¿Qué entiende FC por revolucionario?
Fausto Fernández Ponte
“El abuelo de Felipe Calderón combatió a la Revolución Mexicana
primero como hacendado y después como cristero. Me ofendió
verlo en televisión encabezar el 99 aniversario de la convocatoria de
Francisco I. Madero a alzarse en armas contra el gobierno de Porfirio Dìaz”.
Virgilio González Camacho.
I
El caro leyente González Camacho escribe, además: “El señor Calderón se exhibió, el 20 de noviembre, como (1) un verdadero ignorante de la historia y las ciencias políticas y sociales o bien como (2) un cínico, demagogo y despreciador burlante del pueblo de México, a quien engaña y pretende convencer mediante jueguitos de frases y premisas falsas”.
Obvio antojaríase que el leyente citado se refiere a la celebración del nonagésimo noveno aniversario de la convocatoria maderista a levantarse en armas contra la dictadura, la cual, si usamos el método historicista, no acusaba la gravedad de la actual, que no tiene precedentes en la historia del México que llamamos “independiente” sin serlo en realidad. México nunca había sido tan dependiente del exterior como ahora.
Mas esa celebración –suspendida durante cuatro años– mostró un sesgo nuevo: un desfile militar y deportivo, contrastante con los anteriores, en el que participaban únicamente deportistas. En ésta ocasión el Ejército fue protagonista, lo cual se interpretó en la ciudadanía como el meollo inferido de un ominoso mensaje del señor Calderón. La Revolución Mexicana es vista por el calderonismo y el priísmo como “subversión trasnochada”.
¿Por qué es entendida la RM como subversión, aunque “trasnochada”? Porque le dio institucionalidad jurídica a un derecho que en nuestra propia Carta Magna no se recoge específicamente, pero sí en varios códigos: el derecho a rebelarse contra un gobierno, el cual, nos lo dice el 39 del texto constitucional, puede ser cambiado por el pueblo.
De hecho, Jacobo Silva y Gloria Arenas fueron liberados –tras diez años de prisión injusta– hace algunas semanas porque sus abogados, muy habilidosos y recursivos y obviamente muy versados en las leyes, invocaron códigos poco aplicados de que los muertos en un combate no son, técnicamente, asesinados. Su muerte, pues, no fue asesinato, delitos de los que se acusaban al señor Silva y a la señora Arenas.
Pero, ¿qué hizo el señor Calderón para concitar tal reacción en el leyente aquí identificado y, por inferencia válida, de otros mexicanos que bien podríanse suponer muchos, si no es que millones? El causante de ese agravio pudo haber sido el aserto de don Felipe de que “se requieren cambios pacíficos pero tan profundos que tengan la intensidad misma de una revolución en su propio campo”.
II
¿Artilugio retórico del señor Calderón, a quien millones de sus compatriotas consideran espurio, si no es que pelele de la gran oligarquía mexicana y consorcios trasnacionales de Estados Unidos, España, Canadá, Alemania e Inglaterra? Dudaríase que don Felipe siente suyos los objetivos de la filosofía de la liberación económica y social ni mucho menos las metas estratégicas de ésta que se traducen en desasirse de la opresión.
No en vano Andrés Manuel López Obrador, abanderado de un movimiento pacífico de resistencia civil y hace tres años ungido por sus partidarios “presidente legítimo” de México, sostiene que las demandas de la RM continúan siendo vigentes; es decir, actuales. “No es posible seguir soportando la opresión en que vive el pueblo de México”.
Volvamos al aserto del señor Calderón, el cual fue dicho ante un público invitado por Los Pinos conformado por historiadores, antropólogos y sociólogos que se han distinguido en la investigación de las revoluciones de México, desde la que se emblematiza en el “grito” de Miguel Hidalgo en Dolores, las subsecuentes en ese siglo XIX y las de la llamada Revolución Mexicana y otras en ese siglo XX y las actuales, en la centuria XXI.
A todos esos científicos –Jaime Olveda, Andrés Lira, Friedrich Katz, John Womack, Roger Bartra y Alicia Olivera– los movimientos revolucionarios de México desde 1810 han sido investigados, registrados, identificados y discernidos con arreglo a ópticas que definen los movimientos sociales por sus naturalezas ideológicas, según metodologías avanzadas del conocimiento.
