El uso masivo de la fuerza militar contra la delincuencia organizada ha provocado que se eleve la capacitación y la capacidad de fuego de la delincuencia organizada,
Medianoche | Dicidente Radio |
Estas semanas un movimiento nacional se articula a partir de movimientos locales que llevan 3, 5, 10, 15 y 20 años desarrollándose. A su manera podemos también podemos hablar de que existen movimientos que llevan 40 y 50 años luchando en torno a un alto a la violencia, la impunidad y la militarización. Aunque el movimiento que hoy en día intenta articularse, aún a contracorriente de vicios organizacionales de personas y colectividades, se da a partir de los movimientos locales que llevan 3, 5, 10, 15 y 20 años artículándose.
Ahora, el poeta Javier Sicilia y el defensor de los derechos humanos Emilio Álvarez Icaza, han dicho que no están llamando a la desmilitarización inmediata. Antes de posicionarnos a favor o en contra es necesario definir y discutir qué es militarización y en consecuencia qué se está diciendo cuando se dice desmilitarización. Ya de por si, la marcha del 5 al 8 de mayo y la caravana del 4 al 10 de junio fueron llamadas de distintas maneras por cada movimiento local en cada parte del país. Ello implica que tendrán una diversidad de definiciones respecto a términos idénticos, en lugar de definiciones centrales y únicas.
Una misma palabra puede significar muy diversas cosas para los movimientos locales que tienen años de lucha, así como para la población que estos días se suma a la conformación de un movimiento nacional. Militarización, desmilitarización, resistencia civil y desobediencia civil son términos que cada familia, colectivo, comunidad y organización debieran discutir y definir mínimamente antes de intentar articularse con otros y otras que usan las mismas palabras pero que tal vez puedan tener significados radicalmente distintos.
"Militarización" en distintas partes de México, en distintas partes de América y en distintas partes del mundo tendrá significados distintos y específicos según sus distintas implicaciones represivas, históricas, políticas y económicas.
Ya el movimiento estudiantil y popular en 1968 exigia en los 6 puntos de su pliego petitorio cosas que nos son muy familiares respecto al tema de desmilitarización, por lo que incluso en México la discusión de desmilitarización no es nada nueva:
1.- Libertad de todos los presos políticos.
2.- Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal. (Que definía el delito de disolución social y que daba una amplia libertad al estado para realizar detenciones arbitrarias)
3.- Desaparición del cuerpo de granaderos.
4.- Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.
5.- Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos del conflicto.
6.- Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos
Estos puntos implicaban la demanda de un alto a la represión como política de gobierno que se había conjurado contra el movimiento estudiantil y popular. Esa estrategia de guerra y militarización contra la población que exigía libertades democráticas básicas duró por lo menos una década. Concluyó con una amnistía general y con una reforma política, tras 10 años de cruenta guerra civil, con cientos de mexicanos torturados asesinados y desaparecidos, muchos arrojados desde aviones militares al mar, así como miles de desplazados. Se les acusaba de comunistas. Ese conflicto interno nos parecía un día tan lejano, y hoy un nuevo conflicto mucho más agudo arroja ya 40 mil muertos, 10 mil desaparecidos y más de 200 mil desplazados. Ahora se les acusa de narcotraficantes. Ayer como hoy, muchos de los muertos, desaparecidos y desplazados no tienen nada que ver en la disputa alegada por el gobierno para iniciar la guerra civil. Ayer como hoy se ejecutan violaciones masivas a los derechos humanos, incluso la violación del derecho a la vida contra quienes son acusados por el gobierno, así como contra las personas que circunstancialmente van pasando donde se dan las ejecuciones extrajudiciales. Ayer como hoy se delinque y se cometen crímenes de lesa humanidad desde el gobierno contra quienes se acusa de delincuentes.
Una de las fechas en que inició la actual militarización fue 11 de diciembre de 2006, tras la declaración de guerra dada por Felipe Calderón contra el narcotráfico. Con ello los soldados fueron sacados ilegalmente de los cuarteles y echados a luchar contra la delincuencia organizada.
Otra de las fechas punto de partida de la militarización reciente es febrero de 2000, los militares enrolados en la Policía Federal Preventiva ocupan la Universidad Nacional Autónoma de México, a partir de ahí serán usados de nueva cuenta para golpear movimientos sociales en todo el país. La alta deserción en la PFP hace que en lugar de traspasarse su composición a policías civiles sea permanentemente alimentada por soldados comisionados a esta.
Otra de las fechas simbólicas que datan los procesos de militarización fue el 1 de enero de 1994, cuando el EZLN se levantó en armas y el gobierno mexicano durante 1993 y 1994 arrancó el envió a contingentes militares a diversas zonas del país, ante todo indígenas, para contener el descontento popular. Desde esas fechas y hasta hoy en día han continuado militarizándose los territorios indígenas, en particular los que resisten contra los megaproyectos y las estrategias neoliberales.
Sin embargo al lado de estas fechas emblemáticas podemos hacer un largo recuento de fechas cuando para instrumentar el control social y la represión contra la población el ejército y la marina fueron echados a las calles y comunidades del país.
La estructura del país en regiones y zonas militares con campamentos que vigilan y reprimen a la población es permanente, con lo que el ejército mexicano en realidad funciona como un ejército de ocupación del territorio mexicano, presto a reaccionar ante la movilización social, para frenar al "enemigo interno": la población civil. Violando en el camino diversas garantías individuales y derechos humanos básicos, así como diversos tratados y convenios internacionales en materia de derechos humanos, incluyendo las Convenciones de Ginebra. Además de ello si bien los cuerpos policiacos de acuerdo al principio de proporcionalidad de aplicación de la fuerza están preparados para contener la violencia con el mínimo de violencia, las fuerzas militares están preparadas para contener la violencia de su enemigo aniquilándolo, reduciéndolo, asesinándolo.
