Dos demandas
Lidia Cacho sostiene que ella no surgió al periodismo con su denuncia y posterior tortura en el caso de la pederastia. Ella es una periodista de larga carrera y cuando estaba a punto de darle un giro a su carrera surgió esta persecución que la ha llevado en una dirección que tal vez no se imaginaba: se esta enfrentando a un grupo transnacional muy poderoso que trafica con vidas humanas y depreda a infantes de ambos sexos.
Casi sobra decir que el sistema legal mexicano ha manipulado el caso de tal manera que se caiga sin llegar a afectar a los poderosos intereses ligados a la pederastia denunciados por la periodista. Ya ni hablar de los intentos por liberar de la cárcel a uno de los principales inculpados, que supuestamente ha amenazado con abrir la boca si el castigo en su contra es muy elevado, lo que sin duda estremecería al sistema político mexicano y no falta quién le dice a ella que se olvide del asunto y guarde silencio.
Ante la cancelación de opciones nacionales Cacho se ha ido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos la que se ha interesado el caso, posiblemente porque la misma ha resuelto en contra de México por el tema de los feminicidios en Ciudad Juárez, este último caso esta en espera de sentencia, la que al parecer tendrá un elevado costo monetario para el gobierno mexicano, aunque el costo político es incalculable: es vergonzoso que México que se reputa una democracia, sus ciudadanos tengan que acudir ante una corte internacional frente al fracaso o negligencia del sistema judicial, y que conste que evito la palabra sistema de justicia porque ese simplemente no existe.
El jurista español Baltasar Garzón sostiene que uno de los motivos para que un juez de un país pueda intervenir en otro, y este es uno de los criterios en que se basa el concepto de justicia universal, es cuando un gobierno se niega a investigar crímenes o sus cortes están bloqueadas por presiones políticas. No se juzga la existencia del crimen, ese es un problema universal que pertenece a otra dimensión filosófica y legal, lo que se juzga es la negligencia o apatía de los gobiernos ante el crimen.
Los dos casos que llegan a la corte interamericana enfrentan la misma falla: los gobiernos estatales y federal mexicano han incurrido en fallas, se han rehusado a investigar ante crímenes, aún cuando existen denuncias públicas y grupos sociales que exigen la aplicación de la ley y por supuesto de la justicia.
En ciertos círculos políticos la preocupación por la sentencia de la corte en el tema de los feminicidios es que potencialmente se impondría una sanción de 3 millones de dólares por cada una de las ocho víctimas del caso abierto. En épocas de crisis esta cifra es en realidad un tema mayor, pero no podemos reducirlo a su dimensión monetaria porque más preocupante es que México este sujeto a censuras políticas de ese tipo, ya que esto nos remonta a la crítica de una violencia de género que no solamente no mengua sino que parece ir adquiriendo expresiones extremosas, que según algunos se deben al nivel de impunidad que prevalece en el país. Es muy preocupante que en ciertos círculos de gobierno se maneje que Lidia Cacho esta loca.
No es suficiente que el gobierno maneje un discurso aparentemente intolerante con los excesos en contra de las mujeres, debe avanzar en contra de todas las formas de agresión, especialmente en contra de aquellos que tienen una posición débil.
La agenda mexicana sobre las personas con capacidades diferentes es deficiente porque se ha restringido a cuestiones físicas, lo que no es poco, pero se ha incidido poco en la modificación cultural.
A México le urge avanzar en la búsqueda de la igualdad porque sin esta no hay democracia, y como condición ineludible esta terminar con los regímenes de privilegio que facilitan abusos como la pedofilia, el ataque a periodistas, o justifican posturas discriminatorias. No esta de más subrayar que cuando se discrimina a un sector (mujeres, homosexuales, lisiados, enfermos) en la práctica se discrimina a todos, y mientras quede un resquicio de discriminación nos alejamos de la democracia y sin democracia, no hay ni buen gobierno ni buena ciudadanía.
Lidia Cacho y las mujeres agraviadas requieren apoyos sociales muy amplios. La solidaridad con alguien tan acosada como ella debe motivarse en el convencimiento de que si se han atrevido a atacar a una periodista destacada que defiende a infantes violados y con abuso sexual, se atreverán a ir contra cualquiera y ahí sí, nadie esta a salvo.
Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com
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