Faltantes entre esos invitados fueron aquellos que han documentado puntillosamente los movimientos revolucionarios previos a 1810, los cuales tuvieron por protagonistas y líderes a los indios de México y, en el caso del alzamiento de Yanga en Veracruz, a los esclavos africanos traídos al país por la Corona de España. Esos historiadores no fueron invitados por don Felipe.
Señálese que si bien las revoluciones de México, desde los casi 300 años de coloniaje de un virreinato geográficamente inmenso llamado Nueva España –que se extendía por el norte hasta Oregon, por el Pacífico hasta las Filipinas y el sur hasta el Istmo centroamericano–, se remontan al siglo XVI, a éstas se les suele identificar como “rebeliones indias”. En no pocos casos fueron más que eso.
III
Pero a los dos grandes hitos –o fases, en nuestra modesta opinión– como son la Independencia y la RM habría que agregárseles otros en el siglo XIX, la Reforma; en el XX, el cardenismo reivindicador y las luchas agrarias y urbanas cuyo emblema continúa siendo hasta este momento el zapatismo. El zapatismo es más que icónico: es vital en lo filosófico, actuante en lo ideológico, social en lo político.
En ese siglo XX, en la etapa llamada institucional de la RM, miles de mexicanos –en su mayoría hombres y mujeres jóvenes– han muerto a manos del Estado mexicano, supuestamente revolucionario pero en los hechos dominado desde 1941 por un poder político contrarrevolucionario, como el actual, el que se conforma por panistas como el señor Calderón y priístas de vocación antisocial, como Carlos Salinas.
Todas esas revoluciones –desde el siglo XVI hasta el XXI han tenido causales macrocósmicas, profundas y amplias, las de una opresión que se manifestaba bajo modalidades variopintas que tenían un denominador común:
Uno, las fuerzas productivas y las relaciones de producción eran asaz terribles: esclavitud, pobreza, miseria y desesperanza.
Y, otro, la estratificación de las clases sociales, con una élite dominante, la de españoles, que sometía a otra élite también dominante, aunque en menor grado: los criollos o novohispanos, españoles nacidos en la Nueva España.
Otro más era que el poder lo ejercía una entidad civil sometida a una entidad religiosa, la Iglesia católica, que disponía de los instrumentos del control social y coactivo: aquéllos, la religión; éstos, la Inquisición.
Empero, el detonante de esas revoluciones –incluida la iniciada con el “grito”– fue coyuntural. La secuela de la invasión napoleónica de España, el vacío de poder y la Constitución de Cádiz, inspiró a los criollos en el complot conspirador. Hoy, 199 años más tarde, las coyunturas están detonando desde años –desde 1994, con el alzamiento zapatista– una nueva fase de las revoluciones históricas, sin fin, de los pueblos de México.
¿Esas revoluciones históricas dan pie a las palabras del señor Calderón? ¿Qué quiso decir con “cambios profundos que tengan intensidad revolucionaria”? ¿Tiene el jefe del espuriato un “plan B” o es un revolucionario que salió del closet? Ni lo uno ni lo otro. Es simplemente lenguaje codificado: Por intensidad revolucionaria se entiende contrarrevolucionaria.
Glosario
Fuerzas productivas: fuerza humana de trabajo y los medios de producción.
Relaciones de producción: forma social, jurídica y económica bajo la cual aparecen y existen las fuerzas productivas.
Lecturas recomendadas: Historia de la Revolución Mexicana, de José Mancisidor. Proculmex. Zapata, de John Womack. FCE.
La política es el arte de engañar
Emmanuel D’Herrera Arizcorreta
“Cuando un estado se empobrece, se debe a las operaciones
militares (…) los precios se elevan cuando está presente un ejército,
pero la riqueza del pueblo se agota ya que le suben los impuestos”.
El arte de la guerra. Sun Tze.
Desde el 30 de noviembre de 2006 por la noche, estos han sido tiempos de guerra.
La guerra ha dominado a la política, a la economía y a la calle; donde transitaban antes los ciudadanos, hoy son los militares quienes capturan la vista en ciudades y campos.
Desde el Campo Marte se despidió la política de Los Pinos en las honras fúnebres del otrora famoso “amigo incómodo”, como ahora Lomas de Sotelo se impone a Hacienda en la configuración del presupuesto de egresos vía los impuestos.