Complementariamente el actuar del ejército mexicano no ha cambiado desde el fin de la Revolución Mexicana, donde fue utilizado para acallar a sectores de la población inconformes por el incumplimiento de las banderas revolucionarias. Ayer y hoy, en los lugares dónde hay presencia militar, sea una serie de campamentos o incluso un retén, se reportan regularmente ejecuciones extrajudiciales (asesinatos), violaciones, desapariciones, tortura contra la población, robos y saqueos. Nada de eso cambió en el 68, en los 70s, en los 90s y en los años recientes. El 12 de junio pasado Felipe Calderón reconoció en Stanford las masacres que contra estudiantes y movimientos sociales cometió el ejército en los años 60s y 70s.
Cabe señalar que el uso masivo de la fuerza militar contra la delincuencia organizada ha provocado que se eleve la capacitación y la capacidad de fuego de la delincuencia organizada, de tal manera que ahora están en situación de hostigar y combatir al Ejército Mexicano y a la Armada de México en todo el país.
Sin embargo la presencia de militares en las calles y la sustitución que hacen de los cuerpos policiacos, así como la personificación que hacen en la población como "enemigo interno", componiendo una fuerza coercitiva permanente contra la población pueden no ser la única cosa a la que nos referimos cuando hablamos de militarización y desmilitarización inmediata.
La legitimación de los militares en las calles mediante la publicidad y la propaganda son otro de los aspectos de la militarización y la desmilitarización: la publicidad y la propaganda que pretenden legitimar la presencia de los militares fuera de los cuarteles, mediante comerciales, publicidad fija, espectaculares, telenovelas, música y películas, etc.
Practicas de militarización de diversos aspectos de la vida, vía la mercadotecnia y la generación de productos que rinden culto a lo militar son otro aspecto: juguetes, uniformes, ropa de moda usando motivos militares, prácticas en las escuelas, así como actividades extracurriculares, el culto a la masculinidad con rasgos militarizados, el culto a la "mujer moderna" que también puede enlistarse, etc.
Otro aspecto, que es evidente, pero que pocas veces se dice es la militarización de la delincuencia organizada. Con la salida de los militares de los cuarteles se ha ido corrompiendo la estructura militar y alimentando las filas de la delincuencia organizada. De tal manera que al realizarse detenciones de bandas de secuestradores y narcotraficantes es frecuente la detención de militares en funciones, desertores y exmilitares. De tal manera que se vive una militarización de la delincuencia organizada. No se ha medido que tanto la militarización de la delincuencia organizada ha elevado la fuerza de dichos grupos. Uno de los grupos que retan a la seguridad pública son los zetas, que originalmente fueron formados por militares de élite desertores.
Otro aspecto, es la militarización de las relaciones sociales, la imposición de actitudes verticales, dominación y obediencia, la legitimación de la idea del lider y los subordinados, que se van imponiendo y normalizando en la sociedad y hasta en las organizaciones de lucha. Cuestionándose, prohibiéndo y criminalizándo la horizontalidad, la creatividad, la desobediencia y la manifestación social.
En algunas partes del país la militarización va aparejada de la paramilitarización, como en Chiapas y Oaxaca. Primero como complemento para el control poblacional de quienes exigen el cumplimiento de derechos humanos básicos y de quienes se niegan al saqueo de recursos colectivos, y luego cuando el ejército se retira para militarizar otras regiones los paramilitares se quedan para sustituir al ejército en sus funciones de ejército de ocupación. Una variedad del paramilitarismo es la formación de escuadrones de la muerte, que en años recientes en "operativos quirúrgicos" ejecutaban a disidentes y hoy en día realizan ejecuciones al parecer al azar o hasta por diversión extrajudiciales en diversas partes del país.
Un aspecto completo de la militarización y la desmilitarización son los exmilitares, expolicías con formación militar, los exparamilitares y los exmiembros de escuadrones de la muerte, que décadas después continúan con su actuar delincuencial, pero ya sin estar sujetos a las órdenes de funcionarios del estado, lo que agudiza y escala a la delincuencia organizada, que ya como fuerzas irregulares continúan ejerciendo acciones de control poblacional para las que fueron entrenados, algunas veces todavía vinculados a la línea política de tal o cual funcionario gubernamental o de tal o cual grupo político o económico.
Entonces como primer recuento cuando se exige la desmilitarización inmediata se pueden estár haciendo una variedad de exigencias: que los militares regresen a los cuarteles, que se deje de ver a la población como enemigo interno, la retirada del ejército de funciones policiacas y junto a ello el cese de la militarización de los cuerpos policiacos, el cese de la publicidad y la propaganda desde el estado y desde las corporaciones que normalizan y reivindican la militarización del país, el cese de circulación de mercancías que hacen culto a la militarización, alto a la militarización de la delincuencia organizada, alto a la militarización de las relaciones sociales y alto a la paramilitarización.
Sin embargo aquí definimos desmilitarización por negación, se pueden hacer otras definiciones sobre desmilitarización en el sentido de una sociedad desmilitarizada.
Si bien la salida del ejército de las calles de manera inmediata es parte sustancial de una exigencia nacional, los otros aspectos de la militarización no son menores y no deben soslayarse.
Como no debe soslayarse la discusión y el análisis en torno al papel del estado mexicano en el surgimiento de la delincuencia organizada a gran escala, a partir de las redes de complicidad e impunidad que usando los recursos del estado alimentaron a verdaderas transnacionales del narcotráfico, de la trata de personas, del secuestro y la extorsión.
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