graves trastornos en su futura vida sexual. Ya no es posible cerrar los ojos ante la evidencia de estos hechos ni escapar a sus consecuencias, imposibles de evitar por la educación autoritaria.La represión de los impulsos sexuales primarios está condicionada, cualitativa y cuantitativamente, por la manera de pensar y de sentir de los padres, según sean más o menos severos, con una actitud más o menos contraria a la masturbación, etc.El hecho de que el niño desarrolle su genitalidad en el hogar paterno, en la crítica edad que va de los cuatro a los seis años, le impone las soluciones típicas de la educación familiar.

Un niño que desde los tres años fuera educado en la compañía de otros niños y sin la influencia de la fijación a los padres, desarrollaría una sexualidad completamente distinta. No se debe pasar por alto tampoco que la educación individualista de la familia malogra la educación colectiva, aun cuando el niño pase varias horas al día en la guardería. En realidad, la educación familiar tiene mucha más influencia sobre la guardería que al revés.El niño no puede aludir, entonces, la fijación sexual y autoritaria a los padres. La autoridad paterna, severa o no, le oprime, aunque sólo sea por la desproporción extraordinaria que hay entre su talla y la de sus padres.

Muy pronto, la fijación autoritaria se desembaraza de la fijación sexual yla reduce a la existencia inconsciente; luego, cuando los intereses sexuales se dirijan hacia el mundo extrafamiliar, esta fijación autoritaria se alzará entre los intereses sexuales y la realidad como una barrera inhibitoria infranqueable. Precisamente porque esta fijación autoritaria es en gran medida inconsciente, se sustrae a la voluntad. Poco importa que esta fijación inconsciente a la autoridad de los padres tome a menudo la apariencia de rebelión de tipo neurótico. Esta no puede suprimir los intereses sexuales si no es, quizás, bajo la forma de acciones sexuales impulsivas que muestran una conexión patológica entre sexualidady los sentimientos de culpabilidad.

Desarraigar esta fijación es un prerrequisito básico para una vida sexual sana; pero tal como están las cosas hoy en día, pocos lo consiguen.La fijación a los padres, en su doble aspecto de fijación sexual y de sumisión a la autoridad paterna, hace muy difícil, si no imposible, que los púberes accedan a la realidad sexual y social. El ideal conservador de muchacho pacato y de la muchacha irreprochable, momificados en el infantilismo hasta bien entrada su vida de adultos, es diametralmenteopuesto a la idea de una juventud libre e independiente.

Otro signo típico de la educación familiar es que los padres, y en particular la madre, si no está obligada a trabajar fuera de casa, buscan en sus hijos, para gran desgracia de ellos, la gran satisfacción de su vida. Los niños se convierten entonces en animalitos domésticos, a quienes se les puede amar, pero también maltratar a voluntad. Que la actitud emocional de los padres hace a los hijos ineptos para la tarea educativaes una verdad tan conocida que no merece más mención. La miseria conyugal, en la medida en que no se agota en las divergencias de la pareja, se derrama sobre los hijos; esto ya es en si un nuevo prejuicio para su independencia y para su estructura sexual. Pero además crea otro conflicto: su rechazo al matrimonio, por la miseria conyugal que han vistoen sus padres.

En la pubertad se producen frecuentes tragedias cuando los muchachos, felizmente a salvo ya de la peligrosa educación sexual infantil, intentan también liberarse de las ataduras familiares.Así pues, la restricción sexual que los adultos deben imponerse para poder tolerar la existencia conyugal y familiar, influye en los hijos. Y como estos, a su vez, por razones económicas, tienen que zambullirse de nuevo en la vida familiar, la restricción sexual se perpetúa de generación engeneración.Puesto que la familia coercitiva, desde el punto de vista económico e ideológico es parte constitutiva de la sociedad autoritaria, sería ingenuo esperar que desaparezcan sus estragos en el marco de esta sociedad. Además, no hay que olvidar que estos estragos son inherentes a la constitución misma de la familia y están fuertemente anclados en cadaindividuo gracias a mecanismos inconscientes.

A la inhibición sexual que proviene directamente de la fijación a los padres se añaden los sentimientos de culpabilidad derivados del enorme odio acumulado en el transcurso de los muchos años de vida familiar. Si este odio permanece consciente, puede desencadenar una poderosa fuerzarevolucionaria; hace que el individuo rompa sus ataduras familiares y podrá convertirse en fuerza motriz de para intervenciones racionales contra las causas reales de este odio.Si por el contrario, el odio es reprimido, conduce a la fidelidad ciega y la obediencia infantil. Estas actitudes constituyen, más tarde, un inconveniente grave para aquellas personas que quieran alistarse en un movimiento progresista. Tal tipo de individuos podrá abogar por la libertad total y, al mismo tiempo, enviar a sus hijos a la catequesis dominical con la excusa de no hacer sufrir a sus ancianos padres, aunquetodo ello vaya en contra de sus convicciones. Presentará todos los síntomas de indecisión y dependencia, consecuencia de su fijación a la familia, y no será un buen militante de la libertad.