En un sistema circulatorio sano, los glóbulos rojos, productivos y vitales, circulan sin trabas entre las células llevando el vital oxígeno y los nutrientes; mientras los blancos, en minoría, patrullan el organismo para controlar posibles invasiones o focos de infección. El equilibrio entre rojos y blancos es la salud del cuerpo. Pero al ocurrir una alarma, real o ficticia, según sea la integridad del sistema inmunológico, la producción de glóbulos blancos o leucocitos se disciplina y éstos acuden en masa a combatir la potencial invasión. La fiebre es el síntoma de la guerra de los leucocitos contra la infección, la cual si es vencida, produce el restablecimiento de la salud general del cuerpo. Los glóbulos blancos son destruidos excedentes de los tiempos de salud, son eliminados y el equilibrio se vuelve a restablecer.
El cuerpo social responde a las mismas leyes. Un Estado sano tiene elementos productivos muy activos: sus fuerzas vivas y un dispositivo de seguridad bajo control del desarrollo saludable. Ejército y policía salvaguardan la seguridad del Estado. En un Estado donde el sistema inmunológico está averiado por una corrupción consuetudinaria y cuasi oficializada, los cuerpos represivos se reproducen descomunalmente, generando una enorme demanda de recursos que las fuerzas vivas tienen que aportar vía los impuestos, debilitando la generación de empleos, que no sea para nutrir a las fuerzas armadas y la policía de todo género y haciendo elevar los precios por la demanda generada por un ejército movilizado.
La guerra, que se prolonga en nuestro país desde hace tres años, aún sin que sea declarada, tiene exhausto al pueblo que enfrenta la supresión práctica del estado de derecho, afectando sus garantías en aras de los objetivos militares del gobierno; desangra la economía popular por la especulación de los proveedores de las fuerzas armadas y por el aumento de impuestos destinados a mantenerlos en la calle.
La renuncia de Calderón
Eduardo López Betancourt
De pronto, el 11 de noviembre la ciudad de México se vio paralizada, ello debido a que diversos grupos de presión marcharon en apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); definitivamente, dicho movimiento evidenció la ingobernabilidad que padecemos.
Lo cierto es que el colapso se aproxima, es palpable, Felipe Calderón “no puede con el paquete”, su dimisión se vislumbra como única, urgente e imperiosa solución.
Analicemos en concreto la problemática; Calderón Hinojosa alcanzó la primera magistratura en condiciones nada claras, no es que hubiese ganado su más cercano contrincante, el tristemente célebre Peje tabasqueño; en realidad ni Calderón ni López Obrador obtuvieron el triunfo, ambos fueron marrulleros, sin embargo, el purépecha fue más vivo, hizo las alianzas necesarias con empresarios poderosos y políticos impresentables, a quienes sobra decir prometió toda clase de beneficios.
Desafortunadamente para México, los Romero Deschamps, las Gordillo y los grandes zares de los medios de comunicación, tanto electrónicos como impresos, han pasado altísimas facturas al gobierno federal por la ayuda previamente brindada.
Es incuestionable, la situación política no es en lo absoluto sana, la mediocridad como nunca se ha patentizado; sujetos, cuyo gran mérito es ser amigos de Calderón, han sido designados funcionarios de alto nivel; peor aún, cuando el michoacano se entregó en brazos del Ejército, endiosó a los de verde olivo, creó de hecho un Estado militar, lo cual evidenció el inicio de una dictadura.
Calderón no ha entendido que debe ser responsable y patriota, habitualmente pacta con gángsteres de la peor ralea, ha creado mafias y alimenta camarillas de poder, circunstancia que sólo provoca en la gente mayor desprecio hacia los dirigentes al observar tanta inmundicia.
Aunado a lo anterior, recordemos, Calderón puso en manos de la iniciativa privada Petróleos Mexicanos, inclusive llegó al extremo de nombrar procurador al miembro de un despacho de litigantes voraces e insaciables; por si fuera poco, ungió ombudsman a un tipejo procaz, descaradamente ligado a las fuerzas más retrogradas del país.
Calderón ha ido de error tras error, recientemente se lanzó contra el SME, no porque fuesen corruptos, sino porque eran sus enemigos; hay sindicatos peores, como el de la “maestra” Gordillo o el de Romero Deschamps, empero, el “mandamás” les cobija de manera desdeñable, dándose una total y afrentosa complicidad.
