Ortiz Tejeda
Hay
una antigua especulación que nunca ha pasado de ser simple ejercicio
mental para desocupados: ¿sería más vivible la vida si conociéramos
desde el principio la fecha de nuestro final? Las opiniones se
contraponen con atendibles argumentaciones de cada lado, y sirven para
darnos a conocer rasgos importantes del carácter de las personas que
las sustentan: la única realidad es que nadie se muere la víspera, y
que ésta, en la mayoría de los casos, es desconocida. Hay una corriente
intermedia que propone que la fecha de nuestro mutis definitivo
deberíamos conocerla no de niños o adolescentes, sino al llegar a la
edad adulta. Mi espacio no me permite entrar al análisis de todo lo
anterior, y si lo menciono es tan sólo para situar la angustia en que
vivían el Dr. Felipe Jekill y Mr. Eduard Calderón desde el 1° de
diciembre de 2006, cuando aceptaron que el 30 de noviembre de 2012
vencería, indefectiblemente, el plazo que poderes muy superiores a la
entelequia que se conoce como
Al paso del tiempo, el conjunto de los síntomas del trastorno
disociativo o trastorno de personalidad múltiple que ha afectado desde
adolescente a Felipe de Jesús se fue acelerando. Las riñas, los
enfrentamientos (entre Jekill y Eduard), eran constantes e
inmisericordes: uno reclama al otro: hiciste del empleo eje de tu
campaña, prometiste un millón de plazas por año y sólo conseguiste dos.
Te refugiaste en la Biblia para afirmar que te habían tocado voluntad popularles habían concedido para que Felipe de Jesús –su elemento integrador– detentara la primera magistratura del país.
las vacas flacas, pero el Génesis 41: 17- 21 habla de siete, no de seis. ¿Qué hiciste a 4 millones de empleos y a una vaca?
Los alborotadores de Pasta de Conchos me restan méritos, porque dicen que los empleos que yo presumo son outsourcing, y que si un empleado ha cambiado cinco veces de ocupación en un año (51 por ciento lo ha hecho), yo lo cuento como cinco plazas diferentes. Los amigos tampoco ayudan: la Consar afirma que cuatro de cada 10 trabajadores han sufrido el desempleo, y que 64.5 por ciento del ingreso laboral es igual o menor a tres salarios mínimos y, peor aún, 10 por ciento es inferior.
Para acabarla de amolar, el director del IMSS profetizó que en menos de una década 71 por ciento de quienes se jubilen recibirán apenas una pensión de 2 mil 179 pesos. Importantísima nota para los sobrevivientes de mi generación: más de la mitad de los pensionados los son por jubilación y la tercera parte por retiro o vejez, pero entre las mujeres 47.9 por ciento es por viudez.
¿Estás oyendo, inútil?, Paquita dixit.
El Inegi agrega que el desempleo aumentó en el sexenio 40.2 por ciento y que tú le diste una buena ayuda a las estadísticas con los trabajadores de Luz y Fuerza que despediste.
Pero, ¿cómo puedes tomar en cuenta las opiniones del Inegi, después de que Sojo se aventó la humorada del sexenio, con la afirmación de que los mexicanos somos los seres más felices de la galaxia? (Los críticos de la encuesta dicen que la levantó exclusivamente en el nicho de los
masoquistas anónimos.) Sojo piensa que si hemos de cambiar el nombre del país, como lo propusimos, debería llamarse Happyland, tú dirás.
En relación con el desempleo no debemos quedarnos callados asumiendo culpas.
Ciertamente no hemos aumentando la oferta, pero vaya que hemos disminuido la demanda: 90 mil muertos y 70 mil migrantes desaparecidos, modestamente, no son poca cosa.
–¿Y qué piensas contestar sobre la brutal violencia que te reclaman?
–¿Te reclaman, Kemo Sabe?
La histórica contestación de Toro al Llanero Solitario fue contundente: a partir de ese momento tanto Jekill como Hyde dejaron de conjugar los verbos en singular y asumieron que la primera persona del plural era inevitable.