Idéntica situación familiar puede producir también un individuo revolucionario pero de raíz neurótica, que germina frecuentemente entre los intelectuales de clasemedia. Sus sentimientos de culpabilidad, mezclados con sus sentimientos revolucionarios, lo hacen un miembro poco seguro del movimiento revolucionario.La educación sexual familiar daña, por necesidad, la sexualidad del individuo. Si una u otra persona logra desarrollar una vida sexual sana, es de ordinario a expensas de sus lazos familiares. La represión de las necesidades sexuales provoca una debilidad general en las facultades intelectuales y emocionales, sobre todo en lo que respecta a la independencia, a la fuerza de voluntad y a la capacidad crítica.

La sociedad autoritaria no se preocupa por la moral en sí; atiende más bien a las alteraciones del organismo psicológico que determinan el anclaje de lamoral sexual y forman esa específica estructura ideológica que es la base psíquica colectiva de todo orden social autoritario. La estructura servil es una mezcla de impotencia sexual, angustia, necesidad de contar con un apoyo, veneración a un führer, temor a la autoridad, miedo a la vida y misticismo. Se caracteriza por una lealtad devota, entremezclada conimpulsos de rebeldía. El miedo a la sexualidad y la hipocresía sexual caracterizan al filisteo y a su ambiente.

Los individuos así estructurados son incapaces de vivir en una auténtica democracia y anulan toda tentativa de instaurar y mantener organizaciones inspiradas en principios auténticamente democráticos. Son el terreno abonado sobre el cual puedencrecer las tendencias dictatoriales o burocráticas de los jefes elegidos democráticamente.

Resumiendo, la función de la familia es doble:

1- Se reproduce a sí misma mutilando sexualmente a los individuos; perpetuándose, la familia patriarcal también perpetúa la represión sexual y sus derivados: transtornos sexuales, neurosis, alienaciones mentales, perversiones y crímenes sexuales.

2- Es el semillero de individuos amedrentados ante la vida y temerosos de la autoridad; así, sin cesar, se perpetúa la posibilidad de que un puñado de dirigentes imponga su voluntad a las masas.

Por eso, la familia tiene para el conservador esa significación peculiar de fortaleza del orden social en el cual cree. Es por esa misma razón, una de las posiciones más encarnizadamente defendidas por la sexología conservadora. Y es que la familia garantiza el mantenimiento del Estado y del organismo social, en el sentido reaccionario.

Fuente: Wilhelm Reich.
Die Sexualität im Kulturkampf (1936)

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Los cuestionamientos en torno a la iniciativa para la Ley de la Familia propuesta por el PAN ya alcanzaron un punto álgido en la agenda de Nuevo León.
No es para menos. Esta iniciativa, elaborada por el grupo conservador Grupo Interdisciplinario para Asuntos de la Mujer (GIAM) –según lo que reveló mi colega y amigo, el reportero Raymundo Pérez Arellano-, está creada para un mundo de fantasía y ficción: un mundo donde todas las familias son color de rosa, formadas por una madre, un padre con hijitos sanos y educados. Todos, completamente heterosexuales.

Eso es, al menos, lo que señala la definición hecha en el artículo 2 de la iniciativa, que reza “la familia es una institución de carácter natural reconocida por la ley, está integrada por el grupo de personas que se encuentran vinculadas por alguna relación de parentesco en términos del Código Civil del Estado”.
Según el código, sólo se puede tener tres tipos de parentesco: el de consanguinidad (entre descendientes de un mismo progenitor), el de afinidad (el matrimonio y los parientes de ambos contrayentes) y el civil (la adopción).
Así, sólo se puede llamar familia a lo que está dentro de estos supuestos.
No están incluidos los heterosexuales ni homosexuales que vivan en unión libre, los padrinos o madrinas que tengan bajo cuidado a sus ahijados, las lesbianas o gays con algún niño, las amigas o amigos que simplemente deciden apoyarse y habitar juntos, los divorciados a cargo del hijo de la ex pareja.
No: para la bancada panista en Nuevo León, ellos no son familia.
Los fundamentos de la ley que presentó la diputada Norma Robles Rosales, aparentar ser nobles y perseguir fines justos. La propuesta defiende que se evite “cualquier forma de discriminación que atente contra la dignidad humana o tenga por objeto anular los derechos y libertades de las personas y la familia, ya que ésta aporta una contribución indispensable al desarrollo humano, económico, social, tiene las respuestas básicas a toda la problemática comunitaria y protege el bienestar de cada uno de sus miembros”.
Y asegura que en la familia se deben trasmitir valores como la solidaridad, el respeto y la tolerancia.

