9/20/2011

Marcelo y el lobo


Serpientes y escaleras

Salvador García Soto
El jefe de Gobierno del DF corre aún el riesgo de que Andrés Manuel López Obrador no admita una eventual derrota, lo que obligaría a Ebrard a tener listo un “Plan B”

Como en la fábula del santo que, a fuerza de palabras logra domesticar al lobo, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, apuesta todo su proyecto a que la palabra y los acuerdos empeñados entre él y Andrés Manuel López Obrador serán cumplidos y respetados por el político tabasqueño y que éste aceptará, manso y domesticado, el resultado que arrojen las encuestas que se levantarán en noviembre para definir al candidato de las izquierdas.

Pero, a punto de entrar a su último año de gobierno, con varios eventos en puerta con motivo de su quinto Informe, que le ayudarán a promover su imagen, el jefe de Gobierno del DF corre aún el riesgo de que el lobo se le vuelva fiero y que los acuerdos no se cumplan, lo que obliga a Marcelo Ebrard a tener listo un “Plan B”.

Y ahí las opciones para Marcelo se ven todavía variadas: desde lanzarse él por la candidatura del PRD solamente, lo que lo obligaría a romper con López Obrador, algo que busca evitar a toda costa, hasta la alocada idea de una alianza con el PAN con él como candidato que algunos no descartan, o la salida más mesurada y conservadora —“no seré yo el que dividió a la izquierda”, ha dicho— en la que él se hace a un lado y apoya la candidatura de Andrés Manuel a cambio de mantener el control del DF y eventualmente una senaduría, algo que públicamente ha negado.

El problema para Ebrard es que si bien se anotó un triunfo en el pasado Consejo Nacional del PRD, al lograr que se definiera a las encuestas como el método para seleccionar al candidato, la redacción de los acuerdos terminó siendo ambigua y dejó abierta la puerta a que la consulta se abra aún más, al no definir claramente ni la metodología para la aplicación de las encuestas ni el público objetivo al que se va a consultar, si son sólo militantes o también va a la población abierta.

Para colmo, las elecciones por voto directo están volviendo a cobrar auge en partidos como el PRI y el PAN, donde surgen corrientes internas que promueven procesos abiertos a la población en general, contrario a la propuesta de Marcelo, que es a favor de una encuesta.

En el Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota ya se pronunció por una elección abierta a población en general y no sólo a los militantes empadronados del PAN, como prevé la convocatoria del CEN panista. Santiago Creel Miranda no ve con malos ojos esa propuesta, siempre y cuando se pongan controles para evitar intromisiones externas y se aclare quién cubrirá el costo; los dos precandidatos panistas saben que, un proceso por voto abierto, sería la única forma en la que pueden neutralizar al Presidente Calderón y evitar su influencia y control en la estructura interna y en los consejeros panistas o lo que es lo mismo, con una elección abierta le cortan el dedo al Presidente para que no trate de favorecer a su precandidato Ernesto Cordero.

Algo similar ocurre en el PRI, donde Manlio Fabio Beltrones ha pedido que su partido considere una elección del candidato presidencial por voto abierto a la ciudadanía, en la idea de que de esa manera evitaría ser arrollado por la estructura interna del priismo que favorece a Enrique Peña Nieto y diluiría el efecto de la “cargada” tricolor que ya pesa a favor del precandidato mexiquense, a unas horas de que Peña haga público su destape.

Esos dos movimientos, afines a lo que propone Andrés Manuel López Obrador y contrarios al método que impulsa Ebrard, son seguidos con mucha atención en la casona de la Colonia Roma, donde saben que, si prosperan las exigencias de procesos abiertos en el PRI y el PAN, López Obrador tendría la pauta necesaria para exigir que también se abra la elección del candidato “de las izquierdas” a una consulta a la ciudadanía en la que claramente él arrasaría a Marcelo Ebrard por la fuerza de su estructura propia construida a partir del Morena.

El PRI y el PRD tuvieron malas experiencias en el pasado con los procesos abiertos para elegir a sus candidatos que terminaron impugnados, descontrolados y con la desconfianza y división de sus precandidatos. El PAN nunca ha recurrido a un método abierto a los ciudadanos; pero si deciden hacerlo, los partidos ganan en promoción y posicionamiento de sus marcas y sus candidatos por las campañas internas que se alargan hasta tres meses. Si prosperan las corrientes que piden elección abierta en el PRI y el PAN, el lobo de la fábula perredista podría volver a sacar los colmillos y a exigir también un proceso abierto y Marcelo, como el santo, no tendría muchas opciones ante la fiereza del animal político

No hay comentarios.:

Publicar un comentario