Coparmex estimó que la violencia y el crimen organizado habían tenido un costo superior a 212 mil millones de pesos y hasta los franceses, metiches como son, editorializaron en Le Monde: “En México la espiral de barbarie que alcanza ya la cifra de 95 mil 632 muertos demuestra el rotundo fracaso de la estrategia de Calderón (o séase nosotros). ¡Ignóralos!, ese periódico está igual que La Jornada, nadie los lee. Es una presión contra Genaro, pero no saben que éste es inamovible, que sólo saldrá cuando lo hagamos nosotros (la pérdida del sentido de la ubicación y del tiempo es otro síntoma de la enfermedad que aqueja a Felipe de Jesús). Afortunadamente Juan Antonio Zúñiga, de La Jornada, echó por tierra esa cifra mítica y aclaró que el año pasado apenas murieron, por causa de nuestra noble gesta guerrera, 74 personas por día, es decir, escasas 3 por hora y la minucia de una cada 20 minutos. Por cierto, qué bien nos vimos cuando afirmamos que
en México nadie va a imponer la ley por sus pistolas. Eso sí, no hicimos mención de los cuernos de chivo, las granadas, las bazucas y los misiles.
Felipe Calderón abandona el Palacio Legislativo de San Lázaro, el pasado sábadoFoto Francisco Olvera
Economía: la economía creció 1.84 en nuestro sexenio, convirtiéndose en el periodo de menor dinamismo en 24 años. Tan sólo en 2009 el PIB bajó 5.95 por ciento. Dos ejemplos más: en 2011 ingresaron 75.7 millones de viajeros, incluyendo los que no pasan ni siquiera una noche entre nosotros. Esta cifra es la más baja de los últimos 20 años. Y en cuanto a las actividades mineras, imposible negarlo, en nuestro gobierno se amplió en 53 por ciento las concesiones otorgadas a empresas mineras, con lo cual controlan ya 16 por ciento del territorio nacional. Nada dice que sean estas empresas las que decidan el próximo nombre del país; por lo pronto, ya somos
Territorio Telcel.
Tortura: Amnistía Internacional advierte:
los niveles de tortura en México son escandalosos. Es urgente la aplicación del Protocolo de Estambul. Nadie olvida a los jóvenes de Salvárcar, a los que nosotros presentamos como delincuentes. A las indígenas queretanas encarceladas por el delito de lesa majestad, al enfrentarse a la soldadesca en defensa de su dignidad y de su vida. A la indígena Ernestina Ascencio, con quien nos inauguramos como patólogos forenses, en febrero de 2007. En su acta de defunción dejamos establecida la gastritis crónica como origen de su muerte, que tornaba insignificantes las torturas y violaciones a las que fue sometida.
Felipe Jekill y Eduard Calderón se habían propuesto desahogar en esta ocasión sus principales pendientes, para no dar a sus malquerientes la oportunidad de que aprovecharan su embajada cultural en la Universidad Harvard y se dedicaran a difamarlos, calumniarlos y levantarles falsos testimonios, que empañarían su ímprobo trabajo de seis años en favor de los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos. Desgraciadamente, no les pude cumplir su deseo, pero no es mi culpa. Yo escribo una vez a la semana y ellos cometen estropicios todos los días. Desde que entraron en la etapa menopáusica del poder, no tuvieron llenadero en la fatigante labor de hacer desfiguros: como manejar el emblemático go kart, que nos comprobó la
estatura sus vidas, tirarse de la tirolesa, hacerle al Campeón ciclista (éxito de Tin Tan en 1957) y competirle a Maxito Cortázar a la mitad de un discurso lleno de promesas, que les cumplirá a sus paisanos cuando él gane la gubernatura de Michoacán. Todo eso y más encaja perfectamente en su papel de frívolo, de inmaduro, de payasito de todas las fiestas, del hombrecito que jamás respetó su investidura y que a cambio de prebendas y canonjías maltrataba a sus amigos en privado y en público. Además de dólares, ¿cuántas humillaciones y sevicia habrán sufrido esos pobres millonarios para asegurar un código postal de primera?
¿Por qué les quité la palabra a Felipe Jekill y Eduard Calderón al final de esta columneta? La iniciativa de Felipe de Jesús para instituir la segunda vuelta en las elecciones presidenciales me parece que es uno de los actos más tortuosos e hipocritones del sexenio. Como no me alcanzan los reglones, éste será el tema inicial del próximo lunes 10.
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