Carmen Boullosa
A José Balza
“Un hipopótamo intentado levantar un chícharo”, escribió H.G. Wells de Henry James. “Un niño idiota gritando en un hospital”, H.G. Wells de Bernard Shaw. “Mugre. Nada sino obscenidades”, Conrad de D.H. Lawrence. “Una vez que has dejado a un lado sus libros, no podrás volver a abrirlos”, Mark Twain de Henry James.
La revista electrónica Flavorpill recopila en su más reciente Flavorwire los 30 peores insultos que un escritor ha propinado a otro. Algunos son hilarantes, como el de Evelyn Waugh de Marcel Proust: “Estoy leyendo a Proust por primera vez. Muy poca cosa. Creo que era un retrasado mental”.
Mark Twain de Jane Austen: “No tengo ningún derecho de criticar libros de otros, y no lo hago nunca, excepto cuando los odio. A menudo he querido escribir una crítica de Jane Austen, pero sus libros me ponen tan mal que no puedo esconder mi estado al lector, y tengo que parar apenas empiezo. Cada que leo Orgullo y prejuicio, siento un deseo incontenible de sacarla de la tumba y golpear su calavera con su propia mandíbula”.
A Mark Twain le tunde la Woolf: “Un gacetillero que no habrían calificado ni de quinta en Europa. Les tomó el pelo a unos cuantas momias literarias salpicando sus textos aquí y allá con algunas dosis de color local, las suficientes para intrigar a frívolos y flojos”.
Otros son simplemente ingratos, como el de Flaubert sobre George Sand: “Es una gran vaca repleta de tinta”. (¿Cómo leerlo en el contexto de su correspondencia?, ahí Flaubert le escribe que la vaca es él, aquí de cuatro fechas distintas: “hay aquellos a los que el corazón les crece con la edad. Yo era mucho más seco y amargo hace veinte años de lo que soy ahora. Estoy feminizado y suavizado por el uso, mientras que otros se endurecen, y eso me INDIGNA. Siento que estoy convirtiéndome en una VACA, no hace falta nada para conmoverme; todo me preocupa y agita; todo es para mí como el viento norte para la caña” … “oh Dios, que ternero soy. Te dejo el título de VACA que tú te das en tus días de cansancio” … “Me siento como un bueno para nada, una vaca, maldita, antigua, delicuescente, en calma y moderación, que es el último término de la decadencia”… “Desde que empecé la hidroterapia, sin embargo, me siento menos como una VACA y desde esta noche voy a empezar a trabajar sin voltear a ver atrás”).
Otros de los insultos citados valen como apreciación, como Nietzsche ponderando a Dante, el poeta que de sobra se ensañó sobre sus enemigos: “Una hiena que escribía poemas sobre las tumbas”.
Truman Capote de Jack Kerouac: “Eso no es escribir, sino teclear”.
Otro de la Woolf contra James Joyce: “Ulises es el trabajo de un despistado preparatoriano rascándose los barros”.
Auden de Robert Browning: “Creo que Robert Browning no fue bueno en la cama.”
Elizabeth Bishop de Salinger: “Odié El guardián entre el centeno. Me tomó días y días poderlo acabar, con mucha dificultad, una página tras otra sonrojándome de la vergüenza en su nombre frente a cada ridícula frase que se me cruzaba enfrente. ¿Cómo pueden dejar pasar esto? Que alguien me explique”.
Los lectores de Flavorpill colaboraron con otras citas, además de las 30 de la revista. Una de éstas, que va a mis favoritas, es Mary MacCarthy sobre Lillian Hellman: “Todas las palabras que escribe son mentiras. Incluyendo ‘y’, ‘él’, ‘la’ y ‘lo’”.
(Las traducciones son mías).
José Balza, el autor venezolano, está en México para presentar su libro Red de autores, publicado por Bonilla Artigas Editores. Nada más ajeno a Balza que lo que aquí he citado en su honor: las malas leches del gremio literario. Bien sabe José Balza que no hay nadie como un escritor para hablar bien de otro, y, paradojas del oficio nadie para hablar tan mal. Ellos te hacen, y ellos te deshacen. ¿Cómo Dios hace al hombre? Nada de mala leche o arbitrariedad encontrará el lector en el libro de José Balza. Pero sin venganzas ni bromas fáciles, Balza nos propone un juego igualmente delicioso: leer autores que él respeta.
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