En materia económica, Calderón no ha dado una, existe carencia de planes, los resultados brillan por su ausencia, simplemente cada año que pasa es más grave la situación, el hombre de Los Pinos sólo está enfrascado en una lucha estéril contra el narcotráfico, la cual como bien sabemos, ha dejado miles de muertos y una galopante inseguridad. Es obvio, don Felipe ha fracasado, eso sí, ante el drama de la población se muestra cínico y burlón en los ámbitos noticiosos, argumentando que en México todo va de maravilla.
Sin duda, Calderón es inmaduro, incapaz de aceptar críticas e indiferente ante los problemas nacionales.
Como señalamos al principio, el 11 de noviembre se paralizó el Distrito Federal, por doquier caos vial, zozobra y manifestaciones; invariablemente pronto se exigirá la dimisión de Calderón y éste tendrá que irse; será el momento de designar presidente sustituto para que termine el periodo del michoacano.
Es preponderante que el próximo jefe del Ejecutivo, sepa conjuntar las voluntades de la colectividad, un mandatario inteligente, preparado, de mano recia y contundente. Llegó la hora de echar un vistazo para considerar quién puede suceder al purépecha.
Me sale ofrecerle una beca a Calderón para que se vaya al extranjero; es innegable, tiene una marcada inclinación por Estados Unidos, así es que no será difícil que después de su licencia, se le vea buscando chamba en una trasnacional, al igual que sus antecesores Vicente Fox y, particularmente, Ernesto Zedillo. También quizá se le podría emplear en un centro de investigación, otorgándole estipendios razonables para de este modo evitar continúe esa práctica nociva, de darle sueldo permanente a los expresidentes.
Los amigos de la falacia individualista
Juan Amael Vizzuett Olvera
vuelo_nocturno2002@hotmail.com
Hay ciertos intelectuales de las derechas que no se resignan a reconocerse como derechistas. Menos todavía como reaccionarios. Saben que, desde la caída de Miramón, no es de buen tono presentarse como tales, aunque a veces se les escape alguna expresión francamente discriminatoria contra algún sector, como cuando, desde las nevadas cumbres alpinas de su ilusión primermundista, el señor Krauze tildó al señor López Obrador de “mesías tropical”, asiduo radioescucha de Sonoreando en la XEB.
Por eso prefieren denominarse “liberales” y con ese hábil malabar retórico, se alinean del lado que salió victorioso de la Guerra de Reforma y de la Intervención Francesa… aunque en lo más hondo de sus corazones Juárez no les inspire precisamente un entusiasmo incontenible. El profesor Schettino proclama: “no soy conservador, soy liberal”, el señor Krauze expresa su deseo de que se establezca un diálogo entre las izquierdas y “los liberales” entre los que se incluye él mismo, desde luego.
Se consuma así un nuevo malabarismo de la retórica: ellos –Soledad Loaeza. Schettino, Krauze y compañía– son los liberales y por lo tanto los izquierdistas ahora resultan los conservadores.
Y en esa lógica, la defensa de los derechos laborales, agrarios, educativos y médicos de los sectores mayoritarios, resulta “antiliberal”. Lo que, en tal esquema resulta “liberal”, es dejar a todos aquéllos que viven de su trabajo sin protección alguna, aislados, a merced de lo que disponga la oligarquía.
La investigadora Soledad Loaeza proclama que “históricamente” ha existido una tensión que “ha opuesto al liberalismo individualista –igualmente aborrecido por la izquierda y por la derecha–, y la defensa del gremio, de los cuerpos, de los actores colectivos, que comparten los católicos y la vieja izquierda que siempre han mirado con desconfianza al liberalismo”. A continuación se alinea abiertamente con el gobierno federal contra los miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME): “Como ha señalado el gobierno, lo que está en juego es el interés particular de un grupo, el SME, frente al interés general que representa el Estado” (Antiliberalismo mexicano, La Jornada, 15 de octubre de 2009, p. 22).
Desde luego, la autora recurre a la antiquísima falacia del falso dilema, como la mayoría de los intelectuales que se han sumado al discurso gubernamental: “O se decretaba la liquidación de Luz y Fuerza del Centro con todo y su sindicato, o la patria entera tendría que arrostrar las peores calamidades de su historia”.
Pero lo esencial es que la articulista tiene como eje de su argumentación otro falso dilema: el combate entre “un sistema político dominado por partidos de ciudadanos, cuya fuerza reside en el voto como expresión individualizada de participación” y “la representación corporativizada “, que ya no tiene cabida en nuestro floreciente Nirvana neoliberal porque “muchas de las funciones políticas que desempeñaba en el régimen autoritario han desaparecido en democracia” (sic).
