4/15/2011

Senadores, ¿qué más les ocultan?



Jorge Camil

En días pasados nos enteramos de dos violaciones más a la soberanía nacional: la operación Rápido y furioso y los sobrevuelos de aviones no tripulados (¿del Pentágono?, ¿de la CIA?) en territorio nacional. En la primera operación, Estados Unidos promovía o promueve la turbia introducción de armas para ponerlas en manos de los cárteles, y dejarlas caminar para seguirles el rastro: ¿Irangate bis? Y en cuanto a la segunda, los senadores deben saber que algunos aviones no tripulados (drones) suelen ir armados, listos para bombardear a grupos hostiles, y capaces de eliminar enemigos individuales en acciones que violan los derechos humanos, y que prestigiosos internacionalistas definen como targeted killings

(asesinatos por control remoto, o por encargo); como en Pakistán. ¿Y ahora en México?

Rápido y furioso funcionó bien hasta que una de las armas asesinó al agente Brian Terry. Después, cuando acribillaron a Jaime Zapata en San Luis Potosí con una AK-47, John Dodson reveló a CBS en Phoenix los detalles de una operación criminal en la que por órdenes superiores se hacía de la vista gorda y permitía el contrabando de armas a México.

Los sobrevuelos fueron descubiertos gracias a un artículo en The New York Times titulado “Drones de Estados Unidos luchan contra el tráfico de drogas en México”: http://nyti.ms/gQbxxN. Y aunque el Times mencionó que hasta donde sabe los drones mexicanos no van armados, es imposible comprobarlo. Los utilizan el Pentágono y el departamento de seguridad interior para proteger la frontera con México, y aparentemente han estado involucrados en operativos para atrapar narcos. Ahora sobrevuelan el territorio nacional. Los usa con impunidad la CIA de Obama para bombardear Pakistán y asesinar líderes de Al Qaeda por control remoto (¡como jugar Nintendo!). ¿Será ése nuestro caso? ¿El acuerdo con Obama es por escrito? ¿Lo conoce el Senado, o es secreto, como sugirió la canciller?

The New American Foundation (que vigila el desarrollo de la democracia y la política exterior de Estados Unidos) considera que los vuelos no tripulados de la CIA han asesinado ilegalmente en Pakistán a cientos de militantes de Al Qaeda, y de civiles clasificados como daños colaterales: http://nyti.ms/8yfNSP.

Ahora que congresistas estadunidenses y sus comandantes militares consideran al narco mexicano una fuerza terrorista y, como reportó La Jornada, el décimo ejército del mundo en función de su enorme poderío económico (http://bit.ly/h9YMTc), ¿qué les impide utilizar los vuelos para eliminar criminales?

Hasta hoy el gobierno mexicano insiste en que jamás supo de Rápido y furioso, mientras la embajada, aún en manos de Carlos Pascual, sostiene lo contrario. Y en el caso de los sobrevuelos, después del artículo del Times, Calderón reconoció la operación, pero recurrió a argumentos legales mañosos para pretender que la presidencia tenía facultades y que los aviones militares extranjeros no violaban la Constitución (ver en La Jornada mi artículo sobre las lamentables declaraciones de la canciller en el Senado: http://bit.ly/eTaKdq).

Con la complacencia del gobierno y la ignorancia del Senado presenciamos el inicio de una peligrosa expansión de las actividades militares de Estados Unidos en México y Centroamérica, nuevo refugio de los cárteles mexicanos. Se acabó la Iniciativa Mérida. Ahora buscan un enfoque regional. México, por su posición geográfica, la experiencia de su Ejército en la lucha con el narco y la postura condescendiente de Calderón se ha convertido, con un elevado riesgo para su estabilidad política, en el centro de la guerra contra el crimen en América Latina. Así parecen indicarlo las últimas comparecencias legislativas del alto mando estadunidense reportadas en La Jornada: http://bit.ly/h8n98J.

Los comandantes planean convertir a México en el socio ideal para combatir a las organizaciones criminales trasnacionales (TCO, por sus siglas en inglés): uno de los mayores riesgos para su seguridad nacional. Douglas Fraser, jefe del Comando del Sur, considera al triángulo al sur de México (Honduras, Guatemala, El Salvador) el área más peligrosa de la Tierra. En esas mismas comparecencias Robert Mueller, director de la FBI, expresó que Calderón había sido incapaz de controlar el aumento exponencial de la violencia generada por las TCO.

¿Qué papel juega en todo esto el amigo Obama? Tras de tirar la piedra de Rápido y furioso y esconder la mano (todos en Washington pretenden negar el operativo), y de autorizar los sobrevuelos antes del acuerdo con Calderón, ahora se refiere a éste como un gobernante frustrado por la violencia. Increíble: Obama, ex profesor de derecho constitucional, ha mostrado menos respeto por el derecho internacional que George W. Bush. Ha autorizado cientos de ataques y asesinatos ilegales con drones armados en Pakistán, con quien no existe un estado de guerra. No creo que hoy, en plena relección, tuviese inconveniente en autorizar targeted killings en México a fin de proteger la frontera de Estados Unidos. ¿Lo permitirá el Senado mexicano?

