El 25 de abril de 2006 hubo un debate entre candidatos presidenciales. Un elocuente Felipe Calderón, candidato a la Presidencia por el PAN, hizo varias propuestas interesantes. Ninguna de ellas se ha cumplido. En su brillante discurso (Calderón es un orador muy destacado, con un entrenamiento de décadas en el arte de hablar en público) dijo que iba a bajar los impuestos; no se ha hecho. Hoy pagamos más Impuesto sobre la Renta, más Impuesto al Valor Agregado y se creó un impuesto nuevo conocido como IETU. La carga fiscal para los contribuyentes cautivos se ha incrementado, no ha decrecido.
Calderón dijo también que iba a simplificar el pago de los mismos impuestos, para que cualquier persona pudiera cumplir sin tener que consultar a un especialista en el llenado de las declaraciones: no se ha hecho nada al respecto, y pagar impuestos sigue siendo complicado y gravoso para millones de contribuyentes.
Dijo Calderón en ese mes de abril de 2006 que iba a transparentar el ejercicio de cada peso y cada centavo gastados por el gobierno federal, para que todos pudiéramos saber a qué se destinaba el gasto público. Lo cierto es que su sexenio se ha caracterizado por el secretismo en materia de procuración de justicia (las averiguaciones previas que lleva la PGR son de carácter reservado) y de condonación de créditos fiscales (el Sistema de Administración Tributaria ha hecho maroma, circo y teatro para burlar las órdenes del IFAI, sin que el Presidente los haya detenido). Sigue pendiente de aprobación en el Congreso una nueva ley federal de transparencia que no ha sido impulsada en modo alguno por el Presidente.
En la plataforma que registró el PAN ante el IFE para las elecciones de 2006 (cuyo texto se puede consultar en internet, dentro de la página web del propio IFE), hay también una batería de propósitos incumplidos. En ese documento se propuso crear juzgados especializados en materia de delincuencia organizada. Al día de hoy no existen ni hay proyecto alguno para crearlos. Se propuso dotar de autonomía constitucional a la PGR. No se ha hecho. Se propuso crear un órgano ciudadano, dotado de autonomía, para hacerse cargo de las estadísticas delictivas. No se ha hecho nada al respecto. Se propuso crear una “Ley general de la familia”. No se conoce ninguna iniciativa en ese sentido.
En 2006 el PAN propuso transformar la Secretaría de Seguridad Pública en una Secretaría del Interior. No hay noticia alguna de que eso vaya a suceder. El PAN decía que iba a fortalecer la democracia interna de los sindicatos y la rendición de cuentas de sus líderes. No se ve que el sindicato de maestros o el sindicato petrolero sean hoy más transparentes que hace cinco años, ni que sus líderes rindan cuentas a los agremiados o a la sociedad en su conjunto.
Se trata de ejemplos tomados de la plataforma electoral registrada oficialmente ante el IFE por el PAN, pero el mismo ejercicio podría hacerse respecto a los demás partidos, en el ejercicio de gobiernos locales. Estoy cierto de que ni el PRD ni el PRI podrían presentar en muchos casos mejores cuentas. La mentira como forma de articulación de la oferta de campaña parece haberse instalado entre nosotros. Ningún partido se salva.
Esa permisión hacia las propuestas que luego se van a incumplir se fomenta por la baja calidad del debate público mexicano y por la falta de memoria con la que se conducen muchos aspectos de nuestra vida pública. Son millones los ciudadanos que se interesan en la política solamente durante el tiempo de las campañas. Una vez que ejercen su derecho a votar regresan a la comodidad del sofá frente a la tele y a la preocupación por el siguiente capítulo de la telenovela de moda. No hay seguimiento a las propuestas de los candidatos y a la transformación de las promesas en actos de gobierno. Por eso es que nos pueden mentir impunemente. Y por eso es que, sin género alguno de duda, lo seguirán haciendo si lo seguimos tolerando.
Twitter: @miguelcarbonell
El 17 de abril de este año, Bijan Pakzad sufrió un infarto, fue internado de emergencia en un centro médico de Los Ángeles y murió un poco después. Su deceso fue lamentado por muchos, pero especialmente por los más asiduos compradores de su tienda. La razón: el famoso empresario logró llevar a cabo una campaña de promoción consistente en grabar en lujosos relojes los nombres de sus mejores clientes y exhibirlos en sus escaparates. Ahí quedaron registrados para la eternidad tres glorias del Partido Revolucionario Institucional (PRI): Miguel Alemán Velasco, Jorge Hank Rohn y especialmente Enrique Peña Nieto, el más frecuente de los tres, según puede verse en las decenas de videos que You Tube ha puesto a circular, y que a la fecha en que esto se escribe había ya alcanzado la cifra de medio millón de visitas.
Fue tan celebrado este acontecimiento, tan orgullosos se pusieron en todos los sectores del partido, que el comité central se vio obligado a sesionar de emergencia y a diseñar un atractivo paquete de viajes, incluidos pasajes y viáticos, para aquellos militantes deseosos de gastar sus millones de dólares en el bien vestir. Ya no más Suburbias, Palacios de Hierro o Liverpooles. No. Ahora se trata de posicionar al partido a partir de las vestimentas de sus mejores líderes. La larga lista no se hizo esperar y, bien diseñado el programa, se decidió realizar tours en los cinco lugares más caros del mundo: Milán, Nueva York, Singapur, Londres y Beverly Hills. Los contingentes fueron y vinieron haciendo gala de sus convicciones más revolucionarias: comprar, comprar y comprar.
Todo caminó sobre una alfombra roja, es decir maravillosamente, hasta que los discursos de los priístas enrolados en ese programa comenzaron a llenarse de extrañas palabras, de lapsus linguae, de tropiezos involuntarios e inconscientes al hablar. El número de errores se fue incrementando y se hizo evidente un fenómeno peculiar: los connotados priístas confundían las marcas de sus ropas favoritas con ciertos nombres parecidos. El más afectado fue el candidato presidencial: el bombón de Atlacomulco
. Además, se descubrió que estas pifias en la oratoria se acentuaban cuando el orador se confrontaba con evidencias, virtuales o reales, de la pobreza de los mexicanos. He aquí un ejemplo de lo ocurrido al candidato presidencial priísta en la zona mazahua: Armani (en vez de hermanos) indígenas, yo sapini (sé) que no es bulgari (vulgar) llenar sus cartier (carteras), y me valentino (vale) lo que calvin klein (cada quién) miu miu (murmure)
. Nadie le entendió.
Y es que la mente del aspirante no estaba en el mitin sino en otra parte, donde solamente escuchaba voces insistentes: “Las mejores chaquetas de caballero son de Ermenegildo Zegna y si preguntas en piel Giorgio Sapini; las mejores corbatas de Canali, Loewe, Armani y Gucci; los mejores pantalones de Florentino para vestir y de Armani en vaquero, y para mujer Moschino y Armani; los mejores zapatos Zegna y por supuesto Prada; y para mujer los vestidos de Caballi y Chanel…” Uno de los asistentes venido de un lugar remoto del mundo, posiblemente periodista, al ver los rostros angustiados de la muchedumbre sólo dijo una frase: No hay de qué preocuparse, los mexicanos no lo perdonarán
, y se alejó del lugar. Hoy, tras la descomunal derrota, el PRI ha cancelado, y para siempre, su programa de shopping.
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