La intelectual gobiernista remata su disertación con una advertencia contra “la hostilidad antiliberal que frena el desarrollo de la democracia”.
Hábil con la retórica, la investigadora coloca en el mismo bando a “la democracia” y al “liberalismo individualista”, para contraponerlos al “autoritarismo” que ella asocia a los sindicatos politizados que no se concretan a la estricta cuestión contractual. En ese saco, el de los enemigos de la democracia, el de los nostálgicos del autoritarismo, la intelectual echa astutamente a las izquierdas que han manifestado su apoyo al SME junto con la derecha clásica mexicana, hispanófila, católica y partidaria de los gremios.
Desde luego, la articulista omite un hecho clave: que aquella derecha clásica quedó al margen del poder hace muchos años, a favor de otra derecha, ésa que lleva ya décadas ejerciendo el poder en México, para ser precisos, desde el sexenio del señor Miguel de la Madrid: la derecha admiradora del “estilo de vida estadunidense”, con estudios obligados en las universidades estadunidenses, feligresa del individualismo y del vetusto darwinismo social, eso sí ataviado a la moda yupi.
Los colores partidistas constituyen un mero asunto de matices y estilos, para darle interés al juego electoral cuya función es legitimar las decisiones cupulares, tan autoritarias como las de cualquier oligarquía.
Porque en la retórica de la doctora Loaeza, el punto más vulnerable es la afirmación de que ya vivimos “en democracia”. En realidad, todos los miembros de las infanterías sociales estamos a merced de los acuerdos cupulares, en los que juegan un papel decisivo los gobernadores y los grandes concesionarios de los medios electrónicos. Los sufragios que emitimos los peones del tablero sirven para legitimar a los legisladores, que en realidad sirven a los grupos de poder, no a los ciudadanos individuales.
Existe un flanco aún más débil en la retórica de la señora Loaeza: se le olvida que los poderosos no actúan jamás como “ciudadanos individuales”, como ella nos propone que hagamos los mexicanos rasos, sino que se agrupan en gremios de potentados para adquirir una fuerza mucho mayor a la hora de la defensa de sus intereses.
El “ciudadano individual” en consecuencia no tiene ningún peso, ninguna oportunidad ante los oligarcas agremiados. Si los voceros e intelectuales al servicio de los poderosos le piden a ese “ciudadano individual” que se olvide de integrarse a su vez en el gremio, los cuerpos o los actores colectivos que condena la dama de El Colegio de México, es precisamente para que ese aislado súbdito sea un actor social lo más débil e indefenso que se pueda concebir.
La retórica individualista propone una mera ilusión: que el individuo aislado puede alcanzar su libertad y prosperar sin el apoyo de sus semejantes.
Los “liberales” usan un eufemismo para ocultar su verdadero credo: el darwinismo social, la supervivencia del “más apto” y la eliminación de los “incompetentes”. Lo que nunca aclaran es que cuando los incompetentes forman parte de las familias oligárquicas, no se les deja a su suerte para que sucumban; se les rescata a través de algún Fobaproa y la factura se le carga a los “ciudadanos individuales”.
Sin el respaldo de un gremio, sin leyes laborales que lo protejan, el “ciudadano individual” está derrotado, a merced de los señores agremiados.
La república de Salinas
Sergio Gómez Montero
En memoria de Claude Levi-Strauss, maestro siempre infaltable.
“La honradez es puerta abierta hablando en términos claros”.
EM Rodríguez: “Décima”
Uno de los problemas centrales de la política contemporánea es entender que ella no se puede sólo comprender a partir de cómo se expresa en los hechos tangibles y visibles. Maquievelo era muy claro cuando recomendaba al príncipe actuar abiertamente de una forma, pero nunca mostrar, con esa misma apertura, cómo se manejaba realmente el Estado. Fouché llevó esa lección a un grado inconcebible, rozando siempre los márgenes de la corrupción. Aunque lecciones específicas de cómo actuar con esa doble cara o esa doble moral son aún manuales que sólo se aprenden con la práctica. El cinismo de los maquiavelos contemporáneos no llega aún al extremo de publicar sus lecciones. Aunque sí, evidentemente, muchos, muchísimos son los alumnos que abrevan de esas lecciones: desde muy pequeña escala (¿o no Ana María Fuentes o Abraham Correa?), hasta verdaderos jefe de jefes de la política, cuyo ejemplo más palpable entre nosotros hoy es Carlos Salinas de Gortari.