Coordenadas históricas del intervencionismo de EU en México

Gilberto López y Rivas

México es el único país del capitalismo del subdesarrollo que tiene una frontera territorial con Estados Unidos, la cabeza hegemónica del sistema imperialista mundial. También es un caso singular en América Latina por haber tenido lugar una guerra convencional entre ambas naciones (1846-1848). Es significativo que Joel R. Poinsset, primer embajador estadunidense en nuestro país, se distinguiera por su injerencia en los asuntos nacionales y su insistencia en adquirir las provincias norteñas o internas, que después fueron ciertamente conquistadas por la fuerza de las armas y entregadas formalmente a Estados Unidos a través del Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado en febrero de 1848.

Gastón García Cantú, en su libro clásico Las invasiones norteamericanas en México (Editorial ERA, 1971), cita la opinión de Félix María Calleja, comandante de la brigada en San Luis Potosí y gran conocedor de las provincias internas, quien ya en 1808 consideraba que Estados Unidos, por su proximidad, intereses y relaciones deben ser siempre nuestros enemigos naturales y permanentes. También su obra ofrece una cronología que se extiende de 1799 a 1918 en la que se detallan 285 acciones de agresión a nuestro país, antes de la Independencia y durante la República, que comprenden: planes de ocupación temprana de territorios novohispanos-mexicanos; expediciones armadas con milicias o aventureros; captura de goletas de bandera mexicana y prisión ilegal de sus tripulantes; sublevación de colonos anglos contra el gobierno con fines separatistas; secuestro y vejación de soldados acantonados en la frontera; actos de filibusterismo con la toma de poblados y el ingreso constante de tropas yanquis a territorio nacional; robo de ganado, saqueos y quemas de casas protegidos por autoridades de ese país; intervenciones diplomáticas con demandas inaceptables y violatorias de la soberanía; presencia de buques de guerra y desembarco de marines en varios puertos del Golfo y del Pacífico, etcétera. García Cantú sostenía que la política con respecto a Estados Unidos era uno de los parámetros para caracterizar el desempeño del gobierno en turno.

Así, aunque México comparte con Cuba, Nicaragua, Haití, República Dominicana, Panamá, Argentina, Paraguay, Puerto Rico, Guatemala, Granada y Honduras invasiones, ocupaciones y ataques militares directos, sin contar las operaciones clandestinas sufridas en ésos y otros países de America Latina, la larga frontera común ha dado pie a considerar a nuestro país como un caso paradigmático del ya secular intervencionismo estadunidense en el mundo entero.

Lázaro Cárdenas, fundador del Movimiento de Liberación Nacional, en la declaratoria final de la Conferencia latinoamericana por la soberanía nacional, la emancipación económica y la paz, que tuvo lugar en marzo de 1961, afirmó: La fuerza fundamental que bloquea el desarrollo de América Latina es el imperialismo estadunidense. Su estrecha alianza con las oligarquías nacionales, los ruinosos efectos de su penetración económica y cultural, lo señalan como causa principal del estancamiento general que prevalece en la realidad latinoamericana. La derrota del imperialismo es condición fundamental de cualquier plan de desarrollo para nuestros países.

No existe acontecimiento importante de la vida nacional contemporánea en que Estados Unidos no haya estado involucrado negativamente. Desde el golpe de Estado de Victoriano Huerta contra Madero, en el que el embajador de ese país jugó un papel determinante; la invasión y ocupación militar de Veracruz durante varios meses, en 1914, y el robo de los ingresos de la aduana, nunca restituidos; el ingreso de tropas en la fracasada persecución de Francisco Villa en Chihuahua en 1916; el llamado Tratado de Bucareli, por el que Álvaro Obregón se comprometía a pagar indemnizaciones a estadunidenses afectados por el movimiento armado revolucionario (1910-1917) y obligaba a no aplicar retroactivamente el artículo 27 constitucional en lo relativo a las compañías petroleras estadunidenses; su activa presencia en el movimiento estudiantil-popular de 1968, analizada en el documental del canalseisdejulio La conexión americana, a través del numeroso personal de su embajada, una de las más grandes e importantes del mundo.

La oportuna publicación de los documentos de Wikileaks, en La Jornada, ha puesto al desnudo los alcances actuales de esa intervención diplomática, militar y de organismos de inteligencia en los asuntos nacionales, y ha exhibido el colaboracionismo del gobierno de Felipe Calderón, quien emulando a Santa Anna ha entregado la soberanía a sus mentores estadunidenses, al igual que sus antecesores priístas y panistas. El Tratado de Libre Comercio (TLC), la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (Aspan) y la Iniciativa Mérida constituyen los documentos de capitulación formal de México frente a su contraparte estadunidense al incorporar a nuestro país –en condiciones de dependencia económica estructural, sin consultar a los pueblos y con la obsecuencia omisa del Senado– a la economía estadunidense y a la política belicista y de terrorismo global de Estado que George W. Bush impuso al mundo y que Barack Obama con sus acciones políticas y militares desarrolla a plenitud.

El grupo Paz con Democracia, en su Llamamiento a la nación mexicana, advertía en noviembre de 2007 sobre el proceso de ocupación integral que ha refuncionalizado nuestra nación al proyecto globalizador y hegemónico del imperialismo colectivo que hoy domina una inmensa región del mundo, encabezado por Estados Unidos de América. Cuatro años después, ese proceso se profundiza y extiende y, sin duda, constituye el reto más temible para cualquier proyecto de nación que surja de las profundidades del México de abajo.

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