7/07/2015

¿Regular Twitter?

Miguel Carbonell

Abundan las personas que a través de cuentas en Twitter y en Facebook se despachan con la cuchara grande a la hora de faltar al respeto, denostar y burlarse de los demás.
El comprensible enojo por las mil y una trampas del Partido Verde a lo largo de la campaña electoral (e incluso antes de que diera inicio), tuvo su punto culminante con el bochornoso espectáculo de varias decenas de “celebridades” tuiteando el día mismo de la elección su apoyo a los candidatos de esa formación política. Entre los tuiteros que apoyaron al Verde estuvo el director técnico de la Selección Nacional de Futbol, el señor Miguel Herrera.
El INE emitió medidas cautelares a lo largo de la jornada electoral y en la mesa de su Consejo General se escucharon argumentos llamando a multar o silenciar a los tuiteros pro-Verde.
Entiendo la desazón que produce ver a un partido que transgrede una y otra vez la ley y que ha sido objeto de cuantiosas multas a lo largo de la campaña electoral precisamente por su abierta rebeldía frente a las reglas electorales, pero creo que la solución no debe ser en términos de prohibiciones y sanciones, sino de asegurar una mayor libertad para todos.
No parece recomendable intentar poner límites a la gozosa libertad con que se utilizan las redes sociales actualmente. Es obvio que, bajo el amparo de tal libertad, hay excesos de toda naturaleza y es evidente que abundan las personas que a través de cuentas en Twitter y en Facebook se despachan con la cuchara grande a la hora de faltar al respeto, denostar y burlarse de los demás. Todo eso es reprobable, pero la respuesta que se les debe dar no consiste en prohibir y sancionar.
La propia naturaleza plural y abierta de las redes sociales haría difícil una regulación estricta. Por ejemplo, ¿debería sancionarse mediante una ley mexicana un tuit emitido desde otro país?, ¿qué pasa con quien no escribe un tuit propio, sino que se limita a difundir lo que han escrito los demás, a través de un retuit?, ¿ayudar a difundir lo que otros escriben también se debe sancionar? Los problemas son muchos y muy complejos. La respuesta jurídica seguramente no sería la más adecuada, al menos para los temas electorales.
Lo cierto es que las autoridades electorales deberían concentrar su tiempo y su energía no en poner límites a la libertad de expresión en las redes sociales, sino en que la cancha electoral sea pareja al no permitir que el dinero público sirva para apoyar a ciertos candidatos o partidos. Ese es el problema de fondo, desde mi punto de vista.
Unos pocos tuits o incluso miles de ellos no van a convencer a un electorado maduro, que cada vez está más consciente del poder de su voto, para que elija a un candidato recomendado por una “celebridad”. La prueba de lo que afirmo es el resultado obtenido por el propio Partido Verde en la pasada elección: a pesar de haber hecho un gasto multimillonario y haber empleado toda clase de artimañas no siempre legales, la votación que obtuvo fue la misma de siempre. La actitud tramposa del Verde no le redituó más votos. De hecho, si no hubiera sido por la anormal y muy sospechosa alta votación que obtuvieron los Verdes en Chiapas (de ese Estado provino uno de cada cuatro votos obtenido por el Verde en todo el país), su resultado podría haber sido incluso más bajo que en los procesos electorales anteriores.
En suma, lo que hay que hacer es permitir que los ciudadanos discutan, analicen y expresen sus preferencias, cualesquiera que sean. De esa manera tendremos una deliberación pública más robusta, abierta y desinhibida, tal como lo escribió el gran juez William Brennan en la sentencia New York Times versus Sullivan, la más famosa de toda la historia en materia de libertad de expresión. Honremos esa idea y tratemos a los ciudadanos como personas adultas al dejarles un espacio suficiente de libertad, sobre todo cuando se expresan en las redes sociales.

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