El poder político adquirido por Salinas en el México de nuestros días es a tal grado impresionante, que a veces uno mismo llega a dudar si ese poder, a uno, no lo tiene cooptado. Nada pareciera escaparse de su poder omnímodo, pues lo mismo la evidencia de ese poder se manifiesta en el control que tiene sobre el gobierno federal, en donde el que realmente manda es Diego Fernández de Cevallos, quien nadie duda se encuentra a las órdenes de Salinas, que hoy, como nunca, su presencia y poder también se manifiestan en el PRI, en donde tres de sus cuadros claves controlan ese aparato partidario: Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Carlos Rojas, piezas hoy claves, por ejemplo, en el Congreso de la Unión.
Pero, desde luego, no se queda allí su presencia controladora. ¿Alguien puede dudar de que él es quien controla a la maestra Elba Esther? ¿Y de sus ligas con Alberto Anaya y el PT; lo mismo de que es él el que le habla atrás de la oreja a muchos de Los chuchosperredistas?
Esa omnipresencia política no se queda sólo en el control formal de los aparatos de gobierno y partidarios, sino que su poder se manifiesta también en territorios preocupantes. En primer término en el Ejército, mucha de cuya actuación corresponde a la lógica que no sólo le dictan formalmente los aparatos de gobierno, sino que también responde a lógicas que tienen mucho que ver, precisamente, con los intereses que en mucho se identifican con la estrategia de control político dominante, que es precisamente la estrategia de Salinas. Pero no sólo eso, sino que también, para concretar esa estrategia, se vuelve preciso controlar al aparato de seguridad nacional (Cisen) en donde, oh sorpresa, se encuentra también ubicada gente muy, muy cercana al expresidente del país.
Ese control tan agotador explica con mucho por qué cada vez más, con fines precisamente estratégicos (lograr que el PRI se reinstale, a como dé lugar, de nuevo en Los Pinos), la política del país se inscribe abiertamente en un terreno cada vez más cercano al fascismo, en la medida en que él permite cooptar la vida pública toda al costo que sea. Que se trata de acabar con la vida sindical independiente, se acaba con ella. Que se manipule abiertamente con la vía electoral, se manipula haiga sido como haiga sido. Que se asesine a líderes sociales de verdadera oposición, se les asesina junto con sus familias. Que el periodismo independiente se reduce a su mínima expresión (se asesina a los periodistas molestos, se recortan los recursos publicitarios a revistas como Forum y periódicos independientes, la televisión manipula la conciencia de la mayoría de la población), hágase así para cumplir el proyecto estratégico de la república de Salinas.
Es cierto, muchos de los actores políticos actuales tienen poder de autonomía; pero esa autonomía está sujeta incontrovertiblemente al proyecto estratégico del salinismo: ¿quiénes de los actores políticos contemporáneos de esta república puede decirse no han comido de la mano corrupta del expresidente? La pregunta está allí. Las respuestas, a la manera de Bob Dylan, revolotean en el aire.
Stiglitz desenmascara lo que sabemos
José Luis Ortiz Santillán
No han sido los intereses de México y los ciudadanos, en medio de la crisis, los que han prevalecido en la discusión política en el Congreso. La transición a la democracia ha transitado hacia la independencia de los estados con la aprobación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación 2010. De este ejercicio los estados han salido fortalecidos y aquellos que aportan más al Fondo General de Participaciones Federales, como Nuevo León, ahora tienen el derecho a exigir, respecto a aquellos que viven de las participaciones federales y han hecho del presupuesto un botín político, una forma de vida parasitaria.
Está demás señalar cuáles son los estados, obviamente no es Chiapas, que aporta más del 85% de la energía que consume el país o Tabasco, estado que ha aportado la riqueza petrolera que han lapidado los gobiernos en los últimos años sin ninguna estrategia de desarrollo para el país.
