Viernes 7 de diciembre de 2012
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Hasta el día de hoy nos mantenemos firmes, con una fortaleza que nos ayuda a sobrellevar la situación, prácticamente esa fuerza es gracias a todos ustedes, que están con nosotros y que nos apoyan. Es lamentable estar aquí adentro pero en algunas pláticas hemos dicho que, aunque lamentable lo importante es que allá afuera no se rinden, que su espíritu no se apague.
El día 1 de diciembre de 2012 fuimos arrestadas 106 personas entre hombres y mujeres entre las 12:00 y 15:00 horas, todos en diferentes horarios y lugares, nos conocimos en uno de los pasillos del sótano de la agencia 50 del Ministerio Público del Distrito Federal. Cada uno de nosotros fuimos testigos de las condiciones injustas en las que llegamos al llamado Búnker, personas muy lesionadas al grado de no poder identificar el rostro de algunos por el edema provocado por los golpes.
Estando en una celda de 4x4 con 2 camas de concreto y una letrina como baño (un hoyo en el suelo), compartimos testimonios de ciudadanos entre los cuales nos encontramos amas de casa, estudiantes de diferentes universitarios de la UNAM, Chapingo, UACM, UAM, profesionistas, profesores universitarios, fotógrafos, reporteros nacionales y extranjeros, obreros, personas sin hogar, entre otros, personas entre 18 y 51 años.
Ya en ese lugar conocimos la forma en la que cada uno de nosotros fuimos arrestados, todas ellas de manera arbitraria e injusta, algunas recibieron golpes, en el caso de las mujeres hubo casos de tentativas de violación sexual física y psicológica. Es preciso aclarar que en ninguno de los casos se nos informó sobre el motivo de nuestra detención, no fue sino hasta la noche-madrugada del domingo para el lunes que se nos hizo de nuestro conocimiento el motivo por el cual se nos tenía en arraigo.
Después de padecer frío, sed y sobre todo violencia psicológica con ataques como: “ya llegaron las pagadoras”, indicando que aunque no fuéramos los culpables nosotros pagaríamos por los daños realizados, otros como “para que hacen su desmadre”, “¡yo soy 132!”, etcétera. Fuimos trasladadas a base de mentiras al penal de Santa Marta Acatitla, se nos dijo que seríamos trasladadas a la Procuraduría General de la Mujer para que nos realizaran un estudio psicológico ya que habíamos declarado que fuimos agredidas al momento de nuestra detención.
Particularmente en el caso de las mujeres, después de que cada una hizo su declaración, alrededor de las 4 am, ya no regresamos a las celdas, nos mantuvieron fuera de ellas sobre una banca, mientras preguntábamos lo que pasaba, había cierto aire de desconcierto. El comandante respondió de forma violenta diciendo: “van a un estudio psicológico, no pasa nada; y si yo en este momento determino que se van a la cárcel, ¿qué harían?”. Se retiró y llegaron alrededor de 30 elementos de la fiscalía, entre hombres y mujeres, listos para trasladarnos, solo estábamos esperando a la compañera Mariana Muñiz, que estaba rindiendo su declaración, en cuanto llegó dijeron que nos fuéramos pero nosotros dijimos que no íbamos sin ver antes a nuestros abogados o familiares. El comandante se molestó y dijo: “chingá, vámonos, si no es por las buenas va a ser por las malas” y jaló violentamente a Mariana quien gritó fuertemente y el resto de los elementos policíacos hizo movimientos para llevarnos pero nos tranquilizamos y salimos con lágrimas en los ojos.
Entre las 4:30 y 5:00 am subimos a una camioneta cerrada color azul con tres policías mujeres dentro. Minutos después preguntamos a quienes nos resguardaban si sabían a donde nos trasladaban y nos dijeron que a Santa Marta. En ese momento cundió el pánico entre nosotras, especialmente una compañera de 51 años de edad que padece de claustrofobia y nerviosismos, real pánico que contagió al resto pues lo poco que conocemos del penal mencionado no es nada grato.
Aproximadamente a las 5:40 a.m. llegamos al penal, nuestra compañera Judith quien había trabajado anteriormente en ese lugar en la elaboración de un mural, nos dijo que estábamos entrando por la puerta de procesados. Afuera de esta puerta esperábamos, había un silencio (sic), sólo veíamos por 2 rendijas del carro siluetas de aproximadamente 30 o más policías con armas largas, el camión en el que nos llevaban estaba rodeado por ellos.
Aproximadamente a las 6:00 am descendimos del camión, una mujer que conocimos en el Ministerio Público, de la que desconocemos el nombre, una mujer delgada, de tez blanca con cabello muy chino, largo y color café oscuro acompañaba al camión, ella no nos miraba, miraba al suelo, personalmente le dije (Jessica Reyna) “ojalá que nunca tenga una hija que pase por esta situación”, me miro y volvió su mirada al suelo.
Dentro de este lugar nos registraron y nos quitaron nuestras ropas cambiándolas por prendas de color beige que había en el lugar, también nos quitaron las pocas pertenencias que llevábamos. Ahí nos dijeron que ellos ya sabían que en uno o dos días llegábamos. Después nos llevaron a los dormitorios del penal, al salir, había un grupo de policías que decían: “¡yo soy 132!”,, “ya ven por andar haciendo su desmadre”, “pero que tal gritaban, perras”, etcétera.
Nos llevaron a realiza un análisis médico, en ese lugar entró Juana Barraza “la mataviejitas” quien nos saludó amablemente, aunque el temor fue enorme en nosotras al verla. Durante el día estuvimos realizando algunos trámites y no fue sino hasta la noche que entramos a los dormitorios, las reas desde sus celdas gritaban: “te queremos Peña”, “chichis pa´ la banda”, “mañana su bienvenida perra”, “flaquita, bonita”. “esa pa´ mi”, entre otras. Después dijeron que sólo era cotorreo.
En los siguientes días se inició el proceso que ya todos conocen sobre el juicio.
Hasta el día de hoy nos mantenemos firmes, con una fortaleza que nos ayuda a sobrellevar la situación, prácticamente esa fuerza es gracias a todos ustedes, que están con nosotros y que nos apoyan. Es lamentable estar aquí adentro pero en algunas pláticas hemos dicho que, aunque lamentable lo importante es que allá afuera no se rinden, que su espíritu no se apague.
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