Nada más falso. Aunque en la consulta para elaborar la propuesta se rcopilaron 282 documentos originales (incluidas propuestas de la comunidad Lésbico Gay Travesti Bisexual), con 416 propuestas de acción, el texto final es un desastre legislativo: buena parte de su contenido medular copia una carta emitida por el Vaticano con ideas, claro está, dirigidas desde la comunidad católica para el mundo y no del Congreso laico para una sociedad diversa.

En esa línea ideológica, la iniciativa ni siquiera aborda de manera profunda el tema sexual. Pero sí lanza advertencias sobre él, pues el artículo 21 indica: “El Estado establecerá políticas para informar a la sociedad sobre las implicaciones de los medicamentos y de los procedimientos tendientes a lograr la contracepción, la esterilización y el aborto, así como el conocimiento de los métodos naturales de reconocimiento de la fertilidad”.

Y pese a que existe el DIF, propone un Instituto de la Familia, con 30 integrantes, donde los representantes religiosos tienen la misma participación que las instituciones académicas (4 vocales), como si la religión fuera una característica inherente al ciudadano, como si todos creyeran en algún dios. Y en cambio, propone sólo a dos especialistas en el tema familiar, contra cuatro de organizaciones privadas de beneficencia (¿para qué?).

Por eso la indignación. Por eso, diversas organizaciones –entre las que destacan Nuevo León Incluyente y Cimac- han iniciado un movimiento que se ha convertido en una cruzada no sólo para cambiar totalmente una propuesta, sino para promover la tolerancia y evitar que la realidad nuevoleonesa viva bajo la imposición de una sola ideología.

Después de todo, cada quien puede tener sus ideas, su religión o no religión y su vida. El problema es cuando alguien que vive con el impuesto de los ciudadanos sin distinción, quiere meter a un sólo dios en las leyes. En eso, en no reconocer a los demás, consiste realmente la intolerancia.

Esta semana que se aproxima es crucial para la discusión de la controversial Ley de la Familia que ya colocó en la palestra la combinación de los conceptos “tolerancia”, “legalidad”, “fascismo”, “creencia” y “diversidad”.

El PRI la ha calificado de “fascistoide, anti democrática y clerical”, el Centro de Justicia Familiar la cuestiona por proponer un nuevo organismo con las mismas funciones del DIF y el Instituto de la Mujer también ha mostrado su claro rechazo a la propuesta, al considerar que deja fuera a un alto número de mujeres que han decidido formar una familia sin un varón o que, por abandono, divorcios o separaciones, crían solas a sus hijos.

Pero hay también quienes han señalado que detrás de esta polémica, desatada en forma abrupta y sin suficiente fundamento –de acuerdo con la propuesta de ley que plagia párrafos de una carta del Vaticano- , existe un verdadero interés: dividir al electorado. Panistas y priistas lo han admitido: al tomar partido, al hablar sobre la familia formada por un padre, una madre y los hijos, el PAN intenta ensalzar esos valores y atraer a todo el electorado –priista, panista, perredista, petista- que piense de esa forma.

Del otro lado estarían los que están a favor de las familias diversas, las integradas por mujeres y hombres solos, los niños criados por personas que no son sus padres biológicos, los que viven en unión libre y claro, los gays y las lesbianas.

Suena arriesgado, pero es creíble. La polarización siempre es buena en tiempos pre electorales. Es prácticamente la antesala a la propaganda del miedo, a esa que dice “si votas por tal o cual partido, se permitirán las bodas gay” o “tus sobrinos pueden ser criados por las lesbianas” o “se acabarán los matrimonios”.
Miedo, miedo puro e intenso. Miedo que permite inclinarse hacia el o la aspirante fuerte y protector, reforzador de los valores tan perdidos en la sociedad actual, de convicciones, firme.

Un panista que pretende ser aspirante a un cargo de elección popular comentó “puede que la propuesta sea mala y retrógrada, pero los que se oponen son minoría”. Y por esa razón, confía en que la defensa de la iniciativa beneficie a quienes están a su favor. Y hasta ahora, todos los que la apoyan abiertamente son panistas…y de cierto grupo, pues los diputados federales de Acción Nacional pidieron a sus homólogos locales revisar muy bien el proyecto de ley antes de someterlo a discusión. Y hasta el cardenal Francisco Robles Ortega, quien había apoyado la iniciativa sin siquiera leerla, ahora pide un análisis a conciencia.

¿Es válido jugar dentro de las instituciones con fines electorales?

¿Es válido poner en jaque un asunto tan delicado como la estructura básica de la sociedad apresurando la aprobación de una iniciativa tan cuestionada?

adriana.flores@milenio.com

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