12/10/2009


Experiencia de Bangladesh, modelo a seguir

Invertir en programas de planificación familiar contribuye a reducir pobreza

Por Kerstin Bognar

México DF, 9 dic 09 (CIMAC).- La inversión a largo plazo en programas de planificación familiar y salud materna e infantil no sólo salva la vida de miles de mujeres y bebés, sino que también reduce la pobreza, la primera meta de los Objetivos de desarrollo de Milenio (ODM), establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).


Así lo afirma un estudio realizado en Bangladesh, cuyos resultados fueron publicados este año por el Population Reference Bureau (PRB), una organización estadounidense especializada en difundir información en temas de salud, desarrollo demográfico, y del medio ambiente.

De acuerdo con el PRB, el programa integrado de planificación familiar y salud materno-infantil (PFSMI), que se inició en 1977 por el Centro Internacional para la Investigación de Enfermedades Diarreicas en Bangladesh (ICDDRB, por sus siglas en inglés) contribuyó a una mejora en la seguridad financiera de las familias, hogares y comunidades incluidas en el programa, por medio de ingresos más altos, una mayor acumulación de bienes y niveles de educación avanzados.


El programa de PFSMI fue insertado en la zona religiosa conservadora de Matlab, que incluía 149 pueblos con una población total de 180 mil personas. Un elemento esencial del programa fue la visita regular de los hogares de mujeres casadas en los pueblos. Las trabajadoras y los trabajadores de salud les ofrecían una variedad de métodos de planificación familiar a escoger. Además, el programa incluía vacunas para mejorar la salud de las familias.


Los datos del estudio indican que la salud y la riqueza de las familias en las comunidades donde se implementó el programa fueron superiores a las de familias que vivían en otras comunidades similares, señala el PRB.


Como promedio, las mujeres de en Matlab tuvieron 1.5 hijo menos que las mujeres en la zona comparativa, y el intervalo entre su segundo y tercer parto fue nueve meses más largo.


Asimismo, las madres tenían un índice de masa corporal superior, y también sus bebés pesaban más que en las otras comunidades.


Veinte años después de iniciarse el programa, las mujeres estaban mejor situadas económicamente, y, a medida que el nivel de educación aumentaba, también lo hacían sus ganancias. Como promedio, los hogares en Matlab poseían bienes que excedían aquellos de los hogares en el grupo comparativo por lo menos en un 43 por ciento.


Otro beneficio adicional para la presencia a largo plazo del programa fue que, para 1996, los hogares en esa zona habían invertido en hacer que el agua de pozo fuera más accesible. Así, las mujeres, niñas y niños no tenían que traerla de ríos u otras fuentes lejanas.


Esta relación entre familias más pequeñas y una mayor riqueza es producto de invertir en planificación familiar y programas de salud materna e infantil, afirma el PRB, y destaca la importancia de este estudio de largo plazo, ya que, a pesar de que parece intuitivo que la inversión en planificación familiar contribuye a combatir la pobreza porque ayuda a que las mujeres pobres tengan menos hijos, ha habido relativamente pocos estudios que hayan ilustrado esta relación.


La organización señala que el programa de PFMSI capacitó a más de 250 mil mujeres como consejeras. Además, permitió que mujeres y hombres trabajaran juntos en un ambiente profesional y no por separado, la forma tradicional en esa región.


Por lo anterior, el PRB constata que el programa sirve de modelo para programas similares en otras regiones en desarrollo alrededor del mundo.


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