Antonio Gershenson
La Jornada
Se
empiezan a dar alianzas parciales entre grupos de izquierda. Aunque uno
de los móviles es confrontarse con otro grupo de izquierda, es un paso
el alejarse de la pulverización de nueve o 10 partidos Se debe ver, en
primer lugar, el avance de la izquierda en el plano internacional, en
varios países europeos y Norteamérica.
En Estados Unidos ha surgido el actual senador Bernie Sanders. Yo lo
conocí y lo entrevisté hace décadas, cuando era alcalde de Burlington,
Vermont, y se calificaba a sí mismo como socialista. Publiqué un
artículo en La Jornada al respecto. Después de tres
relecciones y de haber ocupado ese puesto, aproximadamente, en
1980-1990, fue diputado y ahora senador, por el mismo Vermont. Este
estado colinda con Nueva York, como parte de una región considerada
progresista. En Nueva York, a finales del año pasado el gobernador
Andrew Cuomo prohibió en el estado el llamado fracking, que a costa de agua y del ambiente produce gas y, en menor escala, petróleo. Esta medida tuvo gran apoyo.
Ha estado sin partido, pero tiene cada vez más apoyo y cumple los
requisitos para ser candidato presidencial del Partido Demócrata. La
que ha tenido más apoyo para la candidatura del mismo es Hillary
Clinton, que en algunos aspectos ha planteado posiciones superiores a
las del actual presidente, aunque muy cuidadosamente.
Clinton ya había perdido apoyo en encuestas. En julio, tenía de
apoyo 56 por ciento y Sanders, 19 por ciento. En agosto, Clinton ya
tenía apoyo de 47 por ciento, y Sanders, 29 por ciento.
El 10 de septiembre se publicó una encuesta del estado de Iowa,
donde es la primera elección primaria para elegir el candidato
presidencial demócrata. La encuesta la celebró la Universidad
Quinnipiac, con experiencia en el asunto. Sanders tuvo 41 por ciento de
apoyo, y Clinton, 40. Primera vez que ella no tiene mayoría.
Peter Brown, director asistente del centro de encuestas de la citada
universidad, dijo que Sanders se ha convertido en el candidato de la
izquierda demócrata, en contra de sus
propios jefes de partidoy de la candidata preferida por éstos.
Entre sus planteamientos están el salario mínimo de 25 dólares, más
tributos a personas y empresas con mucho dinero, extensión de la
educación superior gratuita, y oposición a obras que dañan a la
población.
Independientemente de quién gane, es claro que la fuerza de la izquierda en Estados Unidos ha subido mucho.
En Gran Bretaña fue electo, el sábado 12 de septiembre, el diputado
de izquierda Jeremy Corbyn para dirigir al Partido Laborista. Ganó con
60 por ciento de sufragios de un total de más de 420 mil votantes, y el
segundo lugar tuvo 19 por ciento.
Los laboristas habían ya gobernado tres periodos consecutivos
recientes, pero con la misma política derechista de la mayoría de
Europa. Ahora son derrocados de la dirección del Partido Laborista, con
una dirección muy diferente con Corbyn.
Al
llegar a dar una primera conferencia como líder, sus seguidores lo
rodearon y entonaron el himno socialista Bandera Roja. Su programa
incluye que las universidades sean gratuitas, el fin de la austeridad,
redistribución de la riqueza, aumentar impuestos a los millonarios,
nacionalizar industrias y aumentar las inversiones en la
infraestructura.
Una de las primeras felicitaciones a Corbyn fue del líder de Podemos, de España, Pablo Iglesias.
De España ya habíamos hablado de las elecciones locales, del triunfo
de partidos progresistas y de la gran derrota del partido del gobierno
derechista. Ahora tenemos cerca (27 de septiembre) las elecciones de
Cataluña, para las que otra vez tienen encuestas con los dos partidos
que han gobernado España tienen los últimos lugares, y el Partido
Popular gobernante en lo federal tiene el quinto y último lugar.
Las elecciones federales de España deben ser alrededor del noviembre próximo.
Ante este cuadro internacional, el debilitamiento que se ha visto en
el gobierno, en lo económico y en lo político, se agudizaría; primero
pierde, pronto, su apoyo en el gobierno de España, del cual está casi
hermanado, y tal vez más adelante de los otros países mencionados.
Eso da a la izquierda mexicana mayor responsabilidad. Si sigue la
pulverización en partidos y partiditos seguirán las elecciones
presidenciales entre PRI y PAN, como fue en los tres últimos casos (Fox
y Calderón, del PAN, y ahora Peña de un PRI muy derechista). Sería una
grave responsabilidad si quienes se dicen de izquierda apoyan, con
hechos o con omisiones, la continuidad de estos tres gobiernos
derechistas, y eso sólo se puede evitar con una izquierda unida, y
deslindada claramente del PRI y del PAN.
La izquierda unida implica, por un lado, que no se insulte o similar
a otro u otros agrupamientos de izquierda. Por otro lado, si por
ejemplo el PRD se sigue aliando con el PAN, y tiene un tratamiento casi
fraternal con el PRI en las cámaras o con el gobierno, como ha sucedido
en diversas formas a partir del Pacto por México, será imposible una
alianza de izquierda. Ahora que están en proceso de reforma, se debe
tomar esto en cuenta.
Si hay acuerdos entre PRD y otros partidos de izquierda en una o más
cámaras, puede ser un paso adelante, pero si no se respetan las
condiciones mencionadas, quedará reducida al alcance de quién gana una
u otra votación.
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