Ahora, los gobernadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) saben bien lo que significa no tener acceso a los recursos financieros del gobierno federal, pero también lo saben los del Partido Acción Nacional (PAN), quizá por eso han caído los candados en las negociaciones del Presupuesto 2010, como un mutuo acuerdo para disponer de recursos sin tener que tocar puertas, dejando de lado los objetivos de desarrollo de un estado federado para el cual no hay una política de Estado ni una estrategia de desarrollo trazada, sino la improvisación de la coyuntura y las prioridades del partido que gobierna, jamás las de los ciudadanos sin empleo ni ingresos, ni la planeación del uso de los recursos escasos como el petróleo, en proceso de agotamiento, pero cuyos precios sirven para cuadrar un presupuesto, aunque no se tenga.
De nada sirvieron las protestas de los empresarios y los ciudadanos para detener la propuesta de política económica para 2010, que en medio de la recesión, nada tiene de reactivación de la economía y sí la apuesta a la recuperación de la economía estadunidense, al incremento de las exportaciones mexicanas a sus mercados y la consecuente esperanza de que las empresas, en ese lógica, aumenten la contratación de trabajadores, reduzcan el desempleo e incrementen los ingresos de los hogares. Es decir, el gobierno de México apuesta a que su vecino haga el trabajo que le corresponde hacer. Esto escribía la noche del miércoles 18 de noviembre.
La mañana del jueves 19 de noviembre, todos leíamos lo que el premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, decía sobre la conducción de la economía mexicana y en realidad ya lo sabíamos, lo hemos expresado a través de Forum y la Revista Libertas, sobre lo erróneo de la política económica asumida por el gobierno para hacerle frente a la crisis, pero quizá a Joseph Stiglitz lo escuchen y hagan caso a sus recomendaciones, por algo le fue otorgado el Nobel y el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, le encargó coordinar una comisión para establecer otros mecanismos de evaluación del desempeño económico, que no sea el PIB, del cual cada día surgen más dudas.
Joseph Stiglitz ha sido claro sobre la suerte de México: “Las estadísticas de crecimiento han sido muy débiles y pesimistas para este país; la combinación de una recuperación muy débil para Estados Unidos y una política fiscal que no estimule la economía mexicana es preocupante”; “los aumentos en los impuestos tendrán un efecto muy negativo en la economía”; para minimizar los efectos negativos de la crisis era necesario “la inversión en tecnología, educación e infraestructura que ayudará a estimular el desarrollo y crecimiento de la economía a corto y largo plazos”; “la posición de México ante la crisis es inusual, no tiene un fuerte estímulo, es relativamente débil el estímulo”; “mucha gente espera que la recuperación de Estados Unidos sea la estrategia, pero México necesita una alternativa”, la que no tiene; mientras que la crisis sigue pues “no hemos arreglado el sistema, no hemos hecho casi nada (...) la verdadera preocupación es que se ha vuelto peor, con grandes fallas y grandes malos resultados” y “para 2010 veremos cierto crecimiento, pero no tan robusto como para decir que se acabaron los problemas”.
Stiglitz asevera que “la verdadera preocupación es 2011, cuando el estímulo llega a su fin. Las apuestas son que continuarán los problemas importantes, pues la recuperación no será de valor, con la forma de una “V”, sino como una raíz cuadrada, una bajada drástica y después un repunte, luego un periodo extenso muy parejo, en el que no se crecerá lo suficiente para restaurar la economía y recuperar el empleo completo en un momento breve”.
¿Entonces por qué la alegría con la cifras del PIB en el tercer trimestre y no hacer nada?
Pues según él, el sector financiero tiene muchos problemas todavía y si continúa el desempleo habrá más problemas en los mercados financieros y la única fuente de crecimiento real está en Asia, en la cual está China y a donde México envía sólo 1% de sus exportaciones.
Stiglitz ha sentenciado que México debería estar preocupado, pues todo ello representa un problema, debido a los vínculos económicos con Estados Unidos y porque cuando ese país se encuentra débil, México ha sufrido siempre; y ahora el desempeño de México ha sido uno de los peores del mundo.
Pero como lo dijera el general romano Julio César, al cruzar el río Rubicón con sus legiones para conquistar Roma, la suerte está echada. El presidente Calderón ha obtenido la aprobación de su propuesta de política económica para 2010, al asumir el Congreso, y los gobernadores su Presupuesto de Egresos de la Federación a la mediada de sus necesidades, de cara a las elecciones en 10 de los estados durante 2010 y las de 2012, olvidando que 2010 es el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución y que los ciclos pueden ser fatales si aumenta el desempleo, el hambre y la miseria.
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