Carlos Bonfil
Viaje al fin de la noche. La cinta más reciente del polémico realizador francés Léos Carax (Boy meets girl, Mala sangre, Los amantes del Pont-Neuf) tiene un título tan extraño como el relato que lo acompaña, Holy motors.
Es una suerte de encuentro fortuito entre algún personaje de L.F.
Céline, el anarquista Ferdinand Bardamu, por ejemplo, y una desquiciada
y multifacética invención de Jerry Lewis. El realizador propone una
comedia del absurdo y no pone límites a su fantasía. Buscar una lógica
a su desfiladero de caprichos y ocurrencias es de entrada tiempo
perdido. Importa, sí, rescatar la agilidad narrativa y escénica con que
Carax presenta a su actor fetiche Denis Lavant interpretando a un
estrafalario Óscar a lo largo de todo un día, desde su perezoso
despertar a lado de su mascota hasta su regreso a casa luego de haber
cumplido, a bordo de su enorme limusina y de modo atribulado, con una
docena de citas en varios sitios de París, guiado por su muy fiel
chofer y secretaria Céline (Édith Scob).
la belleza del gesto, y uno supone, pues él jamás lo hace explícito, que se trata de algún inapresable gesto femenino. Lo busca en brazos de una bella Eva Mendes, acurrucado cual figura celestial, mientras ella con su rostro semicubierto semeja la virgen musulmana de una Piedad improbable; lo busca conduciendo como Bestia herida a una Bella por las cloacas de París, cual un nuevo Fantasma de la Ópera. Desde ahí explora las ruinas de un gran almacén abandonado, La Samaritaine, a lado del lugar mágico del primer Carax, el Puente Nuevo con su romanticismo doliente y exacerbado, para luego ganar las azoteas y dominar, en vistas espléndidas, el París nocturno de un cuento de hadas surrealista. Por si esto fuera poco el muy tenebroso señor Óscar penetra en el cementerio de Père Lachaise, donde las tumbas llevan por inscripción
Visite mi sitio web, atravesando después algún lúgubre camino bordeado de cipreses como en el arranque de la película de horror de Georges Franju, Los ojos sin cara (1959). Si la alusión no fuese suficiente, Carax coloca al fatigado rostro de Céline una máscara similar a la empleada por la heroína del filme mencionado.
Fotograma de la cinta de Léox Caras
Además de la Cineteca Nacional, la Muestra prosigue este mes su recorrido en salas de Cinemex, Cinépolis, Lumiere Reforma y Julio Bracho del Centro Cultural